Dedicado a AguAenMisojOs
Esa tarde me encontraba estudiando para los parciales, cuando unos desesperados golpes en la puerta me sobresaltaron.
—¡Jane! —exclamé.
—Tú estás más cerca —respondió mi hermana desde su habitación.
—Yo estoy estudiando.
—Mis uñas están recién pintadas.
—Abrir la puerta no te matará.
—Mejor no me arriesgo.
Bufé molesta.
—La que estuvo en el hospital fui yo —reclamé.
Con eso, la escuché levantarse y partir al recibidor.
La excusa del golpe en la cabeza era una bajeza, pero nunca fallaba.
—¡Es para ti! —gritó.
Con fastidio, me puse de pie y fui hasta la entrada. Me quedé en blanco tan pronto reconocí al visitante.
—¿Peter? ¿Qué te pasó? —pregunté sorprendida.
—Mi papá me echó de la casa, y probablemente me desherede —contestó desesperado.
Su colorido cabello estaba desordenado y tenía el rostro enrojecido, aunque no pude diferenciar si era de rabia o de llanto.
—¿Pero qué...?
—¡Le dije, Liz! Le dije que soy gay, que me gustaban los hombres, que estaba enamorado de Germán, y que iba a estar con él le gustara la idea o no. Y que postularía a periodismo a final de año. Se enfureció tanto que me corrió de la casa.
—¿Y tu mamá? —inquirió mi hermana.
—Mi madre dijo que solo era una etapa, que la rebeldía era normal a mi edad. Así que mi papá ordenó que me fuera hasta que la superara. —Ambas guardamos silencio, incapaz de asimilar tanta información—. ¿Puedo quedarme en tu casa, Liz? Solo esta noche, no tengo donde ir. Me fui solo con lo puesto, pero con lo que gano quizás pueda encontrar una pieza barata o...
—Espera, espera. ¿Tú quién eres? —interrogó Jane.
—Es un compañero del trabajo —expliqué—. Se llama Peter, tiene dieciocho años, su papá lo echó de la casa. ¿Puede quedarse?
Ella se mantuvo impasible durante unos segundos que me parecieron eternos, antes de hablar.
—Esta bien, podemos dejarle el sillón —resolvió—, pero tiene que ayudar a llenar la despensa, y si mamá se entera, le decimos que es tu amigo gay y que yo nunca acepté.
—¿Cómo piensas hacerle creer que metí a un chico en el departamento sin que estuvieras de acuerdo? —interrogué.
—No lo sé, tú tienes que convencerla, no yo —dijo, levantando las manos en señal de inocencia.
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Cupido por una vez
Teen FictionCuando Elizabeth Sagarra descubre que el hombre del cual estaba profundamente enamorada se ha convertido en su nuevo cuñado, se aferra a su mejor y más tóxico amigo; el alcohol. Perdida en sus adicciones, ofende a gritos al dios griego del amor, qui...