Equipaje pesado

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- Tenías razón - dijo Natalia entre los brazos de Arturo con lágrimas en los ojos.

- ¿Acerca de qué? - preguntó asustado.

- Las personas irremplazables no existen. Todos somos reemplazables - se separó de su pecho.

- Oye, no. No le hagas caso a las estupideces que digo.

- ¿Por qué si son ciertas?

- ¿Por qué mejor no me cuentas qué te pasó?

- Sebastián... Él...

- ¿Te hizo algo ese imbécil? - interrumpió.

- En su teléfono... - comenzó a llorar de nuevo.

- Está bien, está bien. No lo digas ahora. Tienes la misma clase que yo en un par de minutos, ¿cierto?

- Así es. Iré a tomar un baño.

- ¿Quieres que te espere frente a tu habitación?

- No, gracias. Aunque pensándolo bien - tomó la mano de Arturo - ven conmigo - dijo al ver a Sebastián.

- ¿Qué te hizo cambiar repentinamente de pensar? - dijo frente a la recámara de Natalia.

- No lo sé. Creo que es mejor así - sonrió.

- Muy bien. Aquí estaré.

- Nos vemos entonces - dio un beso en su mejilla.

Natalia dejó al agua caliente recorrer su cuerpo, permitiendo que el dolor y las emociones negativas se fueran por el sumidero. Al finalizar, colocó sobre su cuerpo un jean morado y una franela blanca con la frase: "I❤NY". Sus pies eran cubiertos por unas converses blancas. Ató su cabello en una cola de caballo y salió. Tomó el brazo de Arturo brindándole una sonrisa, a la cual éste respondió. Cuando llegaron al salón, se sentaron juntos aunque eso no era nuevo, pues ya lo habían hecho antes. La sangre de Natalia empezó a hervir al ver como Sophie se sentaba al lado de Sebastián. La clase se pasó sumamente lento y no faltaban las miradas entre los próximamente ex novios. Finalmente, la tortura terminó a las 15:00 cuando al fin pudieron salir de clases.

- Nat - Sebastián tomó el brazo de Natalia.

- Prometí escucharte, pero ahora no quiero hacerlo. Déjame ir - hablo seria.

- Si tan sólo me dieras un minuto.

- No quiero, perdóname. Luego será.

- ¿Lo prometes?

- Lo prometo. Sólo déjame en paz por ahora ¿si?

- Está bien - sus ojos se cristalizaron.

Los pasos de Natalia recorrían el largo pasillo hacia su habitación. No deseaba llorar a la intemperie. Al llegar a su destino, cerró la puerta y seguidamente se deslizó hasta sentarse en el suelo y dejar que el agua salada recorriera sus mejillas.

- Hey - dijo Clara.

- ¿Sabes? Hubiera preferido estar en tu lugar - dijo entre sollozos.

- ¿De qué hablas?

- Hubiera preferido que me dejara por la distancia y no por alguien más.

- Natalia... Sea por lo que sea, si se terminó es porque no funcionará. Ni ahora, ni nunca.

- ¿En serio lo crees así?

Condenados por el amor |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora