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Eran las 12 del mediodía. Daba la sensación de que todo el mundo había desaparecido. Desde que salió de su escondite, Eddy no percibió señales de vida de sus amigos, ni de sus perseguidores, ni de nadie. Solo unas estúpidas aves disfrutando de su libertad. Aun así, era mejor que ser encontrado por indeseables.

Había tomado una pequeña decena de piedras y una rama de madera para defenderse, por si llegaba a necesitarlo. Por supuesto que era mejor no llegar a eso: significaría que ya no habría posibilidad de dar marcha atrás, y que sus lazos con los demás se romperían para siempre.

Ya había pasado por adversidades casi tan graves como este, y todo terminó solucionándose, de alguna u otra manera. Enfrentarse a la furia de los muchachos del barrio, nada que no hubiera hecho antes. No había razón para preocuparse. Los demás solo estaban confundidos, y era natural, después de haber visto la puesta en escena que fue la fatídica noche de ayer. Si él hubiera visto a Kevin, o a Jonny, o a Rolf, o a cualquiera dentro de su casa, disfrazado de negro, con las manos en la masa, tampoco lo habría dudado. Las Kanker no, ellas eran culpables hasta que se demostrara lo contrario.

Todo este tiempo compartido con nada más que consigo mismo fue importante para bajar un poco el dramatismo. Había estado exagerando todo, llevándolo a nivel personal sin siquiera detenerse por un momento para intentar reflexionar y comprender.

Se podría decir que, lo que él quería era que todos fueran amigos de nuevo, y eso lo mantenía con esperanzas. Junto a sus dos mejores amigos, lograrían resolver este acertijo y todo volvería a la normalidad.

El chapoteo de sus pisadas reorientó a Eddy. Se estaba metiendo en un charco de lodo. Apoyándose contra unas rocas, salió del agua y volvió al camino.

Ahora estaba más sucio que nunca. La tintura que envolvía su ropa se había secado hace horas. El lodo había penetrado rápidamente en sus zapatos y por un instante pensó en buscar algún rio o arroyo en el cual secarse, pero decidió mejor seguir adelante.

Entonces, sólo tenía que encontrar a sus amigos, y luego atrapar al ladrón, y desenmascararlo. De seguro Doble D ya tenía algún plan para eso. Él siempre sabía qué hacer. Lo único que podría arruinar todo es...

—¡Vaya, vaya! ¡Miren que tenemos aquí!

...una indeseable. Eddy la reconoció al instante. La primera señal de vida en horas era de la última persona que deseaba encontrar, apoyada sobre un árbol, de brazos cruzados.

—¿Qué quieres, Lee?

La pelirroja se acercó a él.

—Escuche que los demás te descubrieron en la escena del crimen, ¿no es así? Quién lo diría... —le dijo, con una mueca burlona. Eddy la conocía muy bien; ella no podía pasar ni un día sin tratar de sentirse importante.

—¿Qué? ¿Cómo lo sabes?

—Digamos que un pichón nos lo contó, pero eso no importa. No sabía que te gustaban estas cosas.

—¡Eso es mentira! ¿Pero a ti qué te importa?

Eddy se mantuvo reacio, debido a que no sabía de qué lado estarían las Kanker, no sabía si huir o no. Lee se despegó del árbol para adoptar una postura y un tono más conciliador.

—Mira. Normalmente preferiría mantenerme alejada de este problema, si no fuera porque esto también me involucra a mí... Bueno, a nosotras.

—¿De qué hablas?

—Ayer por la tarde uno de nuestros instrumentos desapareció, y un rato después a uno de tus tontos amigos del barrio se le escapó algo de información.

El ladrón de Peach Creek [Ed, Edd & Eddy][+13]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora