Capitulo 21

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--¡Vamos, ábrela ya!—gritaba desesperado esa molesta voz en mi cabeza.

--¡No!—repetí por enésima vez.

--Esto es injusto Freddy, ya pasaron cuatro días, ¿Cuándo piensas abrirla?—se quejó, pues como teníamos entendido el contenido también era para él.

Miré a un lado mío, posicionada cuidadosamente en mi cama, ahí estaba aquel objeto que me había negado repetidas veces a abrir, ¿la razón?, ni yo la sabia, simplemente algo en mi me impedía ver el contenido de aquella carpeta.

--No lo sé...--suspire—Por algún motivo siento que no estoy listo.

--Pero ni si quiera sabes lo que hay ahí—contestó exasperado—Te recuerdo que también es mío.

Volví a mirar el objeto, un corriente invisible recorrió mi cuerpo, pues al verla solo podía recordar a la persona dueña de aquel regalo, la imagen de su cara sonriente, con ese tenue color rojizo adornando sus mejillas no dejaba de pasarme por la cabeza, y eso lograba ponerme nervioso y pensativo.

Me levante de la cama tratando de aclarar mis ideas, últimamente estaba muy confundido respecto a muchas cosas, mi vida había cambiado tanto en tan poco tiempo que ni si quiera me había dado un momento para pensar en ello.

Caminé por mi habitación, dando vueltas de un lado a otro, podía escuchar a Fred quejarse de vez en cuando. Me paré frente a la mesita de noche que estaba junto a mi cama, un marco con una bella fotografía de mis amigos estaba cuidadosamente posicionado sobre ella, sonreí inconscientemente al verla. Repasé mis ojos por la foto, hasta que se encontraron con aquel chico rubio de ojos grises que parecía mirarme de vuelta.

Cuanto habían cambiado las cosas, al principio Golden y yo no hablábamos mucho, ambos teníamos más contacto con Chica ya que ella era la que más me hablaba y Golden tenía su motivo propio, ella le gustaba. ¿Cómo habíamos terminado así? Siendo tan unidos que sabíamos cosas tan intimas del otro, ¿en qué momento había cambiado nuestra relación? No podía explicármelo, pero eso no significaba que no estaba contento por ello.

Golden no era solo mi compañero de grupo, ni si quiera un simple amigo, no, esa palabra parecía quedar demasiado corta para todos aquellos sentimientos que el evocaba en mí, se había convertido en mi apoyo, en un confidente, en alguien que no dudaba en llamar si tenía algún problema, y solo él tenía el privilegio de ser todo eso para mí.

Y entendía por qué me daba miedo aquel regalo, me daba miedo encontrarme con algo que no quería.

--¿Sabes? Lo que está escrito ahí lo hice pensando en alguien muy especial—recordé aquellas palabras—Necesito una opinión, y creo que la tuya me ayudará...

Aquella frase fue la que me asustó, saber que no era exactamente para mí, que era para alguien más, alguien importante para él. Por mi cabeza solo pasaba que ya había superado a Chica y había encontrado a otra persona, una persona que ocupará su lugar y por lo tanto él ya no necesitaría de mí, por lo menos no tanto como ahora. Quería sentirme feliz por él, pero no podía. Solo me sentía molesto y frustrado, la sola idea de imaginarlo con aquella persona me hacía hervir la sangre, pero sobre todo me sentía confundido, realmente confundido.

Parte de mí se sentía estúpido y egoísta por tener aquellos pensamientos, pero la otra parte me daba la razón, yo había sido quien se había esforzado en ayudarlo, en hacerlo sonreír, en tratar de que la olvidara y que siguiera adelante y a esa parte de mí le parecía injusto que alguien más se quedara con el crédito.

Pero ¿Por qué?, ¿Por qué aquellos extraños sentimientos habían salido de la nada de mí?, ¿Qué estaba ocurriendo conmigo?, No lo sabía, solo sabía que se sentía mal.

Pensamientos distintosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora