Capítulo 40💘

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Mientras Eros y Artemisa intercambiaban miradas que echaban chispas, un par de estridentes risas rompieron con la tensión

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Mientras Eros y Artemisa intercambiaban miradas que echaban chispas, un par de estridentes risas rompieron con la tensión. Dando traspiés, una chica con un pesado traje de Iron Man, y un muchacho con una sábana envuelta aparecieron en escena.

Sandra se acercó a Artemisa soltando fuertes carcajadas.

-¡Qué buen disfraz, hermana! -exclamó.

Las frías pupilas de la diosa me hicieron temblar, pero no parecieron tener efecto en la débil humana.

-Apártate -ordenó la gemela de Apolo. Su tono me causó escalofríos, y a Sandra, le provocó una carcajada.

-Parece que no lo estas pasando muy bien -comentó juguetona.

¿En alguno de estos capítulos mencioné que mi compañera es lesbiana? Pues lo es, y al parecer, quería filtrear con Artemisa. Mala idea. Pésima, de hecho.

-Eros, has algo -mandé. Él me devolvió una mirada confunsa-. ¿No eres el dios del amor, la atracción y todas esas porquerías?

Pero antes que cualquiera pudiese reaccionar, Agustín pasó sus brazos a través de nuestros hombros, en un incómodo abrazo grupal.

-¡Lizzie! Adivina qué nos trajo tu cuñado -dijo, con una sonrisa de oreja a oreja. Giró su cabeza, y su atención se detuvo en Eros-. ¿Quién eres? No recuerdo haberte visto antes.

-Agus, él es Eros. Lo conociste hace menos de una hora -suspiré.

Mi compañero se tambaleó, y de pronto, la comprensión llegó a su rostro.

-¡Eros! ¡Compadre! ¿Dónde te habías metido, viejo? -exclamó, como si fuesen amigos de toda la vida.

¿Es que acaso Victor les había traído droga vencida?

Elevé mis ojos y encontré a Sandra abrazando cariñosamente a Artemisa, mientras ella intentaba sacársela de encima. En otras circunstancias está escena me habría resultado increíblemente divertida. Dos dioses siendo superados por un par de humanos drogados en exceso. Aún así, no pude contener una risita nerviosa.

De pronto, una mano apretó la mía, devolviéndome la templanza.

-Liz, necesito que te los lleves antes que Artemisa los convierta en liebres -pidió Eros.

Agustín río estruendosamente contra mí oído.

-¡Vaya, Eros! ¿Qué fumaste tú? -interrogó.

Sí, definitivamente en otras circunstancias me habrían parecido divertido.

-Agus... -Intenté pensar en una excusa que los obligara a volver a la fiesta sin dudar-. Vamos por cerveza.

Mi amigo negó con la cabeza.

-Yo no quiero más cerveza, quiero polvo mágico -espetó.

Ni siquiera quise pensar a qué se refería.

Cupido por una vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora