8.- Los Juegos: días 3 y 4 -Alianza-

724 113 16
                                    

Cuando Viktor le enseño a cazar a Yuri Plisetsky, no estaba seguro de qué esperar. Dado que su primer encuentro ocurrió en el bosque (con él colgando a varios metros del suelo en una trampa, y el rubio ladrándole que no lo ayudaría a bajar hasta que le prometió convertirse en su maestro), suponía que tendría ya alguna experiencia en manejarse ahí. Si bien al principio intentó sacárselo de encima con pretextos y excusas, de nada le valió. La insistencia y la determinación de Plisetsky pudieron más y se resignó a adoptarlo como compañero y alumno en sus cacerías.

En su primer viaje juntos, Viktor se deshizo en explicaciones de como en esencia las presas eran sacrificadas para que ellos pudieran tener alimento y sobrevivir. Lo instruyó sobre lo importante que era tratarlas con respeto y también acerca de lo difícil que podía ser el proceso de atrapar y matarlas, pensando en lo chocante que resultaría para el niño (aunque él inicio con las excursiones al bosque y las lecciones de caza mucho más joven), pero fue sorprendido por su fuerte carácter. Aún si dejó escapar una lágrima al terminar con la vida de su primera presa, no vaciló.

En retrospectiva, su gran error fue asumir que Lis y Yuri eran completamente iguales.

En la mañana después de que formalizara su alianza, quiso probar sus flechas nuevas. Lis seguía dormida, y tras cerciorarse que era seguro, se alejó un poco esperando encontrar un rastro que lo guiara hacia algún animal. Tuvo éxito y a no mucha distancia, se topó con un conejo.

Revisó con atención la dirección en la que soplaba el viento y que no hubieran ramas o rocas en su camino que provocaran ruido para alertar de su presencia. Se colocó en posición...

La flecha se rompió justo a la mitad, pero dio en el blanco. Viktor se siente tan feliz como cuando logró disparar exitosamente un arco por primera vez. Su padre había estado muy orgulloso.

Preparó el conejo y cuidó de deshacerse bien de los restos para evitar que depredadores tanto animales como humanos pudieran seguirles la pista. Las brasas de la fogata continuaban ardiendo, por lo que le fue fácil asarlo. Lis despertó poco después.

-¿Qué hora es?-preguntó bostezando y tallándose los ojos.

-Alrededor de las ocho, pero no estoy muy seguro-informó alzando la vista para verificar la posición del sol, apenas visible cubierto por nubes-¿Tienes hambre?

La rubia contempló absorta los trozos de carne al fuego. Viktor sonrió y le ofreció uno antes de empezar a comer también.

Le complacía que sus rudimentarios proyectiles funcionaran. La flecha utilizada podía ya no servir, pero contaba con otras cuatro a su disposición y el tener más medios para defenderse lo reconfortaba.

-¿Puedo tomar otro?-inquirió con cautela y Viktor asintió. Lis devoró la nueva porción en minutos, saboreándose-¿De dónde sacaste la carne? ¿Te la envió un patrocinador?

-Nop, yo la conseguí-respondió orgulloso-Cacé al conejo yo mismo.

La expresión de su aliada pasó de la sorpresa a una horrorizada. Viktor tuvo un mal presentimiento.

-Mataste a un conejo...

"Oh, no..." se preparó para lo que vendría a continuación.

-¡Mataste a un conejito!-lo acusó sin poder contener las lágrimas.

-Ah, no... por favor no llores...-le pidió torpemente, sin saber que más hacer.

Nunca fue bueno para tratar con la gente que lloraba. ¿Debía abrazarla? Eso no siempre funcionaba. ¿O decirle algo bonito? Excepto que tenía la mente en blanco.

-¿Por qué lo mataste?-le reclamó en un sollozo, y Viktor recordó que no era la primera ocasión que escuchaba esa pregunta.

Hace tiempo, él se la hizo a su padre cuando era un niño en circunstancias muy similares.

Everything remains as it never wasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora