Victoria creció tan rápido que ni cuenta se dio de ello. Juzgando a los demás sin conocerlos, protegiendo su corazón por una mala experiencia que tiempo a tras ocurrió. Estaba aterrada aunque no lo gritara, no lo demostraba por qué tenía que cuidar...
-¡Eres una perra inútil!- el sonido de un fuerte golpe había resonado hasta la parte de arriba de aquella casa.
-¡Tú eres un borracho de mierda!- se escuchó por parte de una mujer seguido de los sollozos que se hicieron presentes en la habitación del fondo. Sollozos que pertenecían a una pequeña niña que se aferraba a una chica muy parecía a ella.
-Shh, tranquila... Ya pasara- Susurró la chica mayor mientras le acariciaba el cabello a la pequeña niña, ella contenía sus lágrimas. No se permitía derramar ni una. Tenía que ser fuerte por su hermana, no podía romperse, no allí. El estruendoso sonido de un cristal rompiéndose hizo que el llanto de la pequeña aumentara.
-¡Te quiero a ti y a esas bastardas fuera de mi casa!- La chica pelirroja palideció al escuchar esas palabras, sintió una gran bola de metal atravesada en su garganta que no la dejaba tragar saliva.
-¿Vicky nos vamos a quedar en la calle?- pregunto la niña alzando la cabeza dejando ver esos hermosos ojos azules que estaban rojos e hinchados gracias a las lágrimas que derramaba.
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-Claro que no Abby, claro que no- dijo acariciando los cabellos igualmente pelirrojos de su hermana –Todo va a estar bien te lo prometo, mírame –La niña obedeció mirando los ojos verdes de su hermana. –Necesito que empaques tus cosas ¿Si?- Pregunto la chica de ojos verdes-Te espero en 20 minutos aquí. Empaca sólo lo que necesites – ordeno dulcemente acariciando la mejilla de su pequeña hermana.
-¿El señor Mike puede ir?- pregunto inocentemente mientras alzaba a la altura del rostro de su hermana un oso de peluche –Claro que si pequeña, el señor Mike puede venir. Ahora ve apresúrate- ordeno a su pequeña hermana la cual segundos después se encontraba corriendo hacia su habitación. La chica dejo salir un suspiro.
-Joder Victoria ¿Que mierda vas hacer?- Hablo para sí misma apoyando su rostro en sus manos, después de unos segundos se froto la cara y se levantó. Tomó una mochila y empezó a empacar todo lo necesario para emprender ese viaje cuyo rumbo era incierto. Si de algo estaba segura era de que no continuaría viviendo en esa casa.
Minutos después su hermana llego con una pequeña mochila rosa y en sus brazos el inseparable señor Mike.
-¿Estás lista?- preguntó Victoria más para a ella que para su hermana. La menor simplemente asintió – Bien vamos—
Ambas pelirrojas salieron por la ventana con sigilo, Victoria agradecía enormemente aquella rama larga que daba directo a su habitación. Y que además servía como puente para que ellas bajaran sin ningún rasguño del árbol.
Ambas pelirrojas caminaron sobre la rama e intentaron mantener el equilibrio. La rama era lo suficientemente fuerte como para soportar el peso de ambas y lo suficientemente gruesa como para que caminaran con cierta seguridad. Como pudieron lograron llegar abajo sin ningún rasguño. Victoria tomo la mano de su hermana y empezaron a caminar por las oscuras calles, sin mirar atrás.