Capítulo I "Sueños de niña"

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La tarde era cálida, se podía tocar la humedad en el pausado viento, y ahí estabas tú a un lado de mi desnudo cuerpo, cubriendo una pequeña parte de mi espalda con tu delgado brazo y acariciando mi hombro con tus largos dedos, yo que con los ojos entre abiertos disfrutaba de la vista que me ofrecía tu singular anatomía sabía que ese hermoso momento estaba por terminar, no quería que así fuera, sólo deseaba un beso más, uno de esos tus labios húmedos, en apenas un abrir y cerrar de ojos noto un movimiento tuyo, acercas tus carnosos labios a mi oído y susurras lentamente

Beep beep beep! No puede ser, esa maldita alarma de nuevo.

Me resultaba difícil creer que nuevamente estuviera viviendo mi realidad anhelada dentro de un sueño, un sueño que como muchos otros no concluyó de la manera que esperaba. Seis treinta de la mañana, justo la hora de levantarme a tomar un baño para asistir a la universidad.

Para mí todo era rutina, desde el minuto exacto en que el despertador sonaba hasta el caer la noche y mi cuerpo nuevamente quedaba cubierto por las sabanas de mi cama, mis actividades básicamente se dividían en tomar un baño, desayunar, correr al auto para ir a la escuela, recorrer esos pasillos universitarios llenos de estúpidos grupitos de estudiantes que se creen únicos y diferentes, entrar a clase, cambiar de salón, regresar a casa, hacer los deberes que la escuela demandaba, ver series de televisión y finalmente regresar a mis sagrados aposentos "mi cama".
Prácticamente la comunicación con mis padres era nula, no porque no quisiera o porque ellos no tuvieran tiempo sino porque no era algo que en realidad me interesara.

Cuando era pequeña jugaba a que tenía una familia, sí, una hermosa familia conformada por un varón, una bella niña, mi sensual, moreno obscuro, musculoso y amoroso marido y, por supuesto yo, la chica que a pesar de no ser agraciada podría conseguir todo eso y llevar una vida armoniosa en una casa a las afueras del pueblo, ayudando a mantener el orden trabajando como policía de la zona, nada ni nadie podría alterar el pacifico ambiente en el que mi familia se encontrara.

Claro que toda esa idea quedo en lo que era "solamente un juego de niña" Conforme iba pasando el tiempo mi vida fue tomando rumbo y el deseo de que ese juego se convirtiera en realidad se fue quedando en el olvido. Mis intereses por el área profesional en que me desarrollaría pasaron de ser una ruda y firme policía a ser una pacífica y atenta administradora de empresas con especialidad en Marketing, durante el transcurso de los primeros cinco semestres de mi carrera universitaria todo mi tiempo era dedicado a buscar las mejores estrategias de Marketing para algún día superarlas en la empresa en que trabajara, yo solo era una chica dedicada a mis estudios, alguien más del montón, la típica seria del salón que habla con todos pero que solo considera a una como su verdadera amiga, en mi caso era Leire.

Justo al iniciar el sexto semestre algo atrajo mi atención, no era el profesor regordete y con cara de bobo que estaba sentado frente al escritorio del salón, tampoco el rebuscado aire que se podía ver por la ventana azotando las ramas medias secas de los árboles frutales, era un chico, uno en especial, su nombre es Eitan, lucia siempre misterioso, parecía inteligente y persuasivo, acostumbraba vestir de negro, tenía una voz medio ronca y atractiva, usaba un par de lentes, era del tipo de chicos que escucha rock, y aunque la verdad ese nunca fue mi estilo había algo en él que me atrapaba por completo. Aparecía siempre con su grupo de amigos: Alina una chica de confección delgada que no era bonita pero tenía intereses muy peculiares por las cosas sin resolver como la verdad sobre la segunda guerra mundial y cosas raras sobre objetos místicos como atrapa sueños y cosas por ese estilo, un chico llamado Ian quien era un tanto amable y a la vez grosero quizá era que se le complicaba manejar relaciones sociales, también parecía inteligente, del tipo de chicos que disfruta de los cómics y música rock pero con un físico definitivamente nulo de atracción.

Me llevo un tiempo descubrir qué era lo que me atraía de Eitan y es que en verdad era muy complicado, cada vez que me acercaba a él mis nervios se alteraban pero desconocía la razón. No me siento orgullosa de admitirlo y es que me tomo cuatro meses, sí, cuatro largos meses de sufrimiento interno y desesperación constante para finalmente descubrir que la única causa por la que quería permanecer cerca de Eitan era por Ian. 

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