CAPITULO 19

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- ¡Corre! ¡Corre!- le gritaba la pelirroja a su caballo volteando hacia atrás solo para percatarse que aún con todos los senderos complicados que había tomado, seguían persiguiendola esos rufianes de los que ya se había olvidado hace tiempo, para ser más precisa desde que se topó con el domador de dragones de quién apenas hace un par de horas se había despedido.

- ¡Vuelve aquí princesita! - reclamaron en sus fuertes caballos los rufianes, riendo entre ellos, sabían que no podría escapar y solo estaba alargando su inminente captura.- ¡Si te detienes ahora consideraremos ser gentiles.!

- ¡Pierdanse!- reclamó Mérida y entonces notó que ya no había salida, había entrado en un sitio del que solo saldría mal herida o muerta, una cascada en picada enfrente cuyo extremo estaba demasiado lejos como para llegar con un salto con tan poco impulso, atrás seis hombres que solo buscaban dinero y venganza, y a los lados tierra arenosa que terminarían haciendo al caballo resbalarse y que eventualmente cayera al río que conducía a la caída de la cascada.

- No tienes adónde escapar princesa, mejor ven por las buenas.

- Antes muerta.- no obligaría a su caballo, su viejo amigo a comenter suicidio, algo oe habían enseñado los vikingos, y ese algo era que más que una mascota, hay criaturas que se convierten en tus amigos y aliados, de un momento a otro salto desde su caballo al río intentando pasar al otro extremo y...

....

- Hiccup, tenías razón, aquí está plagado de vegetación que jamás encontraríamos en Berk.- dijo la rubia mientras cargaba un costal más de plantas con vallas rojas en Chimuelo, por qué Marcail se había negado a fungir de dragón de carga.

- ¿Cómo dices?..Ah, sí, hay muchas cosas buenas aquí.- el castaño habría querido irse cuanto antes de Dunbroch para ahogar con velocidad y viento ese malestar de vacio que tenía, pero el clima se había desmejorado y puesto que Marcail no tenía buen sentido del olfato ni del oído no quisieron arriesgarla a volar dependiendo solo de su vista en una niebla tan densa. Por tanto unos cuántos metros después de haber elevado vuelo regresaron a tierra para descansar un rato y aprovecho la rubia para recolectar lo que la vegetación de allí proveía.

El ojiverde trataba de prestar atención pero seguía viendo al horizonte con la esperanza de ver el cabello cobrizo de Mer máovido por el viento mientras sobre su caballo regresaba diciendo que iría con ellos, que regresaría con él... pero habían pasado dos hora y ella no iba a regresar.

Chimuelo empezó a actuar extraño, al parecer percibía algo, pero no un peligro por qué de ser así ya estaría en modo defensivo.

Se aproximaba a toda velocidad August con su silla de montar pero sin nadie sobre él. Esto no significó nada para Astrid que no conocía a dicho caballo sin embargo para Hiccup fue motivo de alarma y echó a correr para tomarlo de la rienda y calmarlo, como que por un segundo olvidará que correr con sus protpia piernas no era lo suyo casi volo sin la necesidad de un dragón.

- ¡¿Que haces aquí?! ¡¿Dónde está Mer?! - preguntó al caballo como si este en verdad pudiera hablar.

- Hiccup ¡¿qué sucede?! - preguntó la rubia sin obtener respuesta.

- ¡Llévame con ella! - reclamó el castaño subiéndose al caballo, no sabía cómo cabalgar pero ya había estado sobre uno y si lo pensaba con calma, el caballo conduciría a él y no al revés.- ¡Astrid tu sígueme con chimuelo y Marcail!

El ojiverde se sostuvo con fuerza de caballo mientras buscó a la joven con la mirada todo el recorrido.

El caballo empezaba a correr como extraviado, al entrar a la parte boscosa habiendo tantos árboles y tantos olores mezclados se confundió y no recordaba con precisión a donde debía continuar.

Destino y LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora