● EPÍLOGO ●

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El aeropuerto estaba atiborrado de las fans.

Los flashes de muchas cámaras comenzaron a dispararse apenas ellos aparecieron.

Los gritos se hicieron ensordecedores. Una agitación comenzó.

Los Three Lights se abrieron paso entre la multitud llevando consigo su equipaje.

Yate y Taiki sonreían y mientras saludaban a todos lados, mientras que Seiya se tomaba el tiempo para posar en fotos y tomarse selfies con algunas chicas.

Después de una gira mundial que les había tomado tres años, al fin regresaban a Tokio, por lo que su llegada resultaba todo un acontecimiento.

Su traslado al departamento que compartían desde antes de su partida no fue menos tumultuoso, pero cuando cerraron por fin la puerta, pudieron suspirar con alivio.

- ¡Al fin en casa! – exclamo Yaten dejándose caer sobre el sofá.

- Sí, es bueno estar de regreso. Al parecer nada ha cambiado desde que nos fuimos. – Segundo Taiki.

- ¿Qué ocurre Seiya? has estado callado todo el camino. – pregunto Yaten mirándolo.

- Nada. Solo me da nostalgia estar de regreso. – respondió con una cierta melancolía en su voz mientras miraba la ciudad a través de la ventana.

Esa misma noche, cuando todos dormían, Seiya subió al a azotea.

El cielo nocturno estaba cubierto de estrellas y la luna llena brillaba esplendorosamente sobre la ciudad. Un aire fresco soplo.

Con las manos en los bolsillos perdió la mirada en el infinito horizonte.

- Estoy de regreso... - murmuro para sí.


Como si todo se hubiese tratado de un sueño, él había abierto los ojos.

Su cuerpo se sentía apesadumbrado y no pudo evitar dar un largo bostezo. Se estrujo los ojos. Y de inmediato recobro la conciencia. Se miró las manos, palpo su tórax, se miró el cuerpo, su armadura, la capa en su espalda, la espada envainada... nada en él había cambiado; mejor aún... lo recordaba todo.

- ¡No puede ser! – exclamo. Y estallo en una carcajada de alegría de quien ha sobrevivido al fin del mundo. Lo recordaba todo, hasta el último instante.

- Seiya... - escucho una voz. – Seiya...

Miró a su alrededor. Reconocía aquel lugar.
Se dio la vuelta y tras él, se encontraba el ojo de agua color turquesa con el pilar al centro, en lo alto, resplandeciendo con fulgor, se hallaba el Ko-Jutsu.

- Madre... - había respondido y se acercó con alegría hacia ella.

- Bienvenido a tu nueva vida. ¿Has dormido bien?

- ¿Acaso todo fue un sueño? – pregunto con esperanza – es eso... ¿verdad?... ¡todo fue un sueño!

- Me temo que no. – le respondió la dulce voz.

- Entonces... Serena... Darien... Sores... todos... todos están...

- Sus almas han sido absorbidas con el universo entero. He decidido hacer una excepción contigo.

- ¿Por qué? ¿Por qué me hiciste algo tan cruel? – su voz sonaba lastimosamente. Aquello no pensaba que fuese real.

- Seiya... todo tiene un ciclo. Para renacer debes morir. Tu lo hiciste, renaciste tras tu muerte... la única diferencia es que te he dejado los recuerdos. Eres parte de mi, no es tan fácil desprender tu vida pasada.

Sailor Moon: Antes Del Ultimo PúlsarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora