La excéntrica hija del gran comerciante Español, había pasado la mayoría de su vida en compañía de tutores. Ahora por eventos desafortunados "que no tienen para nada que ver con un tal pirata llamado Jack Sparrow" Atenea Silvestre se vera arrastrad...
El sol había abandonado hace horas el cielo. Dando paso a una espectacular luna llena que se alzaba iluminando los rincones oscuros de la isla, acompañado por pequeños y hermosos diamantes que hacían que tortuga pareciera un lugar casi mágico...Si casi. ¿Por qué digo casi?
Simple. Los disparos y maldiciones hacían que perdiera el encanto. Sin embargo eso ya no me molestaba, me había acostumbrado a los piratas de una forma que parecía casi aterradora. Había aprendido un motón de maldiciones que harían asustar al propio diablo, beber ron para las mujeres era algo completamente normal en tortuga, sin embargo eso era algo que no me había permitido acostumbrarme.
Los primeros días en tortuga habían sido fatales. Tuve que golpear a mas de un pirata para ganarme su miedo. Muchos quisieron aprovecharse de que era una mujer, otros quisieron intimidarme y las mujeres no les agradaba la atención que estaba recibiendo por parte de los hombres. Por otro lado los miembros de la tripulación los veía muy poco, ellos estaban demasiado ocupados con alguna fulana.
El único que había tratado de buscarme una vez había sido Alex, pero tras un gruñido por parte de jack, habíamos acordado que lo mejor era crear distancia para evitar otro posible destierro. Apreté los dientes con el recuerdo. Jack era tan hipócrita que era malditamente frustrante. Desde que lo golpee en el barco había querido llamar mi atención de una manera que consideraba completamente infantil. A veces se aparecía con dos mujeres en cada brazo, riendo borracho y lanzando miradas en mi dirección, como si esperara alguna reacción de mi parte. Sin embargo me había negado en caer con el viejo truco de los celos. Si era cierto que cada vez que lo veía con aquellas mujeres lo único que quería era hacerles un bonito corte con mi cuchillo a aquellas fulanas, pero siempre logre contenerme con éxito.
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No pude evitar sentirme un poco sola. Apenas habiamos tocado la isla y todos los miembros de la tripulacion habian desaparecido tras aquel monton de alchohol y libertinaje. Si bien era cierto que la presencia pirata ya no me incomodaba como lo hacia en un principio no podía encontrar a alguien con quien charlar a gusto que no estuviera lo suficientemente borracho para que no intentara meterme mano. Este tiempo en tortuga me había servido para darme cuenta de lo ligada que estaba con la tripulación y lo mucho que me afectaba su ausencia.
-Mala señal-Susurre para mi misma.
Sin embargo no me aburría. Cada día salía a explorar la isla y siempre terminaba descubriendo algo nuevo. Una hermosa cascada entre las rocas, alguno que otro monito los cuales se paseaban de árbol en árbol pendiente de arrebatar alguna que otra rebanada de comida e incluso algunos gatos salvajes.
Mire a mi alrededor. Un monton de puestos improvisados formaban el famoso mercado negro de tortuga. Si comprabas algo en esos puestos era cien por cien robado. Probablemente saqueado de algún bote británico o de cualquier otro bote que halla caído en la desgracia al encontrarse con un barco pirata.