Olvida lo malo

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El cuarto del hospital se veía mas triste de lo normal y la mano de Matías sostenía la de Natalia hasta que ella abrió lentamente los ojos.

- Matías... Lo siento...

- No digas nada. Yo lo siento. Nos diste un gran susto en la universidad.

- ¿Qué haces aquí? Creí que estarías odiándome.

- Natalia, creo que nadie que esté lo suficientemente cuerdo podría odiarte.

- Pero, yo... Arruiné el evento de caridad.

- ¿En serio lo crees? - rio. - Porque yo pienso que nunca un evento de caridad había sido tan divertido como ese.

- El alcohol hace un efecto raro en mí - rieron ambos.

- A todos nos hace algún efecto raro. Lo importante es que estás bien, que en unos meses vas a ser escritora, graduada de una de las mejores universidades y yo estaré... - hizo una pausa por unos segundos -...pudriéndome en la cárcel.

- ¿De qué hablas?

- Alicia me denunció.

- ¿Cuáles son tus delitos?

- ¿Aún lo preguntas? Homicidio y abuso sexual. Resulta que ella es homosexual y siempre estuvo enamorada de Rebecca.

- Cielo santo. Oye, prometo visitarte - apretó fuertemente su mano.

- Gracias, no lo dudo - sonrió. - Ahora debo irme sino vendrán a buscarme y me esposarán frente a ti, lo cual no quiero que pase. Natalia, nunca cambies. Sé que llegarás lejos - depositó un dulce y prolongado beso en su frente.

- Cuídate. Hasta pronto.

El cuerpo de Natalia se relajó tanto que volvió a dormirse un par de horas mas hasta que fue despertada por Javier, quien había entrado junto a la enfermera para llevarle un poco de comida a la chica. Segundos después, entró el Dr. Lombardi, quien tenía que darle la terrible noticia de su pérdida. Aunque Natalia no debía recibir malas noticias por el momento, lo correcto era decirle qué le había sucedido y la razón por la que se encontraba allí.

- Buenas tardes, Srta. Stracciatella - dijo Lombardi.

- Hola, ¿qué tal? ¿Qué me pasó? - rio.

- Es difícil de decir.

- Entonces ¿no sabe qué me pasó?

- Si lo sé, es sólo que no sé cómo tomarás dicha noticia.

- Dígame - se sentó en la cama.

- ¿Podrían dejarme a solas con la dama? - pidió a Javier y a la enfermera. - Gracias - dijo cuando salieron. - Natalia, ¿hace cuanto tiempo tuviste relaciones sexuales por última vez?

- Hace unos dos meses quizás. ¿Por qué?

- El dolor repentino y tan intenso que tuviste fue un aborto espontáneo.

- ¡Imposible! - se llevó ambas manos a la boca.

- Tenías cuatro semanas de embarazo. Tal vez has tenido mucho estrés en la universidad.

- Si, posiblemente sea eso. Oh mi Dios - se cristalizaron sus ojos.

- ¿Se puede? - Marco abrió la puerta de la habitación.

- Por supuesto que si. Adelante. Los dejo solos - dijo Lombardi.

- ¡Papá! Yo...

- No digas nada. Debo decirte que lo siento mucho, hija.

- No, por favor perdóname. Yo no debí comportarme de esa manera.

- Pero yo debí decirte la verdad cuando viera que estuvieras lista - sonrió con lágrimas en los ojos.

Condenados por el amor |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora