—La profecia de las tres narggges estelares comenzará cuando la nargge con el don del hielo asesine violentamente a otra nargge del bando contrario. Cuando la nargge que gobierna The Academy Maxime, descubra que la nargge del don de la vida ha desaparecido. Y cuando, por último, la nargge que juega con el tiempo, cambie su condición. —sentenció Daniel, y sus ojos dejaron de relucir en su color característico de nargge. Tom le miró confuso.
—¿Estás diciendo que Nicole es la nargge con el don de la vida? —le preguntó frotándose la barbilla, Daniel se encogió de hombros.
—Puede ser.
Y sin decir nada más, Daniel comenzó a andar hacia delante, y Tom le siguió, pues sabía que sólo con la ayuda de él, conseguiría encontrar a Nicole.
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Los ojos de Leslie Mason relucieron de color rojo cuando se abrieron de golpe en mitad de la penumbra. Podía oír los rápidos pasos de una nargge por el pasillo. De un salto, Leslie salió de la cama. Se dirigió a la puerta de su habitación y la abrió lo suficiente para ver a quién paseaba por aquellas horas de la madrugada por el pasillo. Berta Pleisten caminaba con rapidez hacia su habitación que estaba al final del pasillo. Llevaba el uniforme algo mal colocado y el pelo revuelto. Leslie sonrió al saber que esa chica había incumplido una norma muy importante en The Academy Maxime. Leslie adoraba incumplir normas y chantajear a la gente. Con un movimiento rápido, Leslie se colocó delante de Berta, obstaculizándole el paso a esta.
—Hola Berta. —Leslie pronunció el nombre de la chica con cautela, pues sabía que hablar así, ponía nervioso a cualquiera, y esa chica ya estaba empezando a temblar. Sabía que Leslie Mason aspiraba a ser una nargge maligna, ya que el día anterior, Leslie le había pedido a ella un deseo... Y es que Berta podía conceder deseos a cualquiera, siempre y cuando fueran realistas dentro de lo que cabe. Leslie pidió que Logan se enamorara de ella.
—Ho-o-o-o-la L-e-e-esli-e-e. —tartamudeó la chica nerviosa, y tenía motivos para temer a Leslie en aquel momento.
—¿Qué haces a estas horas levantada caminando por los pasillos de The Academy Maxime? —preguntó Leslie, sus ojos que no dejaban de relucir de color rojo, hacían temblar a un más a la chica de tercer curso—. Aunque por tu aspecto... veo que has estado... haciendo cosas prohibidas.
—Leslie, te juro que yo nunca... Él me lo pidió... Logan... me lo pidió. —murmuró Berta. Leslie al oír el nombre de Logan, lo entendió todo, y sus ojos relucieron aún más de rojo y de furia. En un rápido movimiento, Leslie se avalanzó encima de Berta, y la empujó contra la pared, agarrándola del cuello con una mano.
—Repítelo. Otra vez. Y esta vez serás más clara. Ya sabes lo que dicen por allí de mi don. —y Leslie alzó una mano para que Berta pudiese contemplar como la mano de Leslie empezaba a volverse blanca como la nieve. Y fría como el hielo.
Berta tragó saliva y comenzó a llorar mientras intentaba contar lo sucedido, aunque cada palabra que decía, Leslie se enfurecía más y más, pues sabía que aquella chica estaba mintiendo.
—Me pidió un deseo... me quería a mí... bueno, mi cuerpo... quería que yo me convirtiese en tí, para sastisfacer sus placeres sexuales... yo me negué... Pero eso no evitó que... me tocase. Leslie, a Logan lo han envenenado... le han echado el suero de la influencia maligna.... Se está volviendo un cazador de sueños maligno... —Leslie no aflojó el agarre, sólo permaneció callada durante varios segundos. Asimilando aquello.
—¡Deja de mentir! —chilló Leslie, Berta volvió a lloriquear y a negar con la cabeza.
Leslie sonrió cuando Berta tragó saliva y no dijo nada. Leslie tenía razón, Berta estaba mintiendo.
—¿Me has contado esta mentira, para que me intente creer que no te has acostado con mi novio?
—Logan no es tu novio. —rectificó Berta, Leslie forzó más fuerte el agarre.
—¡Zorra! ¡Logan es mío! —Leslie agarró con ambas manos el cuello de la chica fuertemente. Intentó estrangularla, pero eso no hizo falta, pues el don de Leslie, empezó a hacer efecto. Aún así, Leslie no la soltaba, disfrutaba viendo como Berta se congelaba entera, poco a poco, como se quedaba sin aire—. ¡Muere puta! ¡Logan es mío! ¡Nunca será tuyo! ¡Logan es mío! ¡Yo soy Leslie! ¡Y estamos destinados a estar juntos! ¡LOGAN ES MÍO! ¡Y YO SOY LESLIE!
Y finalmente, Leslie soltó el cadáver congelado de Berta, que cayó al suelo como una muñeca. Leslie, lo miró una vez más, la cara de la chica, morada y a la vez blanca, con los labios azules. Levantó la pierna, y le dió una patada a la cabeza de la chica. La cabeza salió volando, rociando de sangre a su paso el pasillo. Había un momento, en el que si el don de Leslie se volvía muy poderoso, como en aquel momento, el hielo podía ser como cristal. El cadáver de Berta era como el cristal. Leslie, todavía enfadada, agarró de una pierna el cuerpo y lo arrastró por el suelo, luego cogió la cabeza de la chica por el pelo, y caminó hacia el comedor. Luego tendría tiempo de limpiar toda aquella sangre que goteaba por el suelo de mármol.
Leslie llegó al comedor, y cruzando una de las puertas de la sala, entró en al cocina. Y se dirigió a una de las pilas de metal que había colocadas. Y apretó el botón de la trituradora de carne. Primero echó la cabeza, y luego el cuerpo. Cuando ya no quedaba ni una parte del cuerpo de Berta, apagó la máquina y con un papel retiró los restos del cadáver que se habían quedado almacenados en la pila y que no habían sido triturados, como el pelo.
Leslie se dirigió de vuelta a su dormitorio —no sin antes haber limpiado el rastreo de sangre—, cuando estaba punto de meterse en su cuarto, fue cuando notó la presencia de una nargge en mitad del pasillo. Notaba como si alguien la hubiese observado todo el rato. El temor en Leslie creció más y más. Se asomó una vez más antes de cerrar la puerta de su habitación. Pero no había nadie. Leslie no veía a nadie.
Pero, a escasos metros de ella, escondidos por una sombra, unos ojos relucieron en rojo. Juliette Mason había visto todo, absolutamente, todo.
La profecía se estaba cumpliendo, y no había hecho más que empezar.
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Cuando Olivia abrió los ojos de golpe, sus ojos relucieron en un naranja brillante. Se incorporó en la cama, y miró hacia todos los lados. Pero allí no había nadie. Había conseguido sobrevivir. Pero notaba un pinchazo, en el corazón. Cómo si algo dentro de ella estuviese cambiando.
Se levantó poco a poco, y posó sus pies descalzos sobre el frío suelo de mármol. Llevaba una bata blanca de hospital. Caminó hacia la puerta de la habitación, y girando el pomo, la abrió y salió al pasillo. Allí tampoco había nadie.
Olivia cayó de rodillas cuando su mano comenzó a arder. Con la otra mano se agarró la muñeca de esa mano, que no paraba de brillar. Le dolía, le escocía. Finalmente, la mano dejó de brillar, y sólo dos palabras pudieron leerse en la palma, "Nargge Maligna".
—No, no, no, no... —las lágrimas comenzaron a aparecer por el rostro de Olivia, retrocedió a duras penas, arrastrándose por el suelo. Al final del pasillo, Isabelle apareció, y al ver a Olivia allí, temblando, se empezó a poner nerviosa.
—Escúchame, Olivia... Eres una buena persona. ¿Me oyes? Eres tú... —murmuró Isabelle. Olivia se puso de pie, apoyándose en la pared. Cerró los ojos y los volvió a abrir. Cuando estos se abrieron volvían a relucir en naranja. Comenzó a sentir un odio por todas esas personas que habían hecho que su vida fracasase. Y sabía con quién comenzaría, con aquella persona que había hecho que ella se convirtiese en una nargge maligna, y que la había dejado embarazada. Los labios de Olivia temblaban, Isabelle la observó con cautela, pues sabía lo que esta estaba a punto de hacer. Y no podía impedírselo.
Olivia se giró, dió la espalda a Isabelle, y miró hacia el ventanal en el que finalizaba el pasillo. Miró una vez a Isabelle, y después salió corriendo hacia el ventanal.
Saltó contra este, y el cristal se rompió en mil pedazos, algunos clavándose en los brazos y piernas de Olivia, se cubrió la cara con los brazos.
Y se dejó caer.
Cayó al vacío.
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Unidos por el destino
FantasíaJuliette Mason es una chica tímida y muy seria. Pero debido a un accidente de coche, su prima muere, ella se convierte en un problema para la sociedad al creer que todo es por su culpa. Sus padres, al no saber qué hacer con su hija, deciden enviarla...