Capítulo 22

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•JESÚS OVIEDO•
-No voy a mentirle joven -baja la mirada

-Hable por favor -suplico nervioso

-Hemos detectado una pequeña anomalía en su corazón -me quedo perplejo

No sé qué decir, me he quedado sin habla, completamente perplejo, ¿por qué a ella?

-Últimamente ha estado bajo presión y nervios, es normal que haya recaído por tanto estrés, pero es demasiado joven, y tememos que pueda empeorar en cuestión de días, semanas o quizás meses

-¿No existe ningún tratamiento para evitarlo? -pregunto preocupado

-Evidentemente sí existen diversos tratamientos, pero repito, es muy joven y proporcionarle un tratamiento muy fuerte, desgraciadamente la mataría, pero no hablemos en negativo, probaremos recetándole una pastillas y la revisaremos una vez cada dos semanas

-Gracias doctor, haga lo posible por ella por favor -pido

-No puedo prometerle nada, lo único que puedo decirle es que no puede coger nervios, tiene que estar tranquila, porque a la mínima recaerá

Se marcha y entro nuevamente la habítación. Estoy tenso, además de nervioso. Está dormida, más bien sedada. Me acerco a la camilla y agarro su mano mientras la acaricio dulcemente y de repente rompo en llanto.

-Todo esto es culpa mía pequeña -sollozo- soy tan gilipollas por no haberte confesado mi profesión antes de irme, qué imbécil, ahora estás aquí, postrada en esta dichosa camilla por mi culpa

Tocan la puerta y dirijo mi mirada hacia ella, es su padre y suspiro profundamente.

-¿Viene a recriminarme lo que ya sé? ¿Que está aquí por mi culpa?

-Por una vez no, vengo a decirle que la cuide, intentaré no prohibirle nada ya que podría recaer y no quiero perder a mi hija por no dejarla ser feliz

-¿A qué se debe ese repentino cambio de opinión señor González?

-Quiero que sea feliz

«¿Va en serio lo que estoy escuchando?».

-Después de todo lo que le ha hecho, ¿quiere verla feliz? ¿Conmigo? -frunzo el ceño

-Voy a arreglar los papeles del alta a la madre, vuelvo en unos minutos -asiento

-¿Has oído eso pequeña? Quiere que seamos felices, ¿algún día cumpliremos nuestro sueño?

Mis ojos se llenan de lágrimas, tan sólo pensar que podré tener una relación con ella como ambos queremos, sin tener que darle explicaciones a nadie, me llena de satisfacción.

-Ahora que te veo aquí, en esta camilla, te veo tan débil, tan frágil que me apetece llenar tu hermoso rostro de sonrisas -agarro su mano dulcemente y la apreta

-Jura que no soltarás mi mano en cada madrugada -dice abriendo levemente los ojos

Dulce introducción al caos. [Jesús Oviedo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora