Brooke

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El joven agente Blake estaba subiendo las escaleras del orfanato regional de Gotham. Habían encontrado a uno de los chicos que vivía allí muerto hacía pocas horas y el agente, que conocía muy bien el orfanato, se había ofrecido a transmitir la mala noticia.
El joven llegó a la segunda planta del edificio. Los niños corrían por los pasillos jugando y riendo. Un par de chiquillos se pararon a saludarlo. El agente Blake era muy conocido en el orfanato. En muchos ratos libres se dedicaba a entrenarlos y a jugar con ellos. Se acercó a una puerta que estaba abierta. Allí se encontraba el cura que encargado del orfanato.
-Buenos días, agente Blake -saludó cordialmente el hombre-.
-Buenos días -correspondió el joven-. Vengo a informarle sobre el chico que desapareció. Lucas Paltrow.
-Lo he leído en la prensa -informó el hombre tristemente-. Una verdadera pena... Ojalá podamos evitar más desgracias como esta en el futuro.
Blake asintió. Sin recursos y sin conseguir tener buena relación con los chicos no lo conseguirían, por mucho que aquel hombre o él se esforzasen. ¿Pero qué podían hacer además de seguir intentándolo?
-Tenía un hermano pequeño, ¿no es así? -preguntó el agente-.
-Sí, aun no se lo he dicho. Esperaba a que usted llegase.
-Aun tengo un rato libre, si quiere se lo digo yo -se ofreció Blake-.
-No se preocupe. Puede dejarlo en mis manos.
Blake asintió y se dirigió a la puerta con la intención de irse. El cura le detuvo.
-Agente Blake, casi se me olvida -dijo el hombre cayendo en la cuenta de algo que parecía importante-. Ayer llegó una chica nueva al centro. Brooke. Al parecer su madre fue asesinada por el Joker y la poca familia que le quedaba falleció hace poco -el cura mencionó al asesino en un susurro, como si temiera que volviera a aparecer-. Quizá quiere conocerla.
-Puede que esta semana me acerque a conocerla -Blake volvió a girarse hacia la puerta. Prefería conocer a los nuevos con tranquilidad, cuando tenía más tiempo que un pequeño descanso-.
-Blake, no es una chica cualquiera -insistió el cura-. Dice que conoce a Negrix.
El agente lo miró extrañado. Sin embargo, aquel hombre parecía totalmente seguro de lo que decía e igual de sorprendido que él.
-¿Está seguro? -preguntó el policía sorprendido-. Podrían ser bobadas de críos.
El cura negó dándole a entender que no lo eran.
-Bien, hablaré con ella, ¿dónde está?
El hombre condujo al agente al cuarto de aquella chica. Llamó a la puerta y una voz suave les dio permiso para entrar. La habitación tenía las paredes pintadas de color crema y una ventana. Además, de una cómoda, una cama y una mesita de noche.
La chica se encontraba tumbada en la cama leyendo. Carraspeó un poco al ver entrar a los dos hombres y se sentó en la orilla de la cama dejando el libro en la mesilla.
-Brooke, te presento al agente Blake. Ha venido a hablar contigo -informó el cura-.
Brooke asintió, mientras que el hombre se fue dejándolos solos. Blake se acercó a la cama.
-¿Puedo sentarme? -preguntó tímidamente-.
La chica volvió a asentir sin decir una palabra. Blake la examinó. Era rubia y con el pelo liso, de piel blanquecina, y tenía unos ojos marrones que recordaba haber visto anteriormente. Era preciosa.
-Así que tú eres Brooke... -dijo el agente-. ¿Cuántos años tienes?
-Quince -respondió la chica-. Ha venido a hablar de lo mi madre, ¿verdad?
El agente se quedó sorprendido por la repuesta de la chica. Miró al suelo sin saber que decir y cuando levantó la vista, se encontró con la mirada expectante de la chica.
-Ya le conté todo lo que vi a los otros agentes -aseguró Brooke frunciendo el ceño-. Pensaba que después de tantos años ya estaría el caso cerrado.
El cura no le había especificado cuando se había quedado huérfana la chica. Blake entendió la tranquilidad que aparentaba la chica. Si hacía años que lo era debía haber conocido a bastante policías.
-Oh, no, no lo hemos reabierto -"o al menos que yo sepa", pensó para sí mismo el agente-. Aun así, ¿podrías contarme lo que ocurrió?
-¿Y por qué se lo debería contar de nuevo? Por mucho que lo cuente, nadie va a devolverme a mi madre ni a pillar a ese imbécil.
-No, pero quizá yo pueda ayudarte -intentó convencer Blake a la chica-. Yo también viví aquí, ¿sabes? Sé lo que es perder a tu familia. Conozco ese sentimiento de impotencia y soledad. Sé lo que es querer hacerles justicia y que nadie te escuche -el chico hizo una pausa, consciente de que su experiencia podría volver a ayudarlo-. Me gustaría conocer tu historia, Brooke.
La chica bajó la vista a sus manos y tragó saliva. Parecía que el agente sí era de fiar, no como otros muchos con los que se había encontrado antes. El hecho de que tu madre sea asesinada por uno de los criminales más conocidos mundialmente no es sólo desolador, sino que pone todos los ojos de la policía sobre ti. Todos quieren ser el héroe que logre encerrarlo. Sin embargo, aquel parecía diferente.
-Yo apenas tenía ocho años cuando pasó -comenzó a contar Brooke-. Mi madre y yo vivíamos en un pequeño apartamento cerca de la quinta. Ella se estaba preparando para ir a trabajar y yo estaba viendo los dibujos animados en la televisión, como cada mañana. Ella trabajaba como camarera en una cafetería cercana mientras yo iba al colegio -Brooke hizo una pequeña pausa, y tras coger aire continuó-. De repente, algo comenzó a golpear muy fuerte la puerta y la tiró al suelo. Poco después un hombre con la cara pintada de payaso, el pelo verde y vestido con un traje morado y verde entró en casa. Nunca se me olvidará su cara.
-El Joker -interrumpió con un susurro Blake-.
-Sí, el mismo. No paraba de reírse y de decir cosas sin sentido. Cosas ininteligibles. Poco después entraron otros dos hombres más enmascarados con dos pistolas. Y después...-la voz de Brooke se resquebrajó un poco-. La mataron -susurró mientras una lágrima traicionera recorría su mejilla izquierda-. Esos idiotas la mataron... Después de eso, viví con una tía de mi madre, ya que era el único pariente que me quedaba, pero falleció hace unos días.
Blake le puso la mano en el hombro.
-Lo siento mucho -dijo Blake cuando la chica se calmó. Después cayó en la cuenta de algo-. Pero, ¿y tu padre?
Brooke, algo cohibida, miró asustada a Blake. La gente tan solo se compadecía de su mala suerte, nunca solían preguntarse por su padre.
-No lo conozco. Mi madre nunca lo mencionó. Después de lo sucedido, traté de averiguar algo, pero sólo llegué a conseguir una foto de ellos dos juntos.
Brooke se levantó de la cama y se acercó a una mochila que estaba encima de la cómoda, y sacó una foto de ella. Blake la cogió y la miró. En ella aparecían una mujer muy parecida a Brooke y el multimillonario Bruce Wayne.
El gente, bastante sorprendido, miraba a Bruce y a Brooke alternativamente. Ahora ya sabía donde había visto los ojos de la chica: eran los mismos que los de Wayne.
-La verdad es que no sé por qué se pudieron separar, pero nunca supe de él hasta que mi madre murió -aseguró Brooke-.
-Sí podría ser tu padre... -dijo Blake refiriéndose al hombre de la foto, a Bruce Wayne-. Te prometo que moveré hilos y te ayudaré a encontrarlo, pero antes de averiguarlo... Me han dicho que conoces a Negrix, la sucesora de...
Hacía alrededor de seis meses que apareció en Gotham una chica que se dedicaba a atrapar a los criminales de la ciudad; de hecho había ayudado varias veces a la policía. Iba vestida con un traje azul ajustado y tenía una raya negra que surcaba su cara desde el ojo derecho hasta la barbilla, lo que la hacía irreconocible.
Los que la habían visto decían que era muy buena luchadora y muy rápida; y se rumoreaba que podía controlar el fuego. Desde su llegada, toda la ciudad la respetaba y los niveles de criminalidad habían bajado.
-¿La sucesora de Batman? -preguntó Brooke interrumpiendo al agente-. Sí, la conozco. Aunque ella no cree ser la sucesora del Caballero Oscuro, simplemente quiere proteger la ciudad.
-¿Y de qué la conoces?¡Es imposible reconocerla! -exclamó sorprendido Blake-.
-Agente Blake, no siempre se reconoce a la gente por su apariencia, sino por sus actos -dijo Brooke con una sonrisa-.
Al día siguiente, el agente Blake volvió al orfanato. La conversación que había mantenido con Brooke le había dejado algo confundido, aunque esta vez no había ido allí a hablar con ella. El día anterior, tras volver a la comisaría, investigó un poco sobre si verdaderamente Brooke podía ser hija del famoso Bruce Wayne, y tenía todos los visos de que sí.
Por si acaso, se había puesto en contacto con él y habían quedado en el Hospital General de Gotham para hacer la pruebas pertinentes.

Bruce en el hospital para hacerse unas pruebas y no quería llegar tarde. No era la primera vez que le llegaban noticias sobre algún hijo perdido, pero ninguna era verdad. Sin embargo, cuando le llamó el agente Blake y le dijo el nombre de la madre, le entró curiosidad y aceptó a hacerse las pruebas.
Al llegar a la cocina, se encontró con Alfred, su mayordomo, haciendo el desayuno. Se acercó a la mesa y se sentó. Allí ya se encontraba el periódico, así que se dispuso a leerlo mientras esperaba a que el desayuno estuviese listo.
-Vaya, sí que ha madrugado -dijo Alfred al verle-.
-Sí, no quiero llegar tarde al hospital.
-Nunca le había visto tan interesado en hacerse unas pruebas de paternidad... -recordó el mayordomo mientras servía el desayuno-.
-Y nunca antes lo había estado -reconoció el joven Bruce-. Pero es que es el hijo de una antigua amiga y tengo curiosidad...
-Ya, entiendo-dijo Alfred no muy convencido-. Cambiando de tema, hay más noticias sobre la sucesora de Batman.
Bruce miró expectante a Alfred.
-Al parecer, la pasada madrugada intentaron robar en un banco y Negrix junto a la policía consiguieron capturar a los supuestos ladrones.
-La verdad es que esa chica me sorprende -admitió Wayne-. Ha aparecido tan de repente y sin dejar ni rastro de su pasado...
Tras terminar de desayunar, Bruce fue a arreglarse. La verdad es que no sabía que le inquietaba más, si Negrix o que alguien quisiera quitarle el puesto a Batman. Había tratado de averiguar con ayuda del ordenador de la Batcueva quien era realmente aquella chica, pero le había sido totalmente imposible.
Pensando en la llamada sucesora de Batman, se vistió con un elegante traje azul con una camisa blanca y una corbata roja. Y después de mucho tiempo, se afeitó. Antes de salir, se echó un último vistazo al espejo y cogió su bastón. Y después se montó en el coche junto con Alfred, quien conduciría.
Un rato después llegaron al Hospital General de Gotham. Aparcaron cerca y se dirigieron a la entrada, donde Bruce había quedado en reunirse con el agente Blake, un compañero de su amigo el agente Gordon.
Al llegar a la entrada, vio a Blake junto a una chica de unos quince años. Llevaba puestos unos vaqueros y una sudadera blanca; y a su espalda, una mochila roja. Bruce se acercó al agente y a la chica.
-Buenos días, señor Wayne -dijo Blake mientras ofrecía su mano en forma de saludo-.
-Agente Blake -sonrió Bruce correspondiendo al saludo-. Y tú debes ser Brooke, ¿me equivoco?
-No -dijo la chica con una sonrisa-.
Bruce se fijó en la chica. Era rubia, de piel blanquecina y bastante alta, idéntica a su madre, Juliet Bell. Y sus ojos eran idénticos a los suyos. No había duda, aquella era su hija.

La hija de BatmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora