La traición es en gran medida una cuestión de hábito.-John le Carré.
Cuando llegamos al bar ya eran las 8 de la noche, Owens me bajó del auto y se fue nuevamente, Julie estaba en la puerta, estaba molesta, al estar frente a ella me dijo
-No sé como lo haces, pero tú y yo sabemos que Margot no es la culpable, entra y báñate porque hoy tienes un cliente especial, estará aquí en media hora así que arréglate y espéralo en el bar
-Es que tú no sabes lo que he pasado, no dormí en toda la noche, tengo que descansar un poco
-No te pago por dormir, Owens ha tenido consideraciones contigo y tienes que saber agradecer- me dijo levantándome la voz. Ella tenía razón, de alguna manera debía pagar las consideraciones que tenia conmigo, así que casi una hora después salí de mi habitación, traía un vestido rojo que me quedaba completamente entallado, tenía un escote pronunciado, unas arracadas redondas color plata, un brazalete ancho del mismo color y unos huaraches negros de charol con un alto tacón. Caminé al bar, pedí una copa de vino tinto, el barman me la entregó con un diseño poco usual, la copa tenía sal alrededor y en el fondo una de esas pastillas efervescentes que decoran las bebidas elegantes, supuse que era para que me viera más sofisticada pero su sabor era extraño.
Luego de un par de vueltas por el bar, alguien tocó mi hombro, gire y vi al chico tatuado que había entrado al bar la noche anterior, me paralicé al verlo y me dijo sonando pervertido
-Hola Jiolette- hizo una pequeña pausa- ¿Por qué no me muestras tu habitación?- extendió hacia mí el boleto de pagado, no lo tomé y lo metió entre el escote de mi vestido, tomó mi mano y me llevó hasta mi cuarto, de alguna manera él ya sabía cuál era
Cuando entramos me sostuvo frente a él acorralada contra la puerta, no dio más rodeos, con él no hubo palabras ni absolutamente nada para iniciar, fue directo al grano, comenzó a besarme el cuello y me giró para quedar de espaldas a él, rodeó con su mano mi cintura y me inclinó un poco hacia atrás, tomó el cuello de mi vestido y lo trozó con ambas manos hasta dejarme solo con ropa interior, quitó el cinto y bajó el sierre de su pantalón, escuché el rose de la mezcilla con su piel cuando bajaba sus jeans para quitarlos, masajeó un poco mi glúteo derecho y de pronto hizo una penetración tan fuerte que me empujo hacia delante lastimando un poco mi cuello que chocaba contra la puerta, cerré mis puños y comencé a golpear los mosaicos tallados en la madera de la puerta como señal de desesperación, intente soltarme pero no funciono, comenzó a moverse en movimientos a diferentes ritmos comenzó con penetraciones fuertes y continuas hasta decaer en unos más lentos, luego de un momento de aquel dolor mis fuerzas cesaron, me rendí ante su fuerza de dominación, simplemente dejé de luchar, solté mi cuerpo y permití que él hiciera lo que le viniera en gana,
Luego de un momento me soltó, se recostó de lado en la cama y me dijo que fuera con él, me indico que me sentara cerca de sus rodillas, levanto su pierna izquierda que estaba por encima de la derecha y me dijo que me sentara entre sus piernas de frente a él con una de mis piernas al frente de su cuerpo y la otra a sus espaldas, quedando mi vagina próxima a su pene, rosó la piel de mis muslos con sus manos mientras cerraba los ojos en dirección al cielo, se enderezó un poco y tomando mis caderas me empujó en dirección a él para nuevamente introducirse en mí. Mis piernas y las de él estaban entrecruzadas, nunca hubiera pensado que esa manera de colocar el cuerpo para tener sexo fuera posible, pero ¿cómo iba a saberlo? Nunca tuve experiencias de ese tipo. La sensación era dolorosa y a la vez ardiente, sentía una punzada que recorría la parte baja de mi abdomen, era exquisitamente placentero, en repetidas ocasiones gemí inconscientemente y eso parecía alentarlo a hacer sus movimientos con mayor fuerza, por su frente corrían gotas de sudor y cuando vio que mi cuello comenzó a humedecer se detuvo, se puso a gatas y se dirigió hacia mí, tomó mi cabello y lo levanto un poco con su mano, se acercó y muy lentamente recorrió con su lengua la parte en que inicia el cabello, justo donde comenzaba a sudar, era algo extraño y repugnante, no comprendía porque lo hacía pero rogaba a Dios que no me pidiera lo hiciera con él, no pensaba que mi estomago pudiera contener el vomito si yo hacía lo mismo, era algo asqueroso, por alguna razón no era capaz de articular un solo reproche en contra de ese hombre, estaba completamente segura de que no quería estar con él, pero algo en mí me hacia simplemente ignorar las cosas.
Al sentir su respiración en mi cuello las lagrimas comenzaron a salir de mi rostro, cuando me vio inmediatamente soltó mi cabello, se puso en pie y se alejo un poco de mí, colocó nuevamente su ropa, se dirigió al baño con el pene aun erecto y un momento después salió, yo permanecí ese tiempo acostada boca abajo en la cama convertida en un mar de lagrimas, el rímel estaba corrido por mis mejillas, el colorete completamente salido de mis labios y el golpe en mi ojo aún hinchado comenzaba a verse por el maquillaje que se había corrido en mi cara, las sabanas cubrían mis glúteos pero dejaban descubierta mi espalda, cuando salió del baño gire mi rostro recargado en la almohada y tiré de las sabanas para cubrir mis pechos. Se dirigió a la puerta, antes de salir volteó a verme, iluminó su rostro con una perversa sonrisa y se fue, al tiempo en que cerró la puerta, nuevamente se abrió, era Owens, lo vi y sin decirle nada agache la cara nuevamente contra la almohada, no quería verlo, se dirigió a mí, se sentó a un lado y tocó mi espalda
-No sabes cuánto lo siento- me dijo discretamente, no le respondí y continuó –Es parte de tus deberes hacer este tipo de cosas, no quiero que nada te pase, sólo quiero cuidar de ti
-¿Entonces porque me obligas a estar con esos hombres?- le respondí con la voz entrecortada por el llanto
-No es cosa mía, tu amiga Leire fue quien te metió en esto, y yo te estoy ayudando haciendo lo que está en mis manos, lo último que quiero es que salgas lastimada
Cuando escuché sus palabras me senté en la cama cubriendo mi cuerpo con la sabana, él se puso en pie y me abrazó fuertemente haciéndome poner en pie, su olor era fresco y cautivador, podía sentir los latidos de su pecho contra el mío
-Está bien muñeca, todo está bien- despejaba mi rostro acomodando mi cabello hacia atrás –Trata de dormir un poco- dijo quitando con la yema de su dedo pulgar el exceso de rímel en mis mejillas, asentí con la cabeza y me senté en la cama –Tomate esto para que descanses mejor- sacó de la bolsa de su pantalón un par de pastillas blancas y las colocó en mi mano para que las tomará
-¿Qué es?
-Son sólo para que puedas dormir, tranquilízate, jamás te daría algo que te hiciera daño- Agarró del buró la copa de vino tinto que antes tomaba y cuando puse las pastillas en mi boca acercó la copa a mis labios para que diera un sorbo, luego de eso, se levantó y me dio un beso en la frente, antes de qué el saliera de la habitación caí rendida en un profundo sueño.
*Narra Owens*
Luce bien cuando está dormida, tan pacifica e inocente, quisiera que ella supiera la verdad, que no fuera tan ingenua y no creyera en cada una de mis palabras, cada día que pasa está más débil y sus reacciones son más lentas, vio a Margot en un estado alarmante que podría alertarla de lo que está pasando e intentar rebelarse pero no lo hace, me preocupa que el bar deje de producir ganancias pero me preocupa aun más que arme un alboroto en este lugar, está llamando mucho la atención de las autoridades y no estoy dispuesto a seguir teniendo perdidas por los errores de Jiolette, si continua con esta actitud tendré que terminar con ella de una vez.
Cerré la puerta de la habitación de Jiolette y caminé hasta el despacho de Julie
-Está funcionando
-Eso espero, no quiero problemas en este lugar, no querrás que tu padre se entere de lo que ha sucedido en estos últimos días ¿o sí? – me dijo sonriendo
-Me tienes cansado con tus amenazas, debería dejar de drogar a las chicas que no quieren estar aquí, quizá así aprendas a verme de otra manera – le dije enfadado
-No me provoques Owens, sabes que no puedes hacer eso, serías el primero en caer preso además de la reprimenda que te daría tu padre, deja de comportarte cómo niño y asume tu papel de hombrecito- respondió molesta, salí de su oficina y caminé hasta mi cubículo.
*Termina narración de Owens*
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Jiolette
Romance-contenido adulto- ¿Alguna vez has sentido la traición de la persona en quien confiabas? ¿Que harías si te dieras cuenta que tu verdugo es la persona que despierta sentimientos en ti? ¿Has escuchado hablar del síndrome de estocolmo? ¿Conoces las eta...