¿A dónde me he mudado? (CLEXA AU)

Capítulo 17: Primera parte

Decir que estoy en shock es quedarse corto. Lo que Octavia nos descubrió aquel día nos ha hecho conocer la realidad de su pasado y la profundidad de las heridas producidas.

Me siento triste y dolida por no haber intuido a través de sus pesadillas, sus gritos y sus heridas lo que ocurría con su padrastro. Esta revelación ha hecho que me odie un poco.

La verdad es que poco es quedarse corto. Porque la mirada de incomprensión y desconcierto que muestran mis ojos son el fiel reflejo de los de mi madre.

Aquella noche aunque nadie dijera nada, lloramos en silencio. Lloramos por la perdida de la inocencia de una niña de seis años.

Pero cuando amaneció al día siguiente, nos dimos cuenta de que debíamos sonreír y seguir adelante, porque eso es lo que Octavia quiere. Ella ha dejado el pasado atrás y nosotros no vamos a estar recordándoselo cada minuto con miradas tristes cargadas de compasión. Octavia no quería nuestra compasión cuando era pequeña y tampoco se la vamos a dar ahora. Vamos a ser fuertes, con ella y por ella. Porque se merece sonreír y ser feliz en esta vida.

-¡Lexi! -me llama mi madre desde la cocina- ¡llama a Clarke! Que comemos en unos minutos.

Quito a Lanitas y a Oreo de mi regazo y subo a buscar a mi novia. Ella se encuentra en la galería desde que el lunes por la mañana instalé allí sus cosas para que pudiera trabajar, prácticamente no ha salido de ahí en estas dos semanas.

Mamá ha tenido que arrastrarla todas las noches a la plaza del pueblo para que la de un poco el aire y socialice con la gente. Algunos vecinos al conocer que es artista la han pedido retratos y que les pinte algún cuadro.

Como Clarke es amable por naturaleza les ha dicho que si, sin pensárselo dos veces. Y ahora no solo tiene que terminar los cuadros para la exposición que será a principios de Octubre, por lo que la dijo su agente, sino que debe hacer los encargos que los vecinos la han pedido.

Me apoyo en el marco de la puerta y la miro con una sonrisa boba en la cara. Lleva su bata blanca de siempre llena de pintura y unos pantalones vaqueros desgastados y rotos que la llegan por las rodillas. Mi madre se los ha cortado porque decía que le quedaban pesqueros y que eso ya no se llevaba. Debajo de la bata no lleva nada y lo se porque esta mañana la vi vestirse antes de salir a correr.

Estaba a punto de bajar las escaleras cuando ella subió al desván vestida solo con una toalla rodeando su cuerpo. Aprovecha cuando no está mi primo para pasearse de esa guisa por mi casa y hacer que se me caigan las bragas cada vez que la veo.

Me preguntó si salía a correr y yo asentí como tonta porque estaba hipnotizada con sus movimientos. Dejó caer la toalla una vez que estuvo frente al armario dejándome ver su espalda llena de lunares, su perfecto culo hecho para que mis manos lo agarren y esas preciosas piernas que me hacen perder la cordura cada vez que las luce. Vi como se colocaba un short de ovejas que brillan en la oscuridad y no pude evitar reírme. Ella me oyó y me miró de lado mientras se mordía el labio y se subía los pantalones. Por último se puso el sujetador y haciendo su pelo a un lado me pidió que se lo abrochara. Cuando fui capaz de ordenar mis pensamientos y mover mi cuerpo hice lo que me pidió aprovechando el momento para tocar su cuerpo y besar su piel.

Al apartarme se giró sonriente mordiéndose el labio. Me miró de arriba a bajo delineando un camino con su dedo índice por mi cuerpo deteniéndose en el elástico de mis pantalones cortos. Me hizo hiperventilar por momentos deseando que su boca hubiera hecho ese recorrido, porque el rastro de fuego que su caricia había dejado en mi cuerpo me estaba haciendo arder.

Ella pareció darse cuenta del poder que tenía sobre mi en ese momento porque besó mi mejilla, se puso la bata sobre el sujetador cerrando solo los primeros botones y bajó las escaleras dejándome con la respiración acelerada y el corazón en la boca.