Eran como alrededor de las cuatro de la madrugada. Y el alcohol estaba haciendo su efecto. Mery, mi prima, se estaba durmiendo, parecía muy cansada.
-Oye, Julie... ¿Y si nos vamos ya a casa? -Me preguntó, y asentí. Fuimos juntas hacia mi coche. Yo tenía dieciséis años, por lo que me había sacado el carnet de conducir, pero en cambio, Mery sólo tenía catorce años.
En el coche puse la música de la radio pero la apagué en seguida, cuando noté que la cabeza estaba apunto de estallarme. Me había dejado llevar por el alcohol.
-Julie, tengo que decirte algo. -Me dijo de repente mi prima. Aparté un momento la mirada de la carretera para mirarla, pero sujetaba firmemente el volante. -No quiero, que se lo digas a tus padres... Ya tienen suficiente con cuidar de mí...
-Vamos Mery, seguro que no es algo tan malo. -La animé y volví a mirar hacia la carretera.
-Estoy embarazada. -Murmuró. Mis instintos se paralizaron.
-¿Qué? ¿Cuándo? ¿Quién es el padre? ¡Pero Mery, sólo tienes catorce años! -Grité echa una furia.
-Estoy de dos meses, no quería decírtelo. No sabía cómo ibas a reaccionar. Y el padre, es mi novio. -Respondió. Parecía que estaba haciendo grandes esfuerzos para no ponerse a llorar.
-¿El chico empollón de tu clase de Física? -Y ella asintió lentamente. -¡Joder, Mery! ¿Por qué no usásteis protección? Es más, no tendríaís que haberlo hecho. ¡Sois muy jóvenes!
-Se... rompió... -Tartamudeó. Y ella se puso a llorar. No la miré. Seguía mirando fijamente la carretera, y apretando en mis manos el volante. No me dí cuenta de que cada vez íbamos más rápido. Me giré hacia ella.
-Mery, eres una irresponsable. Mis padres te echarán de casa como mínimo. Ya les conoces, o te harán abortar. -Grité. Volví a mirar a la carretera. Íbamos a ciento ochenta kilómetros hora. Tenía que frenar. Pisé el pedal de frenar. Pero no funcionaba. Me empecé a asustar. Seguí pisándolo pero no respondía. -Mierda. -Murmuré.
-¡Juliette! -Gritó mi prima aterrorizada. Rápidamente alcé la vista de los pedales a la carretera. Había un ciervo, intenté frenar pero el pedal no funcionaba, ni tampoco el freno de mano. Así que probé a esquivarlo. Pero las ruedas rechinaron y resbalaron. Chocamos con el coche contra el quitamiedos. Lo veía todo borroso. Y un líquido caliente me resbalaba por la frente. Me toqué. Era sangre. Al verla, me desmayé.
No estaba muerta. Ese fue el primer pensamiento que pasó por mi cabeza en ese mismo instante. Estaba soñando...
Mi sueño casi siempre era el mismo. Siempre se repetía. Y no lo entendía mucho. Estaba en la playa de la fiesta de ayer, y un chico se me acercaba por detrás. Tenía el pelo marrón, y los ojos marrones, casi como el café. Ese chico salía en todos y cada uno de mis sueños. Ni siquiera lo conocía, y no sabía su nombre.
Me di cuenta que yo sostenía un bebé en ese sueño. Un bebé, pero que estaba muerto. Por mi culpa maté a mi hermana pequeña. Fue un accidente, pero la maté yo. Mi madre me dijo que le diése un baño, en ese momento yo tenía cinco años. La llevé a la bañera, y la llené hasta arriba de agua. La sujetaba mientras la enjabonaba. Pero por el calor que hacía en el baño me desmayé, y solté a mi hermana. Esta se hundió en el agua, y no sabía nadar, por lo que se ahogó. Mi madre nunca lo superó. Y a veces yo tampoco.
Ese bebé que yo sostenía en el sueño, era mi hermana pequeña, y estaba muerta. El chico se me acercó.
-No me digas tu nombre. -Dijo al instante. Y me acordé de que en todos los sueños cuando uno de los dos se quiere presentar, es decir, decir su nombre, me despierto del sueño.
-Tengo la culpa. -Dije mirando a mi hermana que estaba muerta en mis brazos y no podía soltarla.
-No. No. No tienes la culpa. Fue un accidente. -Dijo él, pero sabía que en su mente no pensaría lo mismo.
-¿Eres real? -Le pregunté.
-Pues claro. ¿Y tú?
-Sí. ¿Cómo te llamas? -Él abrió la boca para contestar, y puff todo se volvió negro.
Y me desperté del sueño.
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Unidos por el destino
FantasíaJuliette Mason es una chica tímida y muy seria. Pero debido a un accidente de coche, su prima muere, ella se convierte en un problema para la sociedad al creer que todo es por su culpa. Sus padres, al no saber qué hacer con su hija, deciden enviarla...