17

395 33 4
                                    

Todos se habían conmocionado ante el nuevo descubrimiento, todavía tratando de relacionar la mano científica que Doble D quería brindarle a Rolf, con la serie de robos ocurrida en la madrugada del viernes pasado.

—Exactamente. Rolf había apartado un pulpo para cocinar sopa de pulpo ese día, pero al levantarme no estaba en ningún lado. Rolf culpó a Wilfred por aquello, pero al oír que el aparato de sacar fotos de la chica Nazz había desaparecido misteriosamente, Rolf tuvo la idea de que había un ladrón en el barrio. Así que fui a la tienda más cercana por otro pulpo, y otras cosas que desaparecieron.

Eddy sentía como cinco fuegos artificiales explotaban uno tras otro en su mente. Era increíble. Esas dudas estaban cerrando prolijamente.

—¡Pero claro! —exclamó dándose una palmada en la sien—. ¡Por eso te vimos con unas bolsas de compra el otro día! ¿Lo recuerdas, Ed?

Estaban los tres Eds en la acera, cuando vieron a Sarah acercándose a ellos con cara de pocos amigos, por un mantel o algo así. Pero también recordaba la imagen de Rolf a lo lejos, entrando a su casa con una bolsa de compras. Hasta ahora no había advertido lo raro que había sido eso; se suponía que el mismo Rolf era su propio proveedor.

—Creo que si —respondió Ed con voz grave, otra vez rascándose la cabeza. Lee escuchaba sorprendida.

—Era un pulpo de esos que habitaban en el océano Índico. No recordarías su nombre, pero son especiales porque su tinta es extremadamente negra. Mira tú atuendo. Eso lo hizo ese pulpo.

Eddy volvió su vista hacia su ropa. A pesar de que llevaba más de un día entero con ella, necesitaba volver a inspeccionarlo. Era algo placentero ver como los cabos se iban atando, uno por uno, como un montón de piezas dispersas encajando y regresando el sistema al equilibrio.

—Vaya. Realmente parecía ropa negra de ninja —comentó Lee, apoyándole un dedo.

—¡¿Era tinta?!

—Sí, tonto. ¿Qué pensabas?

Ed se acercó a oler su ropa.

—Creí que era una fruta o no sé. En la oscuridad no se podía distinguir nada —explicó Eddy—. Ese Doble D me llevó hasta la casa de Ed y me bañó con lo que fuera esa cosa negra.

—¿En serio?

—Sí, Rolf. Ocurrió anoche. No sé si les conté la historia con detalles pero así fue: Estaba en mi casa buscando mi billetera. Doble D había dicho luego de volver, que era posible que solo hubiéramos perdido nuestras cosas. Bueno, lo dijo Jimmy, pero él nos lo repitió. Estaba en mi casa, y de repente escuché un ruido en la sala de estar. Me dirigí allí y encontré a Doble D saludándome. Tenía una máscara, así que yo no sabía que era él. En seguida supuse que era el ladrón que todos buscaban, y lo perseguí. Lo perseguí por los callejones hasta terminar en la casa de Ed, y ya saben cómo sigue: me llenó de tinta la ropa y luego llegaron Ed y su hermana. Luego los demás y todo se fue al demonio.

—Ya veo... eso explica tus harapos, Eddy. —Rolf sabía que para esas horas del viernes por la noche, Doble D ya estaba en su fase oscura. Lo sabía muy bien porque él fue su víctima—. Creo que eso fue inmediatamente después de haberme atacado.

—¿Cómo?

—Sí, muchachos. Cuando dieron las ocho, Rolf volvió a la casa de Doble D. La puerta estaba abierta. Entré llamando por su nombre y no obtuve respuesta. Tampoco estaba en su laboratorio, digo, garaje. Pero Rolf vio algo que lo extrañó: el vaso de la otra noche estaba sobre esa mesa, vacío.

Todos se detuvieron en seco y se dirigieron miradas.

—Bueno, era algo obvio —concluyó Lee.

El ladrón de Peach Creek [Ed, Edd & Eddy][+13]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora