El ladrón de Peach Creek [Ed, Edd & Eddy][+13]

5

Era de noche. La temperatura había descendido levemente, y las nubes se encargaban de cubrir a la luna casi llena. Para mañana se anunciaba un día nublado, sin precipitaciones. La temperatura se mantendría baja hasta mañana, y para el mediodía ya habría vuelto a los 22ºC (Que serían 295.15ºK o 71.6ºF). Para el domingo se pronosticaba una mañana muy nublada, y un mediodía mejorado, bla, bla, bla...

Un partido de fútbol americano se transmitía en vivo. Eran dos equipos regionales, con nombres regionales, compitiendo por alguna liga regional. La tenía uno del equipo rojo, pega un salto y esquiva a dos del equipo verde. Se la pasa a otro de su equipo, que...

Estática.

Un hombre, se encontraba en el sillón de madera de una calle, durmiendo sentado. Tenía a una mujer (muy hermosa) durmiendo en su regazo. La mujer se despierta lentamente. Observa y se da cuenta de que se quedó dormida en los muslos del pobre. Se levanta del sillón, tapa al tipo y sale de la escena. Segundos después, el hombre se despierta. La ausencia de la chica y un autobus poniéndose en marcha fue lo primero que notó. Intentó alcanzar ese autobús, sin éxito. Se había ido, con su mujer adentro. Entonces mira a un costado y...

Más estática.

Una avenida de seis carriles en una ciudad de noche era el nuevo escenario. Decenas de patrullas corrían detrás de un único objetivo: Batman.

Ed sonrió animado y apoyó el control a un costado del tazón de papas. Ésta era la que quería ver. Del otro lado tenía dos bolsas de nachos, un tazón de queso y una botella de soda de tres litros. Era la sexta vez que miraba esa película, y no se cansaba de hacerlo. Si no hay monstruos, por lo menos que haya algún superhéroe.

Apenas llegó de la calle, se había puesto a inspeccionar en cada rincón de su cuarto, en busca de su 9 mm de agua, el que según Jimmy, debía encontrarse en su casa, entre toda la basura que tenía en su habitación. Pero él ya estaba acostumbrado a explorar en esa selva, así que no le tomó mucho tiempo buscar. Tardó poco más de una hora revisar toda su habitación, esquina por esquina.

No pudo encontrarlo. Decidió seguir mañana.

Reunió toda la comida chatarra posible, encendió su televisor, y sintonizó la película de Batman para relajarse.

Oh, la gloriosa escena donde Batman se sube a la Batinave y huye de la policía.

El sonido de un vaso cayendo al suelo lo hizo despabilarse. Ya no estaba en Ciudad Gótica, estaba en su casa, en su habitación, mirando una película, en pijama, y ante la posible presencia de un indeseable en casa.

Comenzó a pensar (sí, a pensar): Mamá y papá salieron, Sarah estaba durmiendo en su habitación, la había visto meterse hace cinco minutos, mientras volvía del baño. No tienen mascota. Todo apunta a un solo motivo.

«¡Es el ladrón! ¡Es el ladrón!», pensó Ed, antes de levantarse del piso para disponerse a inspeccionar. No se molestó en ponerse los zapatos, ya que sus pisadas retumbarían en toda la casa —y más en el silencio en el que se encontraba— y alertarían al ladrón. Llegó a este razonamiento por alguna otra película de terror de los ochenta. Para que el malo no te descubra, debías hacer el menor ruido posible, por lo que estaba claro lo que haría: subiría sigilosamente por las escaleras, pero con prisa. Continuaría por el pasillo hasta la sala de estar y de ahí a la cocina. Siempre en estado de alerta y mirando todos los rincones. Cargaría su 9 mm para reducir al ladrón y luego lo desenmascararía, se sorprendería de su identidad, y con indignación, lo llevaría con la policía mientras este diría algo como —«Y me hubiera salido con la mía si no fuera por este entrometido y su estúpido juguete»—.

Pero no tenía el revolver. Tendría que encontrar otra forma de detenerlo. Solo tenía segundos para subir hasta la cocina, antes de que éste se escapara.