El frio de la noche ya había calado a Soe. Apenas había decidido entrar de nuevo a su cuarto, cuando una voz lo detuvo.
—¿Qué haces? —le preguntó la vez de uno de los trillizos a su espalda.
—¿Marino? —aventuró Soe, sin distinguir bien el peinado del joven.
—No. Axel —rio el joven, acercándose, llevaba puesto un pantalón blanco con bata encima, descalzo y el pelo alborotado.
—Lo siento, no te distinguí bien.
—¿Qué haces? ¿No puedes dormir?
—Más bien tengo mucho en que pensar.
—¿Tienes algún problema? —cuestionó Axel, sentándose a su lado.
—No... —Soe bajó la mirada, los pies del trillizo eran largos y blancos, las puntas de sus dedos estaban sonrosadas por el frio.
Axel habló, serenamente y con voz dulce:
—Si no quieres decirme, te entiendo, pero no insultes mi inteligencia, es obvio que algo tienes.
El menor le sonrió en el justo momento en que una débil luna menguante se asomaba detrás de una nube.
—¡Vaya! —exclamó Axel, sonriendo—. Tus ojos son muy claros de color, pareciera que brillan en la oscuridad —Soe se sonrojó al oír esto—. Te ves como poseído, es increíble.
El joven no pudo reprimir una carcajada.
—¿Es un elogio?
—Algo así.
—Y tú, ¿qué haces aquí? ¿También tienes problemas? —preguntó Soe.
Axel dio un largo suspiro, luego su cara se tornó seria y adusta como la de su hermano Marino.
—La verdad, si. Papá me pidió que atrasara mi fiesta de compromiso, por lo menos dos semanas, para poder invitar al socio del que nos habló la otra vez, un tal Bustamante... —Soe asintió, alentándolo a continuar—. Mística se volvió una fiera, discutimos hace algunas horas, cuando la dejé en la puerta de su hotel. Me dijo que esto ya había tardado demasiado, que no estaba bien que una señorita viajara con un hombre que no es ni su prometido y tantas otras cosas.
Soe sintió desprecio por la prometida de Axel, al recordar la mala jugada que le hicieron ella y Sarabell a Moriana.
—¿Por eso estás aquí? —atinó a preguntar.
—Sí, discutimos muy fuerte y Mística es muy intransigente, la verdad me asusta un poco pensar que así será mi vida de ahora en adelante.
—Si tienes tantas dudas, no deberías casarte tan rápido.
—Ya lo he pensado, pero la verdad es que la quiero demasiado —suspiró Axel.
«Vaya, él si sería un buen novio», pensó Soe.
La plática entre Soe y Axel resultó amena y fluida, se simpatizaban y había confianza y estimación, dicha conversación se extendió hasta las cuatro de la mañana, el frio era inclemente agresivo y Soe temblaba de pies a cabeza. Axel, un poco más maduro y curtido, se mostraba más desenvuelto.
El rubio le había platicado gran parte de su viaje, un asalto del que había sido víctima, varios pleitos con borrachos y suculentas bebidas y comidas en los mejores restaurantes del mundo.
Soe escuchaba embobecido. A pesar de que no sentía los dedos de los pies y tenía la quijada entumida, se sentía tan a gusto en compañía de Axel que no quería retirarse.
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Flor Imperial
RomanceSoe es un muchacho de veinte años, huérfano y con problemas económicos, mismos que lo obligan a aceptar la ayuda de sus prejuiciosos y adinerados parientes. De esta forma, se muda a la mansión De la Rosa, donde descubrirá que no importa tu estatus s...