Juliet Bell

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Habían pasado ya una semana desde el homenaje. Al día siguiente, todas las portadas de las revistas, periódicos e incluso en la televisión, el acto se mostraba con si hubiese un antes y un después en la ciudad de Gotham. Y como podía esperarse, Brooke había sido una de las protagonistas.

Desde que Bruce se enteró de que era padre había intentado salir lo más mínimo en la presa, y la gente tenía curiosidad por saber cómo era la hija del multimillonario. Brooke tenía que reconocer que le incomodaba un poco salir en la prensa, pero a partir de ahora tenía que asumir que era inevitable que saliese en ella siendo su padre quien era.

Por su parte, Bruce había averiguado la identidad de la chica que le había robado el collar de su madre. Selina Kyles, una antigua delincuente arrepentida de su pasado que trata deshacerse del mismo. Y tras indagar un poco más en la vida de la chica, había encontrado su segunda identidad: Catwoman, que hasta donde tenía entendido era aliada de Negrix.

Brooke había estado vigilando de cerca a Bane y al Joker desde el robo del museo. Al parecer, necesitaban ese anillo para poder dominar la ciudad de Gotham. Aunque también había descubierto que el anillo de Wioko permitía borrar el historial de cualquier delincuente.

Y ahí era cuando entraba Selina. Según le había dicho la que a partir de esa semana era su aliada, había buscado ese objeto desde hacía por lo menos dos años para poder deshacerse de su pasado y poder comenzar de nuevo. Brooke estaba dispuesta a echarla una mano, pero con una condición: que le ayudase a encerrar a Bane y al Joker.

Brooke se encontraba dando una vuelta por la mansión Wayne. Llevaba ya un mes viviendo en esa casa y aun no la conocía entera. Había escuchado hablar a Alfred de una habitación con utensilios para practicar todo tipo de deportes, y eso era lo que buscaba. Caminó alrededor de una hora por la casa sin encontrarla, hasta que cuando estaba a punto de desistir, la encontró al final de uno de los pasillos del ala norte de la casa. Era una sala amplia y decorada tan sólo con algunos trofeos y diplomas. La chica comenzó a examinar el material y le dio la razón a Alfred, con lo que había allí podría practicar el deporte que quisiera.

La chica cogió una espada y comprobó que estaba bien. Se interesó por primera vez por la esgrima cuando apenas tenía cinco años, cuando su madre le llevó a un espectáculo en el que luchaban con espadas. La practicó durante años en el colegio y gracias a ello tenía una gran habilidad.

-Así que te gusta la esgrima, ¿eh? -comentó una voz que identificó como la de su padre detrás suyo-.

Brooke se giró alarmada, no había escuchado entrar a nadie en la habitación.

-Sí, la practicaba de pequeña -contó la chica-.

-¿De verdad? Tengo una reunión dentro de una hora y media, pero creo que podemos echar un pequeño combate -dijo Bruce mientras cogía otra espada-.

-¿Estás seguro? -preguntó Brooke-. No quiero que llegues tarde.

-¿Qué pasa?¿Tienes miedo de perder? -la tentó el hombre-.

-¿Yo miedo?Lo dirás en broma, ¿verdad?

Brooke fue quien atacó primero. Bruce, sorprendido por la rapidez de la chica, tardó un poco en reaccionar, pero le respondió hábilmente. En el cuarto sólo se oía el ruido que hacían las espadas al chocar y algún comentario que hacía Bruce para animar a su hija. Brooke era rápida y ágil, además de tener un buen control de la espada. Pero se distrajo un momento y cayó al suelo. Bruce cogió la espada de su hija y le apuntó.

-Deberías trabajas más la concentración -le aconsejó-.

Brooke le miró resentida. No iba a permitir que la cosa terminase así. Echó un vistazo hacía la puerta y arqueó una ceja. Su padre se giró pensando que había entrado alguien en el cuarto y dejó caer las espadas al suelo. La chica aprovechó para coger las armas y apuntar a su padre, quien al girarse de nuevo se sorprendió.

La hija de BatmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora