9.- Los Juegos: días 5 y 6 -Bajo ataque-

643 114 24
                                    

Viktor se imaginó a Yuuri a su lado vestido de manera elegante como en el primer día en el tren y sin usar sus gafas para poder apreciar mejor sus expresivos ojos cafés. Se lo imagina tomándolo por los hombros y gritándole en tono de reproche aunque cargado de preocupación:

"¡Te lo dije! ¡Te dije que esto pasaría! ¿Por qué nunca me haces caso?"

A la imagen de Yuuri, se sumó otra de Yuri Plisetsky observándolo con ira y alzando los brazos para poner de manifiesto su exasperación:

"Te dejaste engañar y robar por una niña de doce años, ¡Eres realmente estúpido!"

Hizo un ademán con la mano como para desvanecerlos de su pensamiento. Lo hecho, hecho estaba. Y si lo consideraba, fue lo mejor. No tuvieron que llegar al punto dónde se verían forzados a intentar matarse el uno al otro, ni a traicionarse. Porque para Viktor, las acciones de Lis distaban de ser una traición. Si ella de verdad hubiera querido, lo habría apuñalado mientras dormía sino para asesinarlo, sí para herirlo, pero no le hizo ni un rasguño. O para dejarlo en una desventaja, se habría llevado o destruido el arco y todos sus suministros, más no fue el caso. Al revisar bien, se dio cuenta que no sólo conservaba sus armas intactas, también la mayoría de sus cosas. Lis robó la manta, la navaja y parte de la comida, pero entre las manzanas, unas pocas bayas y los paquetes de carne seca, tenía suficientes raciones para dos días y medio si evitaba abusar. Además, le dejó algunos cerillos y su cuerda, quizás como compensación.

Recordó que seguramente los espectadores aguardaban por su reacción, esperando por si se desmoronaría o se enojaría por el abandono de su aliada. En teoría podía verse como que ella lo dejó en ridículo, pero no iba a darles gusto. Esbozó primero una sonrisa y rompió a reír de buena gana y aplaudiendo.

-Bien jugado, Lis, muy bien jugado.

No podía sino alabar su inteligencia. Era en verdad astuta y distaba por mucho de la ingenua niña frágil que creyó que era al inicio de los juegos. Si acaso él no llegaba a ganar, esperaba que ella fuera la vencedora.

Guardó los objetos en la bolsa negra y contempló por última vez el mensaje de despedida antes de seguir con su camino, percatándose de más detalles que pasó por alto.

Debajo de éste, se encontraban algunos símbolos dibujados, una especie de ondas atravesadas por una flecha con un círculo más pequeño al inicio y otro al final. Se tomó unos instantes para tratar de hallarles sentido, pero no tuvo mucho éxito. Igualmente, cuida de memorizar el dibujo para después borrarlo. Reflexionará al respecto junto con su estrategia para el día. No ha olvidado que hay otro tributo en las cercanías y que podría ser Pierre, la mayor amenaza para él.

La nieve sigue apilada y decide que no vale la pena gastar energías en escarbar para retirarla o intentar trepar y en cambio opta por recorrer el sendero libre, aprovechando que pudo familiarizarse un poco al explorarlo el día anterior. Y puede que incluso llegue a toparse con Lis.

"O no, porque ella al parecer tiene la habilidad de viajar de una montaña a otra sin ser vista"

Tras hacer un rápido chequeo de sus pertenencias, emprendió la marcha, eventualmente arribando al punto donde encontró la flecha, misma que continuaba ahí sin que nada indicara que fue movida o que regresaron a revisar.

Utilizó el arco para tantear el suelo a su alrededor, no fuera que se derrumbara y cayera, pero no pasó nada. Después de considerarlo, lo empleó para jalar la flecha y tomarla sin acercarse tanto. Decidió que valía la pena correr el riesgo y aún guardaba cierta ventaja. Si bien con eso evidenció su presencia, el otro tributo no necesariamente sabría que fue él quien se la llevó. Quedaban otros sospechosos que no desperdiciarían la oportunidad de hacerse con algún arma.

Everything remains as it never wasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora