Más que un dolor

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En un hotel de Milán, Natalia y Javier celebrarían su noche de bodas. Sin consultarlo con su esposa, él había decidido viajar a Orlando - Florida para pasar su Luna de Miel. La fiesta después de la boda había sido todo un éxito. Los recién casados estaban agotados de haber bailado y celebrado tanto.

- Hoy fue increíble. Fue un día muy importante para mí - dijo Javier sonriendo.

- Lo sé. Créeme que para mí también. Quiero que perdure la importancia de todo esto.

- También yo, por eso seré fiel a mi compromiso contigo - tomó sus manos.

- Hablas demasiado - lo besó entrelazando sus dedos en su cabello.

Las manos de Javier se deslizaron lentamente a lo largo de la cremallera del vestido de novia y posteriormente la abrió, acariciando con la yema de sus dedos la espalda de la chica. No había corriente o electricidad que recorriera el cuerpo de Natalia, para ella eran sólo dedos que la tocaban con delicadeza. La tela blanca y gruesa cayó de golpe al suelo en cuestión de segundos, dejando a la novia sólo cubierta por su ropa interior. Entre besos simples, como cualquier otro, ella retiró el saco, seguido de la corbata hasta que el torso de su esposo quedó desnudo completamente al retirar la camisa.

Pronto, el cuerpo inseguro de Natalia estuvo enteramente desnudo a medida que los besos provenientes de la boca de Javier lo recorrían sin detenerse. A pesar de que su esposo tocó todos sus puntos débiles, ella no sintió placer alguno. De un momento a otro, él la hacía suya, pero ella sabía que no le pertenecía pues el hombre que la había hecho mujer era Sebastián y nadie podría cambiarlo. Estando a punto de alcanzar el clímax, los gemidos de Javier se hicieron más potentes, entonces una lágrima salió de uno de los ojos de Natalia; tomó rápidamente a su marido, quien estaba sobre ella, y lo abrazó fuertemente mientras sollozaba de la forma más silenciosa.

Un "te amo" surgió de las cuerdas vocales de Javier, pero la chica no pudo responder, se mantuvo en silencio y fingió que se había quedado dormida una vez que él se apartó de encima.

Los días corrieron más lentos que de costumbre y la razón era muy obvia, Natalia no estaba donde quería. Cada amanecer pensaba en Francisco y por las noches lo soñaba inconsolablemente. Javier se preguntaba la razón por la cual su esposa no deseaba subirse a ninguna de las atracciones de los parques que visitaban hasta una mañana en el hotel que despertó y ella no estaba a su lado. Se levantó sin ponerse los zapatos, desesperado por encontrarla. Entonces ella apareció saliendo del baño con una prueba de embarazo en las manos, la cual indicaba un resultado positivo. Automáticamente, Javier la abrazó y la alzó en sus brazos mientras que la joven sólo podía fingir una expresión de asombro.

Decidieron volver más pronto de lo planeado a Italia, pues deseaban darles a todos la increíble e inesperada noticia. Durante meses fue la misma rutina, ir al chequeo en el hospital para asegurarse de que todo estuviera bien; aunque Natalia guardaba el secreto con el doctor acerca del tiempo exacto de su embarazo, mentían en cuanto a una semana para que los cálculos fueran correctos.

Por las noches, Natalia colocaba la única grabación presente el en viejo teclado que alguna vez le regalaron, dejando sonar su melodía favorita que le permitía relajarse hasta quedarse dormida después de patadas repetitivas a lo largo del día desde el interior de su panza. La cesárea fue programada para un jueves en la mañana y ese día Javier se apresuró a llevar a su esposa al hospital, donde estuvo unas varias horas esperando impaciente junto a su hermana, su suegro y otras personas más.

Afortunadamente, todo salió como estaba planeado y al atardecer, Natalia estaba descansando en una de las habitaciones. Marco, Javier y Julieta entraron a acompañarla y rato más tarde, llevaron a dos hermosos bebés hacia las cuatro paredes, impresionando a todos.

Condenados por el amor |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora