El último show.

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Estábamos esperando fuera de ese lugar de mala muerte, habíamos decidido seguir a Damon, para cuidarle. Como acordamos entre todos, iríamos por turnos, obviamente sin que él supiera. La idea era que, con los poderes de Ariel, pudiéramos pasar desapercibidos, completamente invisibles, pero su falta de control solo nos daba un tiempo limitado.

— ¿Puedes volver a intentarlo pronto? — le pregunté viendo lo agotado que estaba.

— No lo creo...

Sentimos el abrir y cerrar de la puerta oxidada y vimos a Damon bajar apresurado, dando cortos y pequeños saltos por las desniveladas escaleras, hasta que se detuvo a la mitad con sus ojos muy abiertos de lo sorprendido que estaba.

— ¿¡Qué!? ¿Qué hacen ustedes aquí?

*** DAMON POV***

Había decidido aceptar el desafío de la chica, averiguar su nombre no debería ser tan difícil. Fui a la barra, y le pregunté al barman sobre ella. Era un hombre de cabeza rapada completamente y ojos celestes extremadamente claros.

— Ella es Shiloh, su banda casi siempre toca aquí.—me dijo.

— Gracias por la información — respondí golpeando suavemente la superficie de la barra con mi palma.

Fui hasta la salida, baje rápidamente las escaleras y me encontré con un par de conocidos, íntimos conocidos.

— ¡¿Qué?! ¿Qué hacen ustedes aquí?

Me pusieron cara de no tener palabras, pero no me iba a quedar tranquilo.

— ¡Kai... dímelo! — exigí abruptamente —. ¿Acaso me están espiando?

— ¡¿Y puedes culparnos?! — exclamó un poco cabreado.— Escúchame. El poder de Ariel consiste en crear una realidad distinta, para que no pudieras saber que te seguíamos. ¡Pero solo hacemos esto porque estamos preocupados por ti!

— Volvamos al instituto. Lo hablaremos allá — ordené indignado caminando apresurado y pasando de ellos.

Llegando al instituto en pocas horas, nos encerramos todos en la habitación para aclarar las cosas.

— ¡¿En qué estabas pensando?! ¿Mandarme escoltas? ¡Yo puedo cuidarme!, ¡¿No dijiste hace tiempo que era la criatura más poderosa del mundo?!

— ¡Y estúpida también! — gritó Zeth —. ¡Muy estúpida!

— ¡Dejen de gritar! — gritó también Hae.

— Vale, vale. Escúchame por lo menos una vez en la vida y entiéndeme.

— ¿Qué tienes que decir? — se cruzó de brazos frunciéndome el ceño.

— No me siento bien, necesito salir de aquí de vez en cuando, respirar otro aire, divertirme. No me he portado mal, he hecho todo cuidadosamente — dije con la voz débil, ya que se me cortaban las palabras por el nudo en la garganta, cuando se volvían agudas.

— ¡¿Pero mira dónde te fuiste a meter?!

— ¡Zeth! — dije fuerte —. No pueden dañarme tan fácilmente. ¡Entiéndelo!... Entiéndeme.

Me miró con ternura, por primera vez desde que había empezado toda la discusión, me miraba como antes, cuando creía que yo era diferente, con esa mirada que me hacia sentir especial.

— Yo solo... — exhaló fuerte —. Yo solo... no quiero que algo malo te pase...

— Estaré bien, me enseñaste a cuidarme. Por éste tiempo, necesito estar solo. Déjenme solo — les pedí a todos.

Pandemonium.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora