VII Amenazas y tentaciones

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Atenea


Estaba molesta, no molesta no era la palabra. Estaba furiosa.

Se había levantado antes que Jack, para descubrir que el perla negra se estaba moviendo. Después de una breve conversación con un señor gordito y canoso llamado Gibs. Estaba aun mas furiosa.

Jack había dado la orden de zarpar, justo después de que ella durmiera. Estaba tan sorprendida de saber que se dirigían a tortuga, que se le olvido seguir preguntando y entro nuevamente al camarote pasando por alto, los demás hombres de la tripulación que la veían sumamente sorprendidos.

El pagaría por esto. ¿Es que no le mencione de que pondrían un precio en mi cabeza si huía? Pero estaba segura de que se lo había mencionado, en algún momento.

Jack estaba igual a como lo había dejado.

Cuando ella se había despertado tubo que salirse de su agarre. Para su gran vergüenza ella había estado durmiendo en su pecho y el la había sujetado por la cintura. Nego la cabeza con incredulidad. Habia dormido con un pirata.

El pecho de Jack subía y bajaba rítmicamente y ella se pregunto si el se dio cuenta...no se dejo pensar mas en ello y dejo su mirada barrer la habitación. Sus ojos se encontraron con un cuchillo y una pistola en la mesa de su escritorio y sonrió enormemente.

Descarto y escondió la pistola porque no sabría utilizarla y luego agarro el cuchillo. Subio con mucho cuidado sobre el, ambas piernas a cada lado y luego puso el filo en su garganta, como el había hecho con ella hace dos días.

El peso de ella y el filo en su garganta debieron despertar la alarma en su cuerpo porque inmediatamente abrió los ojos. Espere a que el miedo se hiciera presente pero el muy maldito solo sonrió. Una sonrisa burlona.

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-Buenos días, gatita-Dijo jack mientras la miraba y se desperezaba debajo de ella, ignorando completamente el cuchillo.

Solté un bufido furiosa y afinque mas el cuchillo-¿Porque el barco se esta moviendo?

El me miro como si fuera retrasada y añadió-Esta navegando, eso es lo que suelen hacer los barcos.

-Sabes muy bien a lo que me refiero-respondí y para darle énfasis afinque la hoja hasta sacar un poco de sangre.

El ni siquiera pestañeo, puso su mano en mi cadera y susurro con voz ronca-No sabes lo sexy que te vez encima mio.

Este tipo era insufrible. Deje escapar un grito de rabia y aflojando el agarre del cuchillo le di un golpe con mi puño en su pecho. Pero eso fue un grave error, porque el tomando ventaja de mi estallido, había sujetado la mano con el cuchillo y me había dado vuelta en la cama.

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