Capítulo 51

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Estuve apunto de escupir la malteada que había en mi boca, pero envés de eso quise, o mas bien, intente tragar, pero de eso solo conseguí atragantarme y casi ahogarme. Sentí golpes leves en mi espalda cuando empecé a toser frenéticamente. Matthew dejó los golpecitos y volvió a colocar esa expresión de sorpresa, desesperación y absoluta conmoción, que inundaban nuestros rostros. Dejé la malteada sobre la mesa y simplemente no supe como reaccionar, quise gritar, estaba apunto de gritar, iba a gritar, en medio del lugar repleto de gente, iba a provocar que sus miradas, todos esos ojos terminaran en mi, expectantes y sin comprender porqué había lanzado ese grito.

¿Un ataque de pánico tal vez? Nah, simplemente una pequeña entrada, un poco de pánico.

Abrí los ojos y mi boca, apunto de gritar cuando...

- No entres en pánico - dijo Ale poniendo sus manos entre ella y yo, como si quisiese parar algo, en este caso mi posible grito de desesperación. Respiré hondo.

- ¡¿Que no entre en...?! - las ganas de gritar se incrementaron, a tal punto que en mi garganta podía sentir las palabras y el aire dispuesto a salir, pero me controlé, solo lo suficiente, pero de mi logro salir un gruñido frustrado y bastante resonante.

- Esta bien, tranquila. Tal vez solo haya sido un malentendido - dijo Cameron, intentando reconfortarnos a todos por igual, no era la única a punto de saltar del asiento e ir hacia mi casa y exigir respuestas, o al menos eso yo sentía.

- Tal vez, pero, no lo sé. Paso bastante rápido y en cuento lo escuchamos decir aquello, prácticamente huimos.

Mire a Nat con mi ceño fruncido para después bajar la cabeza. Intente pensar, pensar en qué tan cierto podría ser aquello, en pensar en cuales eran las posibilidades de que lo que Harry haya dicho fuesen puros inventos para intentar alejar a una chica, pero todas y cada una de mis teorías traían consigo una contraria. Pronto me di cuenta de que no podría saber la verdad acerca de eso sin tener que recurrir a la exigencia, debía interrogar a mi mentiroso y traidor hermano.

Demonios.

La campanita de la entrada del local volvió a sonar y como instinto yo dirigí mi mirada hacia la puerta, por donde una reluciente Candy entró para después dirigirse hacia nosotros.

Intercambie una mirada interrogante con mis amigos, intentando decidir si deberíamos decirle o no, ya que, de todos en esta mesa, la noticia nos hacia perder algo a todos pero ninguno como Candy, quien había suplicado a su madre el poder mudarse a California y había tenido que conseguir que la transfirieran de escuela.

Sabia que le iba a dar una buen patatús.

- ¡Hola, hola, tortolitos! - saludo viéndonos especialmente a Nat, Jack, Cameron y a mi - Y solterones - se dirigió a los restantes de la mesa. Nuestro silencio y miradas indecisas causo que el ceño de la rubia se estrechara y tras mirar hacia los ojos de cada uno de nosotros preguntó: - Ay dios, ¿Quien se murió?.

Estaba claro que bromeaba pero cuando ninguno de nosotros respondió ella entendió que algo iba realmente mal.

- ¿Que paso? - preguntó sin siquiera hacer un ademán de tomar asiento.

Miré a Cameron y el me devolvió la mirada, la pregunta inundó mis facciones y él simplemente asintió tras haberse mordido su labio inferior.

Me dirigí a Candy esta vez.

- Malas noticias.

***

Salí del auto tan rápido que anteriormente había estampado mi frente contra el vidrio de la puerta ya que por un segundo olvide que debía abrirla para salir del automóvil. Con el dolor aun punzando y la carcajada de Jazzy de por medio caminé por detrás de Candy quien estaba hecha una furia y quien se dirigía hacia la entrada de mi casa, echando humo por sus orejas iba a paso firme directo hacia la oficina de mi padre con quien tendría «una charla» o por lo menos eso había dicho la muchacha, yo en realidad temía que hubiese un intento de asesinato.

Demonios.

Las pisadas de la muchacha se perdieron por el pasillo hacia la oficina de mi padre tras subir unos cuantos escalones. Las dos puertas corredizas de la habitación fueron abiertas por Candy y sin siquiera esperar a que el hombre hablara ella gritó.

- ¡¿Te has vuelto completamente loco John?! - mi padre la miró estupefacto son sus ojos completamente abiertos tras las gafas que estaban sujetas detrás de sus orejas. Me posicioné a las espaldas de mi amiga y miré la escena en silencio.

No es que le tuviera miedo a esa bola de fuego andante, pero en realidad yo estaba igualmente enojada por la noticia y no impediría que la chica hiciera lo que probablemente yo estaría haciendo en este momento. Necesitaba saber el porqué de la noticia al igual que todos los chicos quienes se fueron colocando con cautela detrás de las puertas.

Mi padre miró de mi lugar a Candy, en busca de una explicación, yo simplemente me encogí de hombros y dejé que la muchacha siguiera gritando.

- Hombre ¡¿Sabes cuanto tuve que hacer, a cuantas personas tuve que chantajear para conseguir llegar a California?! - golpeó el escritorio de madera de mi padre, provocando que este se sobresaltar - ¡Muchas, John! ¡Muchas!.

- ¿De que estas hablando? - mi padre preguntó alzando sus cejas confundido. Fue cuando las pisadas de alguien más resonaron por el pasillo, y por la puerta Harry entró apresurado.

- ¿Que pasó? ¿Donde esta el fuego? ¿Candy? ¿Que esta pasando? - hizo una pausa - ¿Quien murió?.

Rodé los ojos.

- Nadie ha muerto, maldita sea - me gire hacia mi padre - ¿Que es eso de que nos regresamos a París? - y todo quedo claro en la mente de mi padre, o al menos su rostro eso dejo en claro.

- ¿Como se enteraron? - miré a Harry.

- Adivina, tu Sherlock Holmes anda contando tus secretos a toda cosa con tetas y buen trasero andante -
Harry alzó sus cejas y momentos después comenzó a caminar lentamente hacia la salida, huyendo de nosotros.

- Harry - mi padre lo llamó con tono bastante serio. Harry hizo una mueca y tras sacudir la cabeza él se dirigió a mi padre.

- ¿Sabes lo locas que pueden llegar a ser las mujeres? Tenía que quitarme de encima a esa chica -

- Se suponía que debías guardar el secreto hasta que los boletos estuvieran listos - gire mi rostro rápidamente hacia mi padre.

- ¿Los que? - abrí mis ojos a tope - ¡¿Ya has comprado los boletos?!.

- Lo siento hija pero todo ya esta hecho, haz sido transferida al instituto de París al igual que tú Candy, solo era cuestión de que los boletos llegaran y me temo que solo faltan un par de días.

- ¡¿Nos iremos en un par de días?! ¡¿Y hasta ahorita me dices?! - me acerque hacia su escritorio y me coloque justo enfrente de su campo de visión. Mi enojo se calmó momentáneamente solo para dejar en su lugar la mas grande confusión - ¿Por qué? ¿Por que nos vamos justo cuando las cosas van tan bien aquí en California.

Mi padre soltó un sonoro suspiro y supe de inmediato que las siguientes noticias no serian para nada buenas.

- Es tu madre - bajo la mirada un momento solo para volverla a subir - Tuvo complicaciones con el embarazo, su... - dudó un segundo - Pareja se comunicó conmigo la semana pasada, y dijo que tuvo una amenaza de aborto.

Me pregunté si la vida, el destino o algo por el estilo estaba molesto conmigo o con mi familia, por que estaba bastante segura de que algo o alguien estaba haciendo lo posible por joderme la existencia. Quería creer que solo se trataba de una mala broma, un chiste de la vida pero al parecer no lo era, por que se sentía bastante real.

Demonios, todo se esta yendo directo al caño.

El es mi problema ~ C.D. (En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora