12

402 42 6
                                    

El aroma de la tierra húmeda invadió los pulmones de Rolf. Sumergido entre masas de tierra que lo aplastaban, Rolf continuó nadando hacia la superficie, preguntándose todavía como diablos fue que terminó ahí. Le había costado trabajo, pero de alguna manera, de entre toda esa tierra, él había estado logrando recoger algo de aire (probablemente de las filtraciones) para no asfixiarse. Rolf se preguntaba si se trataba de alguna habilidad proporcionada por la ardua disciplina que dirigía su rutina.

Tierra sobre Rolf, tierra debajo de Rolf, tierra a los lados de Rolf, tierra delante de Rolf, tierra detrás de Rolf, tierra en los calzones de Rolf. Todo eso y el hecho de que no se pudiera ver nada. A Rolf le había tomado un buen tiempo reconocer su estado, «buen tiempo» porque al no tener nada de referencia, hablar de horas o minutos era tener mucha imaginación.

Según le indicaban sus avanzados sentidos de supervivencia, Rolf había despertado ahí hace solo unos minutos. Era algo curioso porque llevaba varios días padeciendo un extraño insomnio y después de todo ese tiempo por fin logró cerrar sus ojos un momento.

«Pero claro —recordó—. A Rolf lo enterró vivo ese malhechor.»

Allí abajo, Rolf había conseguido sentir el paso de por lo menos doce gusanos por su cuerpo. Nada que Rolf temiera, pero cualquier otro de sus amigos en su lugar no habría podido soportarlo.

Aunque pareciera increíble, ésta no era la primera vez que Rolf era enterrado a gran profundidad. Cuando era apenas un crio, en las reuniones navideñas en familia en su tierra natal, solía ser el blanco de las travesuras de sus primos unos años mayores que él. A ellos les apasionaban las historias sobre muertos que volvían a la vida, historias que les contaban sus tíos y otros primos aún mayores, y no encontraron un candidato mejor para recrear tal escena que al pequeño Rolf. Una noche, lo sacaron de su cama con su cobija para sepultarlo en la parte trasera del rancho y ver si por la mañana habría podido escapar. Rolf estaba profundamente dormido, por lo que ni siquiera notó las masas de tierra golpear la tela que cubría su cuerpo. Al igual que en esta ocasión, despertó en la oscuridad absoluta, con casi nada de oxígeno y sin poder moverse. Maldijo a sus primos por unos minutos, y luego se dispuso a cavar hacia arriba para salir de ahí.

Solo que por aquella vez las vidas de sus amigos no corrían peligro, ni había un bandido suelto con ideas revolucionarias que detener. Rolf supo que si no se daba prisa, muy pronto sería tarde.

La punta de los dedos índice y medio de Rolf alcanzaron algo duro. Rolf dirigió su otra mano hacia allá para poder estudiar mejor sus propiedades. Era una superficie dura y rocosa, y ese olor era muy familiar. Era cemento. Esa era la gran dificultad que tenía que superar. No era la primera vez que despertaba bajo tierra, pero si la primera vez en la que algo duro lo separaba de la superficie. El cemento solo podía significar una cosa: había una casa sobre Rolf. Si en lugar de ir arriba, Rolf excavaba hacia otro lado, quizá llegaría hasta un muro que lo separaría del sótano de esa casa, aunque eso era muy poco probable. Podría abrirse paso hacia otro lado y salir por el jardín, en donde no hay cemento, pero eso tomaría mucho tiempo, dependiendo de la proporción de la casa que estaba en su cabeza, y además se le estaba acabando el aire. Tendría que destruir esa capa de cemento para poder escapar a tiempo, o de lo contrario ese chico Doble D acabaría con todos.

Rolf nunca lo había hecho antes, pero supuso que así se tenía que hacer. Primero hizo un pequeño espacio comprimiendo las masas de tierra de los costados. Por ese espacio podría mover su antebrazo de abajo hacia arriba. Luego apoyó un puño sobre la textura, lo alejó y tomando impulso, nutriéndose de la velocidad, golpeó. Entre la oscuridad Rolf pudo sentir una grieta surgir de los cimientos. Rolf repitió la secuencia varias veces. Palpando la textura, notó que la grieta se había ensanchado, y que la sangre caía de sus nudillos. Un último y certero golpe y la superficie se abrió.

El ladrón de Peach Creek [Ed, Edd & Eddy][+13]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora