El error

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El error

Recuerdos de vietnam~

Cof cof digo... de un omega camuflado.



Un leve movimiento a mi costado me sacó de mi profundo sueño, pero no me importó demasiado. Intente pensar en qué día era hoy y posteriormente que había hecho ayer.

Seguí dormitando mientras pensaba en esas cosas, esperando ese brillo solar que invadía mis mañanas, ese radiante sol que llenaba mi ventana.

Abrí los ojos extrañado; no había ventana y no estaba en mi casa.

Me pregunté quién estaba a mi lado, si era mi perro o tal vez Yurio, pero al buscar en mi mente... él no estaba en mis recuerdos.

La imagen de un chico de ojos azules y cabellos plateados, asomó por mi mente, él me veía y me sonreía hasta que se animó a besarme.

Luego, muchas cosas se salieron de control.


Recordé que fui besado, que besaba y que lamia algo que precisamente no era una mano. Una cosa llevó a la otra y terminé entre los brazos de alguien y este, entre mis piernas.

Abrí los ojos de golpe y como si fuera un resorte salí disparado de la cama, sentándome en ella. A los segundos un dolor inmenso en mi cadera me hizo crujir los dientes.

Estaba desnudo y adolorido, al parecer había tenido sexo.

No recordaba mucho sobre ello, las imágenes llegaban a mi mente de modo borroso y confuso.

El dolor se hacía cada vez más intenso en mi cabeza.


¿¡Como demonios es eso de que tuviste sexo Yuuri¡?

Eres un beta joder, ¡un beta!

Y claro, no digo de que los betas no tengan sexo, pero... carajo, las feromonas.

Los inhibidores no fueron suficientes, es más que obvio.


Gire a ver a mi costado rezando internamente para que todo fuera un sueño, una broma y que la cosa a mi lado fuera mi perro. No importaba lo demás por ahora, importaba que esto fuera un sueño y no fuera real.

Me equivoqué completamente.


A mi lado yacía un joven de cabellos largos. Estaba boca abajo y tenía las manos enterradas en la almohada, sus cabellos estaban por todas partes, cubrían parte de su rostro y espalda «plateados y largos» pensé mirándolo como idiota. Solo se veían sus labios ligeramente entreabiertos respirando, dormía profundamente.

Me moví lo más suave y rápido que me permitió mi espalda, quería huir de ese lugar.

Abrí muchas puertas para intentar entrar en el baño, inclusive la de un ropero que parecía una habitación más, solo la diferencie por la gran cantidad de ropa en ella, parecía una lavandería, una muy fina.

No conocía nada de esa casa y sabía que si lo despertaba estaba perdido, jamás lo veré a la cara, jamás.

Suficiente tengo con no recordar casi nada de anoche.

Luego de cambiarme y dejar todas las puertas abiertas me prepare para irme. Tomé el pomo de la puerta en mi mano y lo gire suavemente.

Antes de salir le dediqué una mirada. "Gracias" pensé, era lo menos que podía hacer, había pasado la mejor noche de mi vida, al parecer.

Matando a mi asesino -Actualizando-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora