Río de secretos

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Natalia se miraba al espejo de la habitación, terminaba de acomodar su vestido blanco con detalles de colores vinotinto, mostaza, rojo y fucsia que le llegaba por encima de las rodillas. Su cabello suelto, alborotado. Tomó su bolso color fucsia y se marchó. Se dirigía hacia su salón de clases, pero unos fuertes gritos que repetían lo mismo una y otra vez llamaron su atención: "¡PELEA, PELEA!". Ella rápidamente se dirigió al campus asustada para ver que estaba pasando. Se sorprendió cuando logró, después de poderosos intentos, adentrarse en la multitud que presenciaba el espectáculo. En la grama verde y húmeda, estaba tirado Arturo con su cara golpeada, llena de sangre, mientras que los dos chicos que reían y bromeaban con él el día anterior lo estaban pateando.

- ¡HEY! ¿QUÉ DIABLOS ESTÁN HACIENDO, IMBÉCILES? - gritó Natalia cuando pudo entrar y acercarse. Empujó a ambos chicos y seguidamente se arrodilló al lado de Arturo. - Por Dios. ¿Qué te han hecho? Vamos, tengo que llevarte a la enfermería - pasó uno de los brazos de Arturo alrededor de su cuello y con la otra mano tomó su cintura. - Dime algo.

- Tú... Tú... - intentaba hablar. - Me has... Salvado.

- Hice lo que cualquiera tenía que hacer. Ya no hables, sé que te duele.

- Gra... Gracias, Nat.

Arturo fue llevado hasta la enfermería por Natalia. Allí le dijeron que no era nada grave, afortunadamente. Sin embargo, debía tener mucho reposo si quería recuperarse lo más pronto posible, por lo tanto, le dieron una suspensión y le permitieron quedarse unos días en la enfermería en caso de emergencias.

- No lo entiendo. ¿Por qué te golpeaban? Ellos hablaban contigo ayer como si fueran muy amigos.

- No lo sé, Nat. Apenas los conozco y las personas son muy falsas. Nunca sabes con quien estás hablando. Pero respondiendo a tu pregunta, estoy casi seguro que fue Rebecca.

- ¿Rebecca? Cielos santos. Ella me dijo que me alejara de ti.

- Es obvio, ¿no?

- No lo es para mí. Creí que me protegía.

- No, me protegía a mí de otras chicas.

- Tienes razón. Ella se veía muy mal cuando la encontré vomitando. Pero ella es una tonta, un chico como tú nunca se fijaría en mí. Sólo somos amigos.

- ¿Por qué dices que alguien como yo nunca se fijaría en ti?

- Porque mírate.

- Me miro cada día en el espejo y creo que soy como todos los demás.

- Eres... Perfecto.

- Natalia, por Dios.

- En serio, es decir, cualquiera pensaría eso. No tienes imperfeccio... - Natalia no pudo terminar de hablar porque se quedó atónita al ver que Arturo retiraba su pantalón. - nes... - finalmente, el blue jean quedó tirado en el suelo y una prótesis desde la mitad del muslo hasta terminar el pie pudo verse.

- No soy perfecto. Simplemente, tengo secretos e intento serlo, como todos los demás.

- Tú... No tienes...

- Así es. Me falta una pierna, pero nadie lo sabe. Sólo Rebecca. Algunas chicas han querido acostarse conmigo, pero no deseo que me tengan asco o lástima.

- Lo siento.

- Natalia, mi papá no era drogadicto. Murió salvando a uno de ellos. Mi hermano. Al parecer debía un dinero a traficantes.

- No sé qué decir.

- Ahora, puedes alejarte, si quieres.

- No es una razón para hacerlo. No te preocupes.

Condenados por el amor |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora