Capítulo 65 💘

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Dedicado a yovizz113

La rabia me cegada, no había espacio para ideas coherentes en mi cabeza

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La rabia me cegada, no había espacio para ideas coherentes en mi cabeza. Todo estaba rojo, colmado de ira. El infierno se estaba desatando en mi cabeza y no era capaz de impedirlo. Tomé todo lo que tenía a mi alcance y lo arrojé sin una dirección determinada, armando un caos.

—¡Ya veras cuando salga de aquí, maldito infeliz! ¡Te odio, te odio, te odio! —repetí entre lágrimas.

Pero mientras más gritaba, más dolía.

Estaba atrapada.

Cuando volví a caer en la inevitable verdad, mi pecho se estrechó. Me asfixiaba. La realidad iba a matarme antes que cualquier otro dios.

Cerré los ojos e hice un esfuerzo por enfocarme. Tenía que hacer algo, aunque fuese lo último que hiciera en vida.

Pero estaba encerrada. ¿Qué podía hacer desde aquí?

Entonces mi atención cayó en el teléfono tirado en el piso. La pantalla estaba tan quebrada, luego de haberlo lanzado sin premeditación, que apenas podía ver las letras en ella, pero aún así pude marcar un número.

—Fran, soy Lizzie —dije tan pronto contestó.

—¿La real o la impostora fea? —preguntó.

—¿Cómo sabes que hay otra?

—Conozco a mi mejor amiga. Y también soy una semidiosa, percibo cosas raras.

Inhalé, esforzándome en mantener la cordura. No tenía tiempo para discutir sus capacidades extrasensoriales.

—Fran, escúchame bien, es importante.

—Te creo. ¿Cómo se te ocurre desaparecer sin avisar y mandar una mala copia de ti para guardar las apariencias? ¿Qué tan tonta crees que soy? Tus trucos baratos no me engañan. Dime, ¿en qué lío estás metida y por qué no me invitaste? —reclamó.

En el fondo, quería contarle todo lo que me había pasado en las últimas veinticuatro horas, sobretodo porque necesitaba a alguien con quien hablar de la horrible estructura de Psique que Eros tenía en su patio. Pero mi familia me necesitaba.

—Fran, necesito tu ayuda. Estoy en algún submundo en el cielo y no puedo volver a la tierra en un tiempo, y mi papá está en casa de mi mamá, bastante enojado, y mi prima chica está allá. Necesito que...

—Mi papá está en la comisaría, le avisaré y te devuelvo el llamado —interrumpió.

—Sí, eso. ¡Gracias! —contesté anonadada. Había entendido la idea más rápido de lo que pensé.

—Por cierto, Liz. Sobre eso del submundo en el cielo, no te estas muriendo otra vez, ¿verdad?

—Eh... Creo que no —musité, no muy convencida.

Cupido por una vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora