Capitulo 8.- Meses

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—Heine... Dime, me odias? — pregunto finalmente tratando de quitar aquella espina tan pequeña pero dolorosa de su corazón

—¿Porque habría a hacerlo? —contestó con otra interrogante ante lo dicho por el rubio, su corazón latía dolorosamente de sólo pensarlo

—Por todo lo ocurrido entre nosotros.. — murmuró con la vista fija en las manos del pelirrojo

Heine soltó un leve suspiro, mientras su mirada buscó la luz del astro rey de las noches

—No porque el sol tenga que ocultarse odiare a la Luna.— respondió — Dime Viktor. ¿Esto debió ser así?.—

El silencio inundó el despacho del rey, la pequeña brisa de la noche susurraba de manera incomprensible para los hombres en la habitación

Viktor sentía aquel nudo en su garganta más grande, incapaz de contestar aquella pregunta

Incapaz de pedir perdón

Incapaz de murmurar aquello que el mismo pensó en más de una vez

"No.... Esto nunca debió ser así...."

— No has olvidado nuestra promesa, cierto? — hablo Heine sacando de sus cavilaciones al rubio —Si en algún momento se llegará a saber mi pasado.—

ฯ Pasado ฯ

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ฯ Pasado ฯ

Una semana después de la conversación entre ambos en la habitación finalmente sentían un peso salir de sus hombros, respirar con tranquilidad. Sin embargo Heine no se quedó tranquilo con respecto a los niños de las alcantarillas a pesar de saber su embarazo, y para evitar que le afectará al cachorro Viktor tuvo que explicarle lo que sucedió con ellos.

Resultó que al sacar a los pequeños estos estaban asustados de salir, y no era para más ya que la mayoría huyó de sus familias por supervivencia propia, se les fue dado un lugar.

Una capilla casi a las afueras del reino, lugar al que aun se le harían remodelaciones para que sirva como una especie de albergue pero éste sería protegido a capa y espada por el mismo Rey

—Estarás aquí hasta la siguiente visita del Doctor Rockford.— hablo Viktor mientras se disponía a salir de la recamara, sus manos arreglando inútilmente los botones de su traje real

—No puedo estar eternamente en una cama, Viktor.— Heine se mantenía sentado entre las mullidas almohadas, mientras disfrutaba de las fresas antes traídas por el rubio

—No el tiempo que quisiera.— murmuró el alfa, Heine apenas había recuperado su apetito, pasaron días en los que no podía probar alimento alguno sin devolverlo por completo.

Agradecía haber dejado por un tiempo algunos asuntos no relevantes en espera mientras cuidaba al Omega de ojos rubís, disfrutándolo lo máximo posible.

Al anochecer (VicHei)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora