Capítulo 13: Dos amigas y dos primos

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Aconsejada por Carmen, Sarabell decidió preguntarle abiertamente a Mística él porqué había mandado falsificar y vender su propio zafiro. "Después de todo, usted le dijo lo de sus primos, ahora a ella le toca corresponder su confianza", le había dicho, pero, para su contrariedad, Mística había salido con Axel.

En la plaza de San Sebastián, en un gran restaurante lleno de lujo y refinamiento, Axel comía junto a la mujer que amaba. Dorotea se había visto obligada a ir a dar una vuelta a la plaza en contra de su voluntad, para dar un poco de privacidad a la pareja.

Axel De la Rosa había salido de viaje, a sus veinticuatro años junto a sus hermanos Marino y Darío, con el pretexto de culturizarse y ampliar sus conocimientos. Pero lo cierto era que el año que habían estado fuera de su casa, lo habían dedicado a la juerga y a la diversión. Habían visitado varias ciudades y se hospedaron en los mejores hoteles, disfrutando sin ninguna clase de inhibición, hasta que llegaron a la última ciudad de su recorrido: la bella y pintoresca Van Voth, una ciudad grande de bellas casas en su mayoría blancas que creaban una atmosfera de ensueño.

Ahí, en un parque verde lleno de plantas y flores, la vio sentada con un majestuoso vestido lila y en sus manos una rosa de pétalos negros y tallo rojo, su cara no reflejaba ningún sentimiento, pero sus ojos se veían tristes. La saludó y ella respondió, así que, separándose de sus hermanos, comenzó a platicar con la hermosa y enigmática Mística Ledesma.

Las citas se siguieron una detrás de otra en el mismo parque, algunas veces tomaban un helado, en otras la invitaba a comer.

Mística se abrió con él, contándole que su padre había muerto, dejándola solas a su madre y a ella, poco después murió su mamá, quedando solo al amparo de su dama de compañía, y sin apoyo.

La fortuna Ledesma se había evaporado casi en su totalidad, pues ella no sabía nada de números y administración, quedándole una pequeña fortuna, no tan cuantiosa como la original, pero suficiente para vivir.

Viéndola sin un solo pariente, Axel no pudo menos que ofrecerle una vida mejor junto a él, en San Sebastián, a lo que la chica aceptó con lágrimas en los ojos.

Ahora estaba frente a ella una vez más, tan enigmática, tan misteriosa y tan hermosa como la primera vez.

—Mística.

—¿Si?

—¿Sabes que te amo?

—Lo sé. —Mística no levantaba la vista de su rosa. Axel levantó la barbilla de la chica, obligándola a verlo a los ojos.

—No creo que sea necesario seguir esperando para fijar la fecha de la boda, a todos te he presentado como mi prometida y ya no se qué contestar cuando me preguntan que cuándo nos casaremos, así que hay que hacerlo oficial. Mística... —Los ojos de la rubia brillaron conteniendo la emoción—, ¿te quieres casar conmigo?

—Por supuesto que sí —dijo Mística, con tono monótono, pero esto no afectó la alegría de Axel, ya estaba acostumbrado.

El rubio se puso de pie y le dio un apasionado beso a la chica, luego gritó a los comensales:

—¡Una copa para cada uno de los presentes, yo invito, para que brinden conmigo mi próximo matrimonio con Mística Ledesma!

Los aplausos y felicitaciones no se hicieron esperar.

—¿Sabes? —le dijo, una vez que el alboroto se calmara—, lo normal es esperar por lo menos tres meses a partir de la fiesta de compromiso, pero no veo la necesidad de esperar tanto. —Mística abrió los ojos sorprendida—. Ya vives en mi pueblo; ya fuiste mía; —agregó en un susurro—, no veo porqué he de esperar tanto para que sea oficial. Haremos la fiesta de compromiso este fin de semana. Será algo íntimo, le diré a mi tía Fortunata para que nos ayude con los preparativos y nos casaremos en un mes.

Flor ImperialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora