La alarma sonó interrumpiendo los sueños de Natalia, así como de Rebecca y Alicia. Resulta que las tres chicas tenían clases a la misma hora: las 8:00 am. Natalia frotó sus ojos con ambas manos, luego los abrió y posteriormente se dispuso a levantarse de la cama. Vio como Alicia se levantaba de su cama desnuda, así que decidió ir al baño con los ojos cerrados. Allí tomó una ducha caliente. Después tomó crema hidratante para aplicarla a todo su cuerpo. Por último, colocó desodorante en sus axilas y la toalla alrededor de su cuerpo para salir al cuarto y buscar qué ponerse. Seguidamente, tomó su gran maleta, la abrió y tomó lo primero que vio: una blusa manga larga verde agua con botones al frente, un blue jean claro y rasgado en las piernas y unas converses blancas. En cuanto a su cabello, ese día estaba un poco rebelde, así que decidió recogerlo, sin embargo, resultaba un tanto difícil por ser a la altura de los hombros. Finalmente, se miró en el espejo, sonrió y emprendió camino a su salón de clases, el cual estaba escrito en el horario que le dieron al registrarse el día anterior.
La chica caminaba por los pasillos de la universidad observando las relaciones que tenían unos estudiantes con otros y se preguntó si algún día ella sería como ellos. Habiendo llegado a su destino, tomó un poco de aire y entró en gran salón, donde pudo observar una pantalla blanca inmensa al fondo y el resto del lugar se encontraba repleto de sillas ocupadas por una gran cantidad de alumnos. Natalia estaba tan impresionada que tropezó en uno de los escalones mientras bajaba por la escalera. Sus libros cayeron al suelo. Sin embargo, unas manos que llevaban en una de las muñecas un reloj conocido rápidamente la ayudaron a levantarse. Era Sebastián.
- Sebastián.
- Sólo ve a sentarte, ¿si?
- Pero...
- No digas nada, no tienes que agradecer. Cualquiera lo hubiera hecho.
- Precisamente. Cualquiera pudo haberlo hecho, ¿por qué tú?
- Porque... Estaba cerca.
Natalia estaba confundida, ¿realmente sólo fue porque estaba cerca? La pobre chica no tenía ni la menor idea acerca de donde sentarse hasta que en una de las filas vio a Arturo hablando y bromeando con otros chicos, así que le pareció una buena idea ocupar la única silla que quedaba en esa hilera.
- Arturo...- dijo Natalia insegura.
- ¡Hola! ¿Qué tal te ha ido?
- Bien... Es decir, ¿podría...?
- ¡Por supuesto que sí! Siéntate, por favor - sonrió Arturo.
- Gracias. Así que... Primer día, ¿eh?
- Jajajaja si, eso creo. ¿Te encuentras bien?
- Si, bueno... Me caí al entrar, pero creo que son los nervios.
- Cielos, pero nada ocurrió, ¿cierto?
- No, no. Afortunadamente mi... Un chico me ayudó.
- Te encantará esta clase.
- ¿Ya la has visto?
- Bueeeeeno... Verás, es la segunda vez que curso este año.
- ¿De verdad? ¿Por qué?
- Tuve algunos problemas, pero nada de qué preocuparse. Ahora estoy aquí y es lo que importa.
- Es cierto.
Unos tacones resonaron en el suelo de madera segundos después de que una dulce pero potente voz exclamó: ¡Buenos días, jóvenes! Entonces se podía observar delante de la gran pantalla a una mujer de unos cincuenta y tantos, su cabello era rubio pero canoso, un tanto regordeta y se apreciaban algunas varices en sus piernas largas. Se presentó diciendo que era la profesora Amy Brown; su tono del inglés británico era perfecto. Dijo que sería la profesora de teatro y que debían leer una cantidad inimaginable de libros debido a que serían dramatizados en la clase. Después de unos minutos de charla, como era de esperare, mencionó Romeo & Julieta, entonces Natalia suspiró.
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Condenados por el amor |COMPLETA|
Ficção AdolescenteHoy estan enamorados y al día siguiente repentinamente estan condenados a estar solos. Únete a la condena de Natalia, Sebastián y todos los que rodean su mundo, enamorándote de cada una de las historias que se esconden detrás de los personajes de es...