Capítulo IX "Jiolette"

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Cuando era pequeña no me gustaba ir a la escuela, los profesores eran cada vez más distraídos, se volvía rutina ver a aquel tipo rascando su ombligo detrás del escritorio o a las maestras hojeando revistas y pintándose las uñas sin prestar un poco de atención a lo que sucedía en el salón de clase.

Todas las mañanas fingía estar dormida cuando el despertador sonaba, no quería ir a la escuela porque sabía que sería otra vez la misma historia, al sonar la alarma para salir al receso permanecía sentada en una banca bajo un pequeño árbol del jardín escolar, el lonche que mamá ponía en mi mochila yo lo dejaba a un lado de un tambo de basura que estaba junto al salón, los niños que estaban por graduarse me habían advertido ya que ese era el lugar en que debía poner mi sándwich y jugo cada día, de no ser así me arrojarían en un charco de agua sucia. En un inicio hice un acto de rebelión contra ellos y los confronté pero sus amenazas eran reales, al comer mi lonche me arrojaron entre tres niños y una chica a un charco en que se acumulaba agua que corría por la fuga de los baños, en esa ocasión se añadió algo nuevo a la amenaza

-Si le dices a alguien que fuimos nosotros, meteremos tu cabeza en el inodoro- Después de lo que acababan de hacer, la regañíza que me dio la maestra en clase y la lección de mis padres en casa por llegar en ese estado de suciedad añadiendo además lo poco que todos ellos me creyeron de las explicaciones que yo desesperadamente les daba, estaba segura que no quería que volvieran a acercarse a mí, sin más, comencé a dejar diariamente mi lonche en donde ellos me habían indicado.

Hacer lo que los de más quieren siempre es garantía de que te dejarán en paz, si eso funcionó antes ¿Por qué ahora no? Los chicos que me quitaban el lonche podían ser perfectamente representados por Owens, Jhon, Teodoro y Madam Julie, yo solo debía obedecerlos, dejar de pensar por mi misma y convertirme en una especie de robot dedicada a seguir órdenes, mi situación era cada vez más deprimente.

Y ahora estoy aquí parada en la esquina del bar con un horrible vestido fosforescente que permite ver parte de mis glúteos y un escote que por más que estiro no cubre más mis pechos, siendo observada atreves de una ventana y resguardada por los guardias de seguridad para que no piense en hacer una "tontería", desviando la mirada a todos quienes pasan por el frente mío para que pasen con la siguiente chica y no soliciten de mis servicios. Al poco tiempo de estar fuera veo que una patrulla se acerca al bar, baja un policía de buen cuerpo y agraciado rostro que entra al establecimiento, lo único que se me ocurre pensar es que "ojalá cerraran el estúpido local", diez minutos después el policía sale y se dirige a mí

-¿Tú eres Jiolette?

- ¿Qué? ¡No!- dicho esto cruzó la puerta Madam Julie quien escuchaba escondida y dijo mientras caminaba hacia nosotros

-Ella es, puedes llevártela y no te preocupes es casi nuevecita- soltó una carcajada

-Camina- dijo el hombre tomándome del brazo y tirando de mí hacia la patrulla, abrió la puerta trasera y me empujo hacia dentro, cuando subió permaneció en silencio, puso en marcha el motor y el auto comenzó a moverse.

Comenzó a alejarse demasiado de la ciudad, frenó la patrulla en una orilla de la carretera y abrió la cajuela trasera para sacar una bolsa de regalo

-Sal del auto- me dijo, cuando salí se paró frente a mí y simplemente me veía de arriba abajo

-Por favor, tienes que ayudarme, yo no quiero hacer esto

-Cállate, no he pagado por una bobalicona que se cree digna

-¡Pero eres policía!

-No significa que te vaya a ayudar, toma- extendió hacia mí la bolsa -y que te quede claro que de esto nadie se puede enterar ¿Entendiste?- dijo aplastando mi brazo con brusquedad

JioletteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora