CAPITULO 4

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= Hay que ser valiente para toparte con tu destino, por que este tiene métodos muy poco agradables y bastante cuestionables para conducirte a él=

Fue todo una hazaña salir desapercibida del castillo, para empezar sus hermanos se tardaron en conseguirle la ropa de "campesina" que les había encargado y luego estaba su cabello, lidiar con él para ocultarlo fue el peor de sus tormentos, por un momento considero si no era mejor desistir a toda esa locura, pero no había vuelta de hoja, se aseguró de que sus hermanos llevaran discretamente envueltos su arco y su espada además de un vestido extra y unas cuantas provisiones, ella misma por otro lado puso en su vestido, (en un cinturón amarrado dentro de el para ser más exactos) una bolsa con joyas y dinero de emergencia, y en su tobillo izquierdo se amarro un cuchillo, pues según las enseñanzas de su padre "uno nunca saber cuándo tendrá que luchar por salvar su vida" "o a su familia" solía completarle siempre la reina dándole un beso en la mejilla al Fergus.

Todo esto le estaba costando más trabajo del que debería, pero al final logro salir de su hogar y espero a estar lo suficientemente lejos antes de cabalgar su caballo y dejar salir un mechón de su cabello de su apretada capucha.

El primer día fue difícil, nunca había dormido a la intemperie, si había cazado, recolectado frutas y encendido fogatas, pero aguantar sola el frio de una noche de otoño no era algo del todo agradable.

Al segundo día se topó con la situación de que debía lavar su ropa, nunca lo había hecho por si misma pero graciosamente termino más divertida que agotada y también le dio una ducha a su caballo.

La princesa Mérida cada vez se convenció más que, aunque le llamaba la idea de gobernar un reino, era mucho más interesante ser parte de él, al cuarto día decidió ir a un poblado que alguna vez visito con su padre cuando tenía 9 años, a pedir "trabajo" como ayudante cocinera, claro que no necesitaba el dinero pero si al final de cuentas sería una reina sobreprotegida el resto de sus años al menos podría tener experiencias interesantes que contar diferentes a los demás.

Su primer día de trabajo la dejo más intrigada que cansada, jamás hubiera imaginado cuantas cosas se hacen para guisar algo diferente a la carne asada o a la ensalada de patatas, su patrona le ofreció posada en las cocinas del mismo lugar, pero ella prefirió que le dejaran estar en el establo con su August porque no había nada que le desagradara mas que el olor de las empanadas de estómago de vaca además, solo para estar segura, había procurado no mostrar su cabellera y agachar mucho su rosto cada que estaba en presencia de otras personas, no fuera a ser que alguien la reconociera aun en esos lugares y entonces todo se arruinara, amaba a su madre, pero estaba segura que esta la iría buscar en caso de que tuviese alguna pista de ella.

En esas noches Merida no lo noto pero, siempre al anochecer cuando esta se liberaba de su capucha y caìa dormida había una presencia que la había estado observando y justo al salir el sol se marchaba entre los arboles del bosque.

Al sexto dìa algo sumamente malo paso, en realidad fue un accidente bastante estúpido, se empezó a correr el rumor de que la "Princesa Mérida" había sido llevada lejos de su castillo con un Varòn de otro reinado y para contraer matrimonio lejos de Dumbroch y dicha ofensa a su reino había ocasionado la presencia del "Mostruo de marfil" o Mounstro de perlas" como solían decir muchos, quien se encargaría de devorar a todo cuanto pronunciara su nombre.

"Las estupideces que la gente cuenta para estar entretenida" se decía la pelirroja tratando de ignorar esos chismes mientras​ se preguntaba "¿quién bobo habría inventado un nombre tan rebuscado para un supuesto monstruo?, ¿no era más fácil re-utilizar al espíritu de Mord'O?"

Para colmo debido a que era la nueva allí ese dìa le pusieron a cortar dos costales de cebolla que mientras la mantenían llorando hacía que se hiciera una cortada en las manos cada de cerraba un poco los ojos por su constante lagrimeo.

Para medio día terminó con ambas manos cubiertas de cortadas y los ojs rojos, no entendía como era que podía pasarle eso con un simple cuchillo de cocina si era buenísima con su espada.

En fin, estuvo tan inquieta las primeras horas en la cocina que fatigada antes de que empezara el atardecer salió por un momento al pozo del patio trasero para remojarse el rostro y el cabello cuando un tipo enorme y de mirada gélida llegó con una sonrisa aterradora a sus espaldas.

- Desde que te vi supe que había algo distinto en ti.

- ¿Quién es? Aléjese, no le conozco.

- Sì, solo una princesa daría órdenes con tanta firmeza a un hombre al que no conoce.

- No sé de qué me habla. Soy una cocinera que trabaja aquí.

- Claro, y yo soy una buena persona.- empezó a reírse malévolamente mientras cinco hombres más a sus espaldas salían de los arbustos con facha de villanos.

- Por favor, yo no les he dado motivos para agredirme, intento conocer un poco más del reino y....

- Shhh...por favor, no queremos un discurso conmovedor como el que utilizaste para salvarte de tu compromiso pero, de hecho, ¿Cuánto crees que nos​ paguen los reyes y los Lords porque se les devuelva a su princesita en una sola pieza?- el hombre la arrinconó contra el pozo y Mérida aterrada pero sin dudarlo le propino una patada a la entrepierna y hecho a correr hacia el establo gritándole a August mientras el hombre adolorido e hincado le gritaba a sus camaradas.

- ¡Qué no se escape!

Mérida casi tan rápido como pudo amarro sus pocas pertenencias a la montura del caballo y tomo su arco y flechas antes de montarle.

Los tipos estuvieron a nada de detenerla muy de hecho se pararon en fila cubriendo la salida del establo poniendo al pobre August tan nervioso que empezó a pararse sobre sus patas traseras y a nada estuvo de tirar a su jinete, pero en eso Mérida vio la oportunidad y disparo un par de flechas a una sogas que sostenían una madera llena de paja y barro para el establo, haciendo así que con sus acertados disparos se rompieran y dejaran caer aquello sobre los malhechores, en seguida la pelirroja apresuró su paso y salió de allí sin voltear atrás.

Al séptimo día su estómago clamaba por algo de comida, tenía en la bolsa que alcanzo a poner en August antes de escapar solo un par de manzanas que no quería desperdiciar antes de intentar cazar algo.

Había corrido tan despavorida que una vez que se tranquilizó y dejo de "apretar el paso" noto que se había adentrado demasiado a la zona boscosa y no habría muchos "puestos de comida" por allí claramente.

Con un poco de suerte consiguió algunas raíces y cazo una liebre, algo que aunque la dejo muy enlodada pudo acallar un poco su hambre.

Al octavo día decidió que pasaría un tiempo en el bosque antes de volverse a arriesgar a entrar a un poblado de modo pues, que ni intento hizo por ocultar su arco, su espada o su cabello, incluso tuvo la esperanza de encontrarse con algún espíritu como el que la había llevado con la bruja. Pero eso no paso.

Destino y LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora