Capítulo 13 💘

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Estaba sentada con Fran en una heladería en pleno centro de la ciudad, mientras miraba hacia todos lados, en una especie de arranque paranoico, pues la experiencia me había enseñado que nunca podía saber dónde estaría trabajando Eros y si me encon...

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Estaba sentada con Fran en una heladería en pleno centro de la ciudad, mientras miraba hacia todos lados, en una especie de arranque paranoico, pues la experiencia me había enseñado que nunca podía saber dónde estaría trabajando Eros y si me encontraba con él, después de lo que había hecho la noche anterior, iban a enviarme directo con Hades.

—Cualquiera pensaría que a nuestra edad somos expertas con los chicos, pero en realidad una niña de trece sabe hacerlo mejor —comentó Fran, desanimada.

Miré mi pequeño plato lleno de helado de vainilla. Fran era hermosa, de modo que nunca habían faltado pretendientes en su vida, pero a la vez, estaba hecha de hierro, rara vez los chicos penetraban en su corazón. Además, era demasiado exigente y crítica, por lo que era difícil encontrar a alguien que tolerara su carácter.

Sin embargo, era fácil saber cuando tenía una pena de amor, pues siempre que sucedía acabábamos en lo mismo, es decir, comiendo helado.

Mi amiga suspiró pesadamente, sabía lo que le pasaba, pero no tenía la menor idea de cómo dominar la situación, ella aún no me daba los detalles de su repentino enamoramiento y yo no podía revelar que todo se debía a una mala broma de Cupido.

—¿Cuántos novios has tenido? —preguntó—. Nunca lo has mencionado.

—Nunca he tenido novio —reconocí.

Fran me miró con sorpresa.

—Supongo que es verdad que siempre hay alguien peor que uno.

—No tenías que decirlo.

Volví mi atención al helado. Mientras mi hermana Jane iba por el cuarto pretendiente, yo aún no alcanzaba a agarrar ni al primero. Ya sabía que las comparaciones son horribles, pero era imposible no caer en ellas.

—A menos que cuente mi noviazgo de un día —expuse.

—¿Es una broma? ¿Cómo llegaste a eso? —preguntó mi amiga.

—Un chico se me declaró y estaba harta de ser la soltera de la familia, así que le dije que sí, pero en realidad no estaba enamorada de él así que lo dejé ir al día siguiente —suspiré.

Era penoso. Lo sé, la mayoría de las cosas en mi vida eran así.

—Es triste —concluí.

—Siento más pena por el chico que por ti. —Fran sonrió al ver la desaprobación en mi rostro—. Eres un ejemplo de castidad a tus veinte. Sigue así y te aceptarán en el convento que tú quieras.

Probé otro bocado de helado y apreté la cuchara entre mis labios, mientras saboreaba la vainilla y pensaba en mi triste historial romántico.

—¿Y tú primer amor? Todos tenemos uno —insistió mi amiga.

—Esta estudiando arquitectura, va en tercer año si no me equivoco, solo me hablaba cuando su gato estaba enfermo, ya que no hay muchos veterinarios donde vivo —expliqué, y una sonrisa pícara se asomó en mis labios—. Afortunadamente, el gato no tenía buena salud.

Cupido por una vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora