El inicio de una guerra. La busqueda de un culpable.
Secretos, intrigas, amores prohibidos, pasiones nacientes, errores incorregibles, mentiras y una que otra verdad, es lo que envolvera a todas las Sailors, convirtiendo a cada una en la protagonist...
- Darién, por favor ¡no! – grito Serena aferrándose al brazo de su esposo, que intentaba asfixiarla. – Darien... - murmuro con dificultad.
- ¡Dejala! – grito Seiya. Pero de un golpe cayó al suelo. Desde ahí, pudo ver como Fireball sucumbía finalmente ante Neherenia, como Diamante derrotaba por completo a las Sailor, como Sores y Kirk intentaban dar pelea, pero estaban al límite, y como Serena estaba poco perder el conocimiento.
Un relámpago ilumino el cielo. La tierra se sacudió nuevamente y todo pareció dar vueltas. Todos entendieron que ocurria.
- El pulsar ocho... - Murmuro Sores mirando el cielo.
Sailor Galaxia aprecio en ese instante.
- ¡Diamante! ¡Neherenia!... ¿Qué rayos están haciendo? Terminen de una vez y tragan el Ko-Jutsu. – ordeno cruzada de brazos. Diamante hizo una mueca y elimino la barrera y fue a ayudar a Neherenia; tomo en brazos a Fireball que se había desmayado. – Darién... termina de una vez.
Los ojos de Darién parecieron inyectarse de más odio. Su mano, oprimiendo el cuello de Serena, elimino casi por completo el aire. Las Sailor miraban desde el suelo... no solo perderían a la reina del Milenio de Plata, también perderían a la reina Fireball.
- No... ¡detente! – grito Seiya. – Mis poderes... ¡No! – volvió a gritar impotente.
Galaxia miro con desprecio el Ko-Jutsu que Neherenia le entregaba y luego a Fireball en brazos de Diamante.
- ¿Qué dicen? ¿Lo completamos aquí mismo? Me encantara ver como sufren cuando le atraviese el corazón... - sus dos aliados sonrieron.
Star Healer y Star Maker intentaron ponerse en pie, pero habían sufrido tatos ataques que no lo lograron. Galaxia elevo en el aire el cuerpo de Fireball, la tierra aun temblaba, removiéndose todo, el cielo, aun oscuro anunciaba lo inminente.
- ¡No lo hagas! – suplico Sores poniéndose en pie con la ayuda de Kirk.
- Rey Sores... - contesto con cinismo – quiero hacer mi acción buena, y tú quieres impedirlo... ella completa el Ko-Jutsu... moriremos todos si no lo devolvemos al caldero.
- No, debe haber algún error... - Sores intentaba aclarar sus ideas.
- ¡No hay ningún error! – Grito Neherenia – ella debe de ser la reencarnación del guardián, no existe ninguna otra explicación. Solo ella lo ha manipulado y pudo pedir el deseo... ¿o tienes alguna otra opción? – nadie respondió. Tenía lógica lo que ella decía. Fireball, había pedido el deseo... sin nadie más...sin el fragmento... y eso solo podía hacerse si él la parte faltante estaba ahí...cerca...
El sonido de algo cayendo al suelo los interrumpió de momento. Finalmente, Serena se había rendido. Darién la miro lejanamente y sin expresión alguna, se dirigió a donde se encontraba Galaxia y el resto.
- ¡Serena! – Seiya se arrastró hasta donde se encontraba ja joven.
- ¡Serena! – gritaron las Sailor.
- Bien hecho. Entonces, terminemos. – Galaxia extendió la mano en dirección al cuerpo de Fireball, fue cerrando el puño poco a poco, concentrando todo su poder en aquellos dedos... y luego la abrió con brusquedad.
El cuerpo de Fireball se convulsiono un poco y de su pecho emergió un capullo.
- ¡Fireball! – Sores estaba devastado.
- Serena... - murmuro Seiya. Se había arrastrado hasta donde estaba ella. Le miro el rostro pálido. Su respiración apenas se sentía, su vida se encontraba en un hilo, no sobreviviría – Serena... bombom... - y sus lágrimas cayeron sobre de ella.
Los rostros de júbilo de Diamante, Neherenia y Galaxia eran indescriptibles, no solo detendrían la destrucción del universo para salvarse, ahora, el poder del Ko-Jutsu estaría completo a su merced. Aunque no pudieran pedir un deseo más, de ellos dependería la estabilidad del todo, y eso, ya era suficiente poder.
El capullo se abrió lentamente y dejo al descubierto la semilla estelar de Fireball. Y entonces todo se arruino.
Aquella semilla era igual a las demás. Apenas estuvo descubierta, se tornó obscura, marchitándose.
- ¡No puede ser! – gritaron los tres malvados.
Galaxia hizo una mueca de rabia y dejo caer al suelo el cuerpo sin vida de Fireball.
- ¡No! – Sores fue con ella. Abrazo el cuerpo frio de la mujer que amaba. Las Starlights temblaron de impotencia mientras lloraban, y el resto, las acompañaba en su dolor.
- ¿¡Donde esta ese fragmento!? – grito enfurecida Galaxia. Y su mirada se quedó en Serena – entonces... - continuo – si no era ella... es la reina del Milenio de Plata. – y con un movimiento rápido el cuerpo de Serena se elevó en el aire.
- Esto no estaba en el plan Galaxia. – protesto Diamante.
- El plan ha cambiado... - le respondió
- ¡No lo voy a permitir! – grito Diamante sujetándole el puño a Galaxia con fuerza mientras sus ojos se inyectaban de sangre. – ella esta fuera de esto.
- Neherenia... encárgate – ordeno Galaxia, y Neherenia ataco a Diamante.
- ¡Serena! – gritaron todos.
Galaxia extendió su mano de nueva cuenta en dirección al cuerpo de Serena.
- Si Fireball no era la reencarnación del guardián... ¿entonces quién puede ser? – pregunto Sores al aire, sin soltar el cuerpo de su esposa.
- ¡No lo hagas Galaxia! – grito Seiya en pie.
- Relájate y disfruta la escena... - y sonrió mientras empuñaba su mano extendida.
- ¡He dicho que te detengas! – Grito aún más fuerte.
El cielo se abrió y el octavo pulsar apareció en medio de un torbellino de estrellas que desaparecían. El agujero se abrió sobre la cabeza de todos. El viento se arremolino con tanta fuerza como un huracán.
De repente, ya nadie miraba el cielo, miraban el fulgor que había aparecido a unos metros.
Seiya, estaba en vuelto en aquel fulgor. Su cuerpo se elevó unos metros en el aire y luego, como una burbuja que explota, un polvo dorado caía como escarcha cubriéndolo todo y dejándolo nuevamente al descubierto.
Los ojos de cada uno de ellos se abrieron e incluso contuvieron el aliento. Aquel suceso no necesitaba explicación, era evidente.
