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La relación que tenían Jonny y esa cochina tabla trascendía el sentido común de cualquiera en el barrio. Simplemente uno los observaba «hablando» y de inmediato sacaba conclusiones realmente fascinantes: se solía pensar que Tablón de verdad tenía vida propia, o más aún, que Tablón era el cerebro que manejaba a Jonny (su cuerpo).

Patrañas. Sarah no estaba de humor para esas tonterías, ni tenía tiempo.

—¿Estás seguro, Tablón? ¿No es arriesgado? —le preguntaba a su amigo, mientras le pegaba su oreja, obstruyendo su pequeña boca de crayón.

—Jonny, ¿cómo puedes ser tan tonto? Las tablas no tienen vida.

El chico solo apartó su oído de su amigo y se volteó hacia ella, con una mirada de reproche.

—Tablón dice que así nunca conseguirás novio. —Un puñetazo y el muchacho y su tabla salieron volando a gran velocidad, estrellándose contra un roble, desplomándose a sus pies y siendo aplastados por un gran número de bellotas. Y Jonny comprendió lo que su madre siempre le repetía en cada oportunidad: si no se tenía nada bueno que decir, era mejor no decir nada.

Sarah se acercó a él y lo tomó de la camisa.

—¿Te crees que estamos jugando, tonto? Jimmy fue secuestrado por Eddy o quien sabe que malvado ser viva por aquí y tú estás... —Sarah se calló de repente, ahogando un grito. Algo se le había venido a la cabeza.

«...que malvado ser...»

Jonny pudo jurar haber visualizado un foco de luz encenderse sobre la cabeza de Sarah.

«...viva por aquí.»

Se volteó a Tablón, a ver si este tenía alguna idea sobre lo que se le habría ocurrido.

Lo que en principio había sido una mueca de sorpresa, ahora había cambiado fugazmente a una de furia. Como había ocurrido ayer frente a los Eds, ella volvió a despedir humo de sus oídos como una tetera con agua hirviendo. De pronto, la niña soltó la camisa de Jonny, dejándolo caer, y luego salió disparada hacia una dirección, acelerando el paso. Sabía a donde iba, eso seguro.

Jonny, aún temeroso, se puso de pie, tomó a Tablón y la siguió.

Era cierto. A Sarah se le había aparecido una idea en la cabeza. Eddy no haría tal cosa como secuestrar a Jimmy. ¿Para qué? Sería absurdo. No ganaría nada con eso. Y descartando a los demás chicos, aún quedaban ellas... ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Estaban persiguiendo a uno de sus estúpidos «novios» y a estas alturas ellas ya deberían saberlo.

Hacia allá se dirigieron.


—Ustedes los hombres son todos iguales. Siempre intentando mostrar su imagen de macho alfa y...

«bla bla bla bla bla»

«Qué fastidio son las mujeres. ¿Nunca se callarán?»

Kevin caminaba mirando al piso, pensando en cómo en ocasiones se podía ganar una discusión o sobrevivir a ella) simplemente al mantenerse en silencio. Era una manera efectiva y económica, aunque bastante descortés e incluso hasta grosera, pero él no era justamente una persona cortés.

Habían caminado el bosque por lo que pareció ser una o dos horas, mientras las nubes del cielo se iban desplazando lentamente. Intentaron mantener una conversación amigable, acerca de cosas triviales, lo que sea para pasar el tiempo mientras exploraban, pero Nazz tuvo que sacar a flote su juicio acerca del supuesto machismo de Kevin. Y por supuesto, no volvió a darle otra oportunidad de besarla.

Él no escuchaba nada más que parloteo. Por lo que cuando ella lanzó un súbito grito de horror, él fue violentamente expulsado de su pequeña conciencia. Se sobresaltó y se llevó la mano al corazón. El agudo grito femenino casi le destrozó los tímpanos.

El ladrón de Peach Creek [Ed, Edd & Eddy][+13]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora