Capítulo 17: Segunda parte

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Como mi madre nos advirtió a las seis de la tarde nos echó de casa. Bueno en realidad a las cinco empezó a gritarnos desde el primer piso para que nos despertáramos, porque como ella no puede subir las escaleras que llevan al desván, no le quedaba otra que gritar desde abajo o llamar a alguien para que subiera.

Tengo que decir a su favor que utilizó la primera opción porque si hubiera hecho lo segundo hubiera sido muy vergonzoso. No es que me avergüence de mi cuerpo, pero no quiero que ningún vecino me vea desnuda y mucho menos a mi novia, que con ese cuerpazo que tiene todo el mundo la desea. Por suerte solo yo puedo tenerla.

Bueno a lo que iba que me disperso. Después de ese despertar tan brusco tuvimos que vestirnos a la carrera por si a mi madre definitivamente le daba por enviar a alguien a buscarnos.

Una vez que nos reunimos con ella en la cocina nos dio una cesta llena de comida que iba a ser nuestra cena, porque no íbamos a cenar en casa. Ni si quiera pude reñirla por no haber pedido ayuda para hacerla. Después de eso nos acompañó fuera y nos dijo que no regresáramos hasta media noche que es cuando Jessie llega de trabajar y es él el que tiene la otra llave de la casa.

Ella se iba a casa de Regina y Emma porque los padres de la rubia estaban de visita y la alcaldesa necesitaba el apoyo moral de su amiga. Nos dijo que pasaría la noche allí y que nos veríamos mañana para comer. Con eso dicho nos cerró la puerta en las narices dejándonos a cuadros.

Ya que estamos en la calle, literalmente y sin un plan concreto, decidí llevarla hasta las caballerizas donde trabajaba mi primo para coger unos caballos y dar un paseo. Por si os lo preguntáis mi madre también echó de casa a Lanitas y a Oreo, pero ellos no parece que estén muy preocupados mientras corren como locos delante de nosotras.

Tardamos poco más de diez minutos en llegar allí. No es un lugar muy grande, en realidad costa de un edificio principal que tiene una recepción y una oficina que es la de mi primo. El resto de las tierras son por y para los caballos.

-¡Lexa! -me saluda Henry nada más entrar- ¿Qué haces aquí?

-¡Hola! He venido a por un par de caballos para enseñarle el pueblo a Clarke –le miro con una sonrisa- ¿Tenéis alguno libre?

-Creo que si –sale de la recepción- venid por aquí, Jessie se estaba ocupando de unos caballos ahora mismo.

Salimos por una puerta trasera que nos lleva a un extenso campo verde. Henry abre una pequeña vaya que impide a los caballos acceder al edificio principal pero que permite que las visitas vean a los caballos en libertad y nos conduce hasta las caballerizas donde se encuentra mi primo. Una vez cumplido su objetivo vuelve a ocupar su puesto.

-Es un buen ayudante -señalo cuando el chico se va.

-Lo es y muy aplicado –nos sonríe- ¿Qué puedo hacer por vosotras hermosuras?

-¿Tienes dos caballos disponibles para nosotras? -enarca una ceja y me mira juguetón- ¡Esta bien! -ruedo los ojos- ¿Les tienes libres?

-Silba –me pide con una sonrisa.

Hago lo que me dice y me llevo dos dedos a la boca para silbar con fuerza. El campo se llena de relinchos pero solo dos caballos acuden a mi llamada. Uno totalmente negro y otro marrón. Cuando están a nuestra altura ambos se detienen y nos estudian con atención. El primero en dar un paso a delante es el negro quien golpea mi hombro con su hocico en señal de molestia.

-Lo siento –acaricio su cuello para tranquilizarlo- se que ha pasado mucho tiempo –relincha con suavidad en señal de confirmación- pero hoy voy a pasar toda la tarde contigo –le miro a los ojos- ¿Te apetece dar un paseo?

¿A dónde me he mudado? (CLEXA AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora