Capítulo 66 💘

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Dedicado a Ataner_1864

Lo más sensato que Eros pudo haber hecho en ese momento habría sido apartarme, o por lo menos resistirse a mi inexistente encanto

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Lo más sensato que Eros pudo haber hecho en ese momento habría sido apartarme, o por lo menos resistirse a mi inexistente encanto.

Pero no fue así.

Respondió al beso con la misma pasión, como si hubiera estado reprimiendo la necesidad durante años. Aunque era estúpido pensar que llevaba tanto tiempo de celibato, no siento el dios del amor y la atracción. Y sobretodo, no, teniendo el físico con el que el Olimpo lo había bendecido.

Me dejé llevar cuando empujó su peso sobre mí, reposando mi espalda en el suave colchón, quedando atrapada entre su cuerpo y la cama.

Enredé mis dedos en su cabello, exigiendo sus besos con desenfrenado ahínco, mientras los latidos de mi corazón se descontrolaban y el calor me consumía desde mi centro.

Eros se separó ligeramente para descender hasta mi cuello y dejar un regadío de besos, hasta alcanzar el lóbulo de mi oreja.

—¿Estás segura que prefieres esta solución? —susurró a mi oído.

El sonido de su voz fue tan excitante que transmitió una corriente eléctrica que me recorrió de pies a cabeza.

—Dicen que duele un poco —musité—. ¿Es verdad?

—No conmigo. Mi jurisdicción incluye el amor erótico, la pasión, y el sexo —dijo, deslizando su mano a través de mi cintura—. Yo me encargaré que solo sientas placer y nada de dolor.

Tragué saliva y asentí, acariciando su pecho por encima de la ropa.

—Bien, terminemos con esto —respondí.

Eros enarcó una ceja y en lugar de proceder a la acción, me levantó con un inesperado movimiento, dejándome sentada en su regazo.

—Te recuerdo, Liz, que los dioses no somos conocidos precisamente por nuestra castidad. Y créeme que es muy difícil tenerte en mi casa, alejada del resto del mundo y no hacerte el amor como ningún mortal podría hacértelo. —Besó mi frente, luego mis párpados y al final mi nariz, en un gesto enternecedor—. Así que deja de jugar con mi fuerza de voluntad y dime qué te preocupa.

Y en el momento en que preguntó, mis miedos comenzaron a atorarse en mi garganta. Pasé mis brazos alrededor de sus hombros y enterré mi rostro en su pecho, escondiéndome.

—No quiero que deshagas tu maldición, no es gusto, Apolo no se lo merece —murmuré—. También aprecio todo lo que has hecho por mí, aunque a veces siento que no lo merezco, porque soy una humana con problemas de adicción y tendencias autodestructivas que no puedo controlar. Es lindo, porque me haces sentir querida, y no quiero que sea así, porque tengo miedo que mi corazón vuelva a romperse, porque no sé si los pedazos puedan volver a estar juntos otra vez. Y es difícil soportarlo, pero ahora, hay algo más importante que todo lo que yo pueda querer o sentir. Mi papá está en casa, está enojado, me asusta lo que pueda hacerle a mi mamá y sobretodo, lo que pueda pasar con Vanessa. Necesito ir. Y además, lamento no haber hablado antes con Jane, porque si hubiera tenido el valor de decirle, sabría que en este momento podría contar con ella, pero otra vez está quedando excluida del problema. ¿Qué puedo hacer?

Cupido por una vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora