Manos a la obra

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Cuando volvió a despertarse estaba sola en la oficina del banco. Antes al ver que se despertaba, uno de los mercenarios de Bane le dio otro golpe en la cabeza provocando que acabara inconsciente de nuevo. No sabía el tiempo que había estado allí tirada, pero debió ser un buen rato porque estaba comenzando a amanecer. Intentó levantarse. Le dolía mucho la cabeza y tenía heridas por todo el cuerpo. Lo último que recordaba era ver a Bane inyectando algo en el cuello de Brooke y a esta desmayándose después.

Al levantarse, probó a caminar un poco. Parecía que no tenía lesiones graves en las piernas ya que andaba sin mucha dificultad. Pero se mareó y se agarró a una mesa que estaba cerca. Bane y sus hombres habían dejado todo totalmente destrozado. Unos metros más allá pudo ver sus orejas de gato y sus gafas, que debieron salir volando con ella. Cuando se recuperó del mareo fue a recuperar sus pertenencias.

Salió del banco, no sin antes cerciorarse de que no había nadie alrededor del edificio. Y anduvo por la ciudad lo más sigilosa y escondida que pudo. No quería encontrarse con ningún soldado de Bane, seguramente la dejarían allí que estaba medio muerta y no serviría para nada. Si la pillaban, la cogerían también ya que podía soltar información sobre que ellos tenían a Brooke. Pensó un momento en Bruce. No podía huir como siempre. Le había prometido que encontraría a Fox. No podía dejarle solo como siempre teniendo en cuenta que Brooke había desaparecido. Debía ayudarle, aunque fuese por su amiga. Además, se sentía responsable de encontrar también a Negrix. Así que decidió ir lo más rápido que le permitía su cuerpo herido y cansado a la Mansión Wayne.

Cuando llegó ya había amanecido totalmente. Se fijó en lo mal cuidado que estaba el jardín de los Wayne. Lo recordaba más cuidado desde la última vez que estuvo allí. Debía ser cierto eso que había oído sobre que Bruce Wayne estaba en bancarrota. Ahora se arrepentía de haber acusado a Brooke de haber dejado confiar en ella por su dinero. Caminó hasta la escalera que daba a la puerta de entrada, subió los cinco escalones y llamó a la puerta, inquieta e impaciente. Se adecentó todo lo que pudo en los segundos que Bruce tardó en abrir la puerta.

Pudo escuchar como alguien se acercaba rápido a la puerta y después, el propio Bruce abrió rápidamente pensando que era Brooke que volvía a casa. Cuando fue a despertarla para empezar a planear pronto el plan, se encontró con el cuarto de su hija vacío. La buscó por toda la casa. No encontró ningún rastro de ella. Al abrir la puerta, se sorprendió al ver a Selina vestida de Catwoman con varios rasguños en la cara y el traje. Tenía muy mal aspecto.

-Dime que sabes dónde está mi hija -rogó Bruce ante la mirada apenada y cansada de la chica-.

Selina asintió, intentando contener las lágrimas. No podía llorar delante de Bruce Wayne. El hombre la alentó a entrar en la casa rápido. No quería perder ni un segundo. Los dos se dirigieron al salón. Selina se sentó con cuidado, estaba demasiado cansada como para continuar de pie.

-¿Dónde está? -preguntó preocupado Bruce-.

El hombre esperó un tiempo, como dejando a la chica pensar las palabras adecuadas para decirlo. Selina miró la mesita blanca que se encontraba entre los sillones y el sofá blanco y negro. No sabía cómo contar lo que pasó, no sabía cómo hacerlo sin sentirse culpable. Pero Bruce estaba demasiado nervioso como para esperar.

-¡¿Dónde está?! -gritó-. ¡Necesito saber dónde está!

Al segundo de decir eso se arrepintió, pero no podía mantenerse más tiempo en silencio.

-Por favor, Selina, dímelo.

-Se la han llevado -dijo en un susurro la mujer-. No pude hacer nada para evitarlo.

-¿Quiénes, Selina?¿Quiénes se la han llevado? -preguntó de nuevo Bruce, esta vez mostrándose más calmado y sentándose en frente de ella-. ¿Y a dónde?

La hija de BatmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora