Capítulo 14: Compromiso

305 31 288
                                    


Soe y Moriana intercambiaron una mirada temerosa, pero al ver la sonrisa de Lunet, comprendieron que no había escuchado nada previo al comentario.

—¿Y bien, Moriana? ¿Qué es lo que Soe no está haciendo bien?

—Limpiar, señor —aventuró el ama de llaves, tomando el plumero—.El joven quería ayudarme con los libros, pero no lo está haciendo bien.

—Tal vez sea porque no es su deber, Moriana —dijo Lunet severamente—. Ven conmigo, Soe —pidió el hombre, retirándose a una habitación adyacente.

Soe y su tío cruzaron a un enorme despacho, donde podrían hablar en privado.

—Soe —le llamó Lunet, tomando asiento tras un gran escritorio—, quiero que limites tu amistad con la servidumbre.

—Solo platicaba con ella.

—A eso me refiero. Mira, Soe, ahora que has aceptado mi protección, te has vuelto un De la Rosa, y como tal te debes comportar. En este mundo hay solo dos tipos de personas, las que obedecen y las que mandan, y no se puede ser ambas. Tú sabrás de qué lado estás.

Soe no contestó, jamás había pensado que su tío tuviera esas ideologías, así que se limitó a asentir.

—Ve a asearte, no tardan en servir la cena.

—Sí, tío. —Soe se retiró a su habitación.

Fortunata había decidido bajar a cenar y mostrarse alegre, quería ir de nuevo a Costa Blanca para poder ver a Píramo una vez más, y si la veían deprimida o indispuesta, no se lo permitirían

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Fortunata había decidido bajar a cenar y mostrarse alegre, quería ir de nuevo a Costa Blanca para poder ver a Píramo una vez más, y si la veían deprimida o indispuesta, no se lo permitirían. Ya estaban todos sentados cuando la vieron llegar.

—¿Qué tal, mamá? ¿Cómo sigues de tu dolor de cabeza? —le preguntó Gema al verla.

—Ya mucho mejor, ¿y tú?

—Me encuentro mejor que nunca, y deseosa de conocer más a fondo a nuestro primito, ya que ahora va a vivir con nosotros.

Todos se sorprendieron al oír esto, pues no era un secreto que Gema repudiaba a Soe. El chico de ojos bicolores buscó alguna respuesta en los ojos de Darío, pero este estaba tan sorprendido como él.

—¿Y qué te gustaría que Soe te contara? —preguntó Fortunata mientras servían la cena.

—¿Por qué no viniste a vivir aquí en cuanto murieron tía Matilde y su esposo?, por ejemplo.

Todos se sentían perturbados con el cambio de Gema, y hasta hubo quien deseó que se hubiera quedado en su habitación. Solo Sarabell mostraba una sonrisa ingenua.

—¿Por qué no me vine enseguida? —meditó Soe—. No es tan fácil cambiar de hogar, aunque pases estrechez económica, desde que tengo conciencia había vivido en esa casa, bajo ese techo y entre esas cuatro paredes hasta el día de hoy. Ese hogar está llena de recuerdos, y de algún modo sentí que era una traición a mis padres dejar la casa por la que tanto habían luchado.

Flor ImperialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora