Quizá os haya pasado en alguna ocasión. Quizá alguna vez os hayáis mirado al espejo y no os habéis reconocido. Como si ese rostro que tenéis delante no fuera el que os acompaña las 24 horas del día. Quizá os haya pasado en alguna ocasión. Quizá alguna vez le hayáis dicho a alguien que la queréis sin quererla, que la amáis sin amarla, que la echáis de menos sin abrazaros a la almohada por las noches antes de iros a dormir. Quizá os haya pasado en alguna ocasión. Quizá alguna vez habéis desbloqueado el móvil tras un mensaje y no era él. O ella. Quizá alguna vez os haya pasado. Quizá alguna vez habéis ido por la calle y creéis haberos topado con vuestro amor platónico y el corazón se ha acelerado más de la cuenta. Quizá os haya pasado alguna vez. Quizá un buen día habéis amado a dos personas a la vez. Apenas un instante. Un breve fogonazo de indefensión y fragilidad incomprendida por muchos, conocida por casi todos. De esas cosas que de tan prohibidas no pueden decirse en alto. Puede que por poco tiempo, pero el suficiente para sentirte el ser más incomprendido de la tierra. El suficiente para quedarte paralizado y no saber cuál será el siguiente paso. Frente a tu espejo, sin reconocerte, y sintiéndote a contracorriente de tu propio ser. Sin saber muy bien qué hacer o qué decir. Sin saber muy bien si realmente quieres a alguna de las dos. Sin saber muy bien de quién quieres que sea el siguiente mensaje de tu teléfono. Sin saber muy bien quién es ahora tu amor platónico.
Pasamos más de la mitad del tiempo deambulando por los sitios donde solíamos conocernos. Sin un destino concreto, sin una conversación coherente, sin un propósito prefijado. Yo pasé más de la mitad del tiempo intentando descubrir qué quedaba de aquella chica, sin darme cuenta de que ya poco quedaba de mí. Y está bien que así sea. Me había marchado a otra ciudad intentando encontrarme, y era en su pupila donde me reconocí después de tanto tiempo. Tiempo, precisamente eso era lo que se nos echaba encima. Yo tenía un concierto al que no debía faltar y ella una vida que no podía volver atrás. Nos despedimos como dos enamorados que en esa cita no se han atrevido a darse el primer beso.
Comenzó a llover y eché a correr hacia la sala. Era tarde, ya no quedaban entradas y había empezado hacía un rato. Desde una pequeña ventana pude verla tocar la guitarra mientras me calaba por dentro y por fuera. Aproveché para llorar. Llorando bajo la lluvia debieron llamarle. Hice el recorrido de vuelta paseando. Paseando bajo la lluvia debieron llamarle. Y en esas una chica de pelo castaño y ojos verdes me paró.
—¿Te acuerdas de mí? —y entonces la miré.
Llevaba una chaqueta de cuero y una palestina al cuello. Os la describí como "el amor de mi infancia". Aquella a la que vi, cuatro años más tarde, y tampoco fui capaz de besar. Me eché a reír, y a llorar al mismo tiempo. Ella me abrazó como si hubiera leído de la primera a la última página de mi vida y supiera por lo que estaba pasando. Así que decidí contárselo. Sí. Nos refugiamos bajo una parada de autobús donde no pasaba nadie y abrí mi corazón con la sinceridad y falta de tacto con la que lo haría un borracho en plena fase del llanto. Desahogándose bajo la lluvia debieron llamarle.
—Cuando te he visto no sabía si eras tú. Te veo cambiado, y eso que no hace tanto que nos vimos por última vez.
—Cinco años —la interrumpí.
—Cinco años no son tantos, mírate, acabas de ver a Marta y pareciera que te has vuelto a enamorar. El tiempo solo pasa si va de la mano del espacio. Mi teoría es que no puedes dejar de amar a alguien si no lo sientes mientras la miras a los ojos. Por eso no sirve de nada desaparecer, porque al final los recuerdos te acaban encontrando. ¿Sabes la de veces que he pensado en que serías tú el chico que te sentarías frente a mí en el autobús? Y que el tiempo se detendría, que el vagón entero nos miraría esperando nuestra reacción. Que me agarrarías la cara y me besarías de una vez por todas. Aunque solo fuera una vez. Una última primera vez. Y he tenido que encontrarte aquí, llorando en mitad de la lluvia porque estás enamorado de dos chicas. Y yo no soy ninguna de ellas. Y tengo que devolverte la sinceridad. Me duele. Y no tengo derecho a que me duela. Pero me duele. Y no lo entiendo. Eres el desconocido en el que pienso casi cada noche en la que no me encuentro ni yo. Cuando un chico me da calabazas o cuando discuto con mi novio. Salgo a la ventana y me enciendo un cigarro pensando en la única persona que me fue fiel a lo largo del tiempo. Fiel de verdad, de amar sin "peros". El amor de mi infancia. Y esto no tenía que ser así. Supongo que después de todo sigo siendo la niña pija y caprichosa de la que no he parado de huir desde que discutíamos en primaria. Y por eso estoy aquí, una hora después de habernos reencontrado después de cinco años diciéndote que, por muy loco que te parezca, te amo.
La besé. Nos besamos hasta quitarnos diez años de encima. Fuimos eternos. Cuando llegué a casa me percaté de que había recibido un mensaje de Marta horas antes: "Yo nunca te amé. Pero tal vez ahora haya empezado a hacerlo".
Quizá os haya pasado en alguna ocasión. Quizá alguna vez os hayáis mirado al espejo y no os habéis reconocido. Quizá alguna vez...
![](https://img.wattpad.com/cover/113146968-288-k29318.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Ni cinco minutos.
RomanceUn pequeño libro lleno de historias de amor. Cada capítulo no te llevará más de cinco minutos en ser leído. El resto te toca descubrirlo a ti.