Narra Olivia:
Nunca podrás huir de tu pasado. Ni vengarte de él.
O eso pensaba una parte de mí.
El aire tenía una leve carga eléctrica, podía sentir la estática en el pelo.
A lo lejos las olas se veían más bravías que cerca de la orilla. Podía divisar cómo azotaban la línea de los acantilados y proyectaban grandes nubes de espuma blanca hacia el cielo. Aún no se apreciaba ningún movimiento en el aire, aunque en ese instante las nubes se acumulaban con más rapidez. Era una visión extraña, como si se movieran por voluntad propia. Tuve un estremecimiento, aunque sabía que sólo era una ilusión creada por la presión del aire.
Los acantilados se recortaban como el filo de un cuchillo negro contra el lívido cielo. Me imaginé la sensación de libertad absoluta de la caída. Dejar caer, y sentir el aire a mi alrededor...
Pero había un dolor que se volvía más insoportable por segundos dentro de mí. Miré hacia los farallones y las olas que rompían contra ellos.
Bueno, ¿y por qué no? ¿Por qué no acabar con ese dolor que me comía por dentro?
Andé por un camino que conducía hacia el extremo del acantilado, sin ofrecer opción alguna.
Empecé a sentir el viento en la piel y la presión de las nubes cada vez más cerca. La tormenta se acercaba. La tormenta que indicaba que un nargge estaba en peligro. Cuando llegué al punto donde el sendero de tierra se abría hacia aquel precipicio de roca, las primeras gotas de agua salpicaron mi rostro.
No había vuelta atrás; quería saltar desde lo más alto y terminar con todo cuánto antes. Me estaba convirtiendo en un ser peligroso, en un monstruo. En un nargge maligno, y la única parte con algo de razón, me decía que hiciese eso. Aunque no era del todo razonable...
Ésa era la imagen que tenía grabada en la cabeza. Deseaba sentir que volaba en aquella prolongada caída. Sabía que era de las cosas más estúpidas e insensatas que había hecho en mi vida. La idea me hizo sonreír. El dolor empezó a remitir, como si el mero hecho de pensar que estaba a centímetros de conseguir acabar con todo me aliviase en cierto modo.
El agua sonaba muy lejos, incluso más que antes, cuando la oía desde el sendero que corría entre los árboles. El viento soplaba ahora con más fuerza y la lluvia me azotaba y se arremolinaba a mi alrededor.
Me acerqué al borde, manteniendo la mirada fija en el espacio vacío que se abría delante de mí. Los dedos de mis pies tantearon a ciegas, acariciando la rugosa repisa de roca cuando la encontraron. Respiré hondo y aguanté el aire dentro de mí.
El primer rayo iluminó el cielo, y segundos después, el trueno le acompañó.
Casi podía oír la voz de mi hermano pequeño, Jake.
No lo hagas, me suplicó.
Sonreí y exhalé el aire.
Era solamente un susurro en la intensa lluvia que me revolvía el pelo y me empapa la ropa; estaba tan mojada como si aquél fuera ya el segundo salto del día.
Me puse de puntillas.
Levanté los brazos como si fuera a tirarme de cabeza y alcé el rostro hacia la lluvia. Me incliné, agachándome para tomar más impulso...
... y me tiré del acantilado.
Chillé mientras caía por el aire como un meteorito. El viento oponía resistencia, tratando en vano de combatir la inexorable gravedad, empujándome y volteándome en espirales como si fuera un cohete que se precipita contra el suelo.
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Unidos por el destino
FantasyJuliette Mason es una chica tímida y muy seria. Pero debido a un accidente de coche, su prima muere, ella se convierte en un problema para la sociedad al creer que todo es por su culpa. Sus padres, al no saber qué hacer con su hija, deciden enviarla...