Soe no sabía qué hacer, a pesar de los malentendidos y las asperezas, se sentía a gusto en aquella casa. Tenía apenas, un día, y ya simpatizaba con Darío y Axel, con Moriana, su tía Fortunata y hasta con su tío Lunet. Al pensar en regresar a la soledad, se deprimía. Pero tampoco quería que Fortunata se quedara resentida con él.
Mientras pensaba en todo esto, sus pasos lo llevaron al jardín trasero, que era al que daban las ventanas de la mayoría de las habitaciones. Este patio estaba limitado por una barda de piedra, y al mismo tiempo estaba dividido en dos por un muro de madera. Del lado que había entrado Soe, había un árbol, alto y de tronco grueso, por lo demás, no había vegetación.
Sentado en la tierra fina, Axel estaba recargado en el árbol. No proyectaba su habitual alegría, por el contrario, se le veía triste. No parecía ni darse cuenta de que Soe estaba ahí.
—Buenos días, primo. No sabía que ya te habías levantado —saludó Soe con aire jovial. Axel sonrió sin voltear a verlo, sus manos comenzaron a jugar con la tierra, ensuciando sus guantes negros. Fue hasta entonces que el chico se percató de que traía aun la ropa del día anterior—. ¿No has dormido? —preguntó. Como Axel no contestara, Soe intentó cambiar de tema—. ¿Por qué el patio está dividido? —preguntó, señalando la pared de madera.
—Ese es el huerto, ahí se cultiva la verdura y la fruta que se consumen en la mansión. Además del establo.
—Y, ¿qué haces aquí?
Axel palmeó la tierra a su lado, indicándole a Soe que se sentara, a lo que el chico obedeció.
—Vine a escuchar la sonata del diablo.
—Anoche ya no me explicaron que es eso.
—Detrás de este patio, al otro lado del muro de piedra, hay un barranco, tan profundo e inclinado, que no hay manera de bajar o subir por él sin arriesgar la vida.
"En tiempo de frió, sube el viento tan fuertemente, que si te inclinaras sobre dicho barranco, este te sostendría. Claro que sería muy arriesgado hacerlo. Ese viento se va tan súbitamente como llega, te dejaría caer a una muerte segura.
"Ese viento en las noches suena como una mezcla de llanto y risa, lo que le da el nombre de la sonata del diablo".
Soe se quedó boquiabierto con la explicación de Axel, y de inmediato recordó la risa que había escuchado la noche anterior. Se encontraba tan mareado, por no decir ebrio, que fácilmente definió las risas femeninas, ¡qué alivio saber que solo había sido el viento!
—Anoche discutí con Mística —soltó Axel, de la nada.
Soe no supo que contestar, algo le decía que él había sido el motivo de la discusión.
—¿Sabes? —continuó Axel—. Quiero a Mística, de hecho, ya hicimos la promesa privada de casarnos, pero algunas veces es ella tan irracional, tan intransigente, que me crispa.
—¿Se enojó por lo que vio anoche?
—Sí. ¿Sabes que últimamente se puso de moda eso de "chico ama chico"? ¡Pues cree que tú me coqueteas cuando ella no está!
Soe se sonrojó hasta las orejas.
—Eso no es verdad —dijo no muy convencido.
—Ya lo sé, y eso es lo que le expliqué. Le dije que tú no eres de esos. —Axel se detuvo unos segundos para mirara fijamente a Soe—, porque no lo eres, ¿o sí? —El muchacho negó con la cabeza, sabía que si hablaba, su voz se volvería muy aguda por los nervios—. ¡Y aunque lo fueras! ¡Eres un niño!, no me coquetearías —exclamó Axel con una alegre carcajada.
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Flor Imperial
RomanceSoe es un muchacho de veinte años, huérfano y con problemas económicos, mismos que lo obligan a aceptar la ayuda de sus prejuiciosos y adinerados parientes. De esta forma, se muda a la mansión De la Rosa, donde descubrirá que no importa tu estatus s...