Capitulo 10.- Miedos

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Dos días pasaron aproximadamente, esa noche fue la única en la que Heine no pudo conciliar totalmente el sueño, de alguna manera preocupado por Viktor, su palida piel mostraba signos del insomnio. Era la mañana del primer día y el pequeño cachorro en su vientre tambien sentía la falta del alfa rubio, su patadas eran leves pero dolorosas de alguna manera.

Los rayos del sol que decoraban ese cielo despejado parecía demasiado calmado, de alguna forma provocaba mas nerviosismo al cuerpo del omega

—Señor Heine, buenos días! — dijo Adele mientras entraba a la habitación con las manos en una canasta de paja y una bandeja de comida —Le traje el desayuno.—

Heine que se encontraba parado frente a la ventana la miro por un segundo y nuevamente dirigió su mirada al cielo —Gracias—  murmuro y entre la despejada vista del amanecer buscaba en especifico un tono entre celeste y azul

Adele dejo ambas cosas en la mesita al lado de la cama, mientras se acercaba al pelirojo.

—Anímese señor Heine! Solo unos días más!—

—Solo Heine.— dijo esbozando una pequeña sonrisa

Y como si de un niño se tratara lo dirigió a la cama nuevamente, mientras arropaba sus piernas. Cuando sus manos se acercaron a su vientre, omega se cubrió con las suyas en una muestra de autodefensa

—Yo... Lo siento.— murmuro avergonzado de su acción instintiva —No era mi intención​.—

La muchacha solo sonrió mientras levantaba la charola y la dejaba en las piernas del otro

—No se preocupe Señor Heine. Es normal, un omega al estar sin su pareja entra en un estado de autodefensa. Si cualquier persona en este momento se atreviera de tocar su vientre usted reaccionaria de mala manera, trayendo consigo ansiedad. Sus feromonas gritarían por auxilio.— dijo Adele de manera seria

—¿Le gusta mucho su trabajo, verdad?.—

—Siempre quise estar preparada.— murmuro mientras revolvía la avena en el plato —Son raros los casos en los que los alfas dejan a su omega a cuidado de un doctor o enfermera, por lo que nosotros debemos apañarnosla por sus celos—

—¿Tienes hijos?—

—Tenía— dijo entregando el plato en las manos de Heine —Eran gemelos—

—Lo siento—

—No me importa hablar de ello— dijo la castaña con una sonrisa pequeña —Quizás así podría resolver las dudas que tenga, señor Heine.—

Heine lo pensó mientras llevaba la comida a su boca, el leve calor bajar por su esófago calmo por un momento los movimientos de su pequeño, que al parecer reconocía cuando era momento de golpear sus costillas y cuando no

—Como fue que...—

Adele cambio su sonrisa a una mueca de incomodidad, mientras su mirada parecía buscar la respuesta a su pregunta

—Fue después de la guerra— contesto ella después de unos minutos —Pero conocí a mi destinado mucho antes de eso, eramos unos niños del pueblo vecino. Nuestros padres eran mercaderes y venian a Granzreich a vender cuanto pudieran.—

— Como sabes que Viktor es mi destinado? — pregunto intentando cambiar el tema temiendo haber incomodando a la castaña

—Es facil, señor Heine.— Adele sonrió —Mi padre amaba incondicionalmente a mi madre, eran dos partes de una misma alma y en sus ojos se podía reflejar. Me crié con el deseo de poder conocer la mía, así que busque por todos lados unos ojos que reflejaran aquel brillo de amor y tranquilidad que solo un destinado puede dar a su otra mitad.—

Al anochecer (VicHei)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora