Capítulo 3 -La gran noticia-

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Cuando me desperté, mi madre me miraba enfadada desde el otro lado de la cama. Y se acercó a mí. Pero en vez de abrazarme, me pegó una bofetada. Respiré hondo, e hice lo posible para evitar llorar.

-¡¿Qué te crees?! ¿Qué por que ya tengas dieciséis años ya puedes emborracharte? -Gritó mi madre enfadada. Nunca la había visto así. Mi padre entró en la habitación. Había oído los gritos de mi madre. Le susurró algo al oído, y esta asintió lentamente, salió de la habitación.

Mi padre se sentó en una silla azul que había al lado de mi cama. Me cogió de la mano. Me di cuenta en que yo tenía un cable conectado al brazo. Y me dolía muchísimo la cabeza, la tenía por un lado vendada. ¿Tan grave había sido el accidente?

-Juliette, tengo que decirte una cosa... Mery ha muerto. -Dijo mi padre. No me dio tiempo a reaccionar. Estaba paralizada ante las palabras de mi padre. -Cuando os encontraron, ella estaba en coma, hace unas horas murió. Y al parecer... estaba embarazada, el feto también ha muerto. 

Empecé a llorar desconsoladamente. Mi prima, que era como mi mejor amiga. Había desaparecido de mi vida tan rápido como entró. Ha muerto como murieron sus padres. Por un accidente de tráfico. Y lo peor, es que yo tenía la culpa.

Cerré los ojos con fuerza. Y dejé que en los próximos meses todo cambiase.

SEPTIEMBRE.

OCTUBRE.

NOVIEMBRE.

Repasé la letra "S" otra vez. El spray se estaba acabando. Me levanté y retrocedí para ver mi creación. "Ovejas Negras". Así era como se llamaban las personas que en el instituto hacían gamberradas. Yo era una de ellas. Había pintado un graffiti en el pasillo del despacho del director. De pronto oí una puerta cerrarse. Y lo único que pude pensar fue Corre.

Corrí por lo grandes pasillos del instituto. Bueno, mi sexto instituto en tres meses. La gente me definía como "un gran problema". Y me gustaba así. Pero a veces, seguía sintiéndome sola. Y es que no podía evitar echarme la culpa por la muerte de Mery y por la de mi hermana pequeña. Y también podría contar el bebé de Mery. Tres muertes por mi culpa.

Giré la última esquina y me choqué con un policía que me atrapó bien fuerte del brazo.

-Te pillé. -Me dijo con su voz grave. Estaba asustada. Mis padres se volverían a enfadar. ¿Pero cuántas veces se habían enfadado en estos tres meses? Miles. ¿Y cuántas me había importado? Ninguna. Yo lo llamo divertirse, ellos lo llamaban rebeldía.

Unas horas después, en casa, mis padres hablaban con los policías. Cuando estos se marcharon, me hicieron sentarme en el sillón de la sala de estar. Algo no iba bien.

-Marie Juliette Mason, estamos hartos de tu conducta y de que te traiga la policía a casa diciendo que pintas el instituto con spray. Te van a echar. ¿Y ahora que hacemos contigo? -Me preguntó mi padre. Mi madre no hablaba mucho desde la muerte de Mery.

-Déjame en paz. -Gruñí, y me crucé de brazos.

-No, no lo voy a hacer. Ya nos has desmostrado que si te dejamos en paz, no estudias y encima te portas fatal. ¿Qué fue de esa chica risueña, alegre y tímida, que siempre vestía de mariposas y colores alegres, que sacaba buenísimas notas, y que tenía muchísimo respeto a las personas mayores?

-Ha madurado.

-No, -Dijo mi padre. -se ha podrido. Eso es lo que ha pasado. Hemos decidido tu madre y yo, que vas a ir a un internado. Una escuela privada. Ahí seguramente no te dejarán hacer esas tonterías que haces ahora.

-¿Qué? -Grité, y salté de mi sillón. Estaba furiosa.

-Lo que has oído. Irás, y no se hable más. Mañana mismo. Haz las maletas. Y danos tu teléfono móvil. Allí no lo necesitarás. 

Me quedé paralizada. Sin más remedio le di mi móvil. ¡Me estaban arruinando la vida! Subí a mi habitación corriendo, y cerré la puerta de un portazo. Encima de mi cama había una maleta violeta. La maleta de Mery. Me acerqué lentamente, y la abrí. Estaba vacía. Empecé a llenarla de ropa, cogí la bolsa de aseo. Fui a por mi portátil, si iba a estar allí encerrada, por lo menos lo haría con mi portátil, pero no estaba en mi cajón. En su lugar, había una nota:

"Esto tampoco lo necesitarás"

Cerré el cajón haciendo que la mesa retumbase. Mis padres me iban a arruinar la vida. 

Unidos por el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora