Inmediatamente después de que Yuuri se ofreció como tributo, las especulaciones sobre su relación con Viktor no se hicieron esperar. ¿Eran pareja? ¿Amantes secretos? ¿Siquiera eran amigos? Nadie los recordaba interactuando más allá de algún saludo o comentario cortés por mero compromiso. La mayoría estaban convencidos de que hasta antes de ese día, Viktor (carismático, hábil cazador, elegante y valiente), no tenía absolutamente nada que ver con Yuuri (tímido, callado, retraído e inepto social).
Viktor también lo pensó. No creyó que Yuuri tuviera alguna razón en especial para reconocerlo hasta que fue demasiado tarde, hasta después de que fue demasiado tarde.
Por supuesto que intentó hablar con Yuuri luego que regresara de sus juegos, pero tras su dramática victoria, su popularidad se disparó enormemente y con frecuencia se encontraba viajando al Capitolio, participando en eventos, programas y videos publicitarios. Cuando volvía al Distrito 12, pocas veces salía en público, prefiriendo recluirse en su mansión en la Villa de los vencedores y cuando llegaba a hacerlo, siempre estaba acompañado o bien por algún miembro de su familia, o por algunos de los nuevos amigos que hizo durante sus Juegos: Minako Okukawa y Phichit Chulanont. Éste último en especial le era una fuente de sentimientos encontrados.
Sintió la mirada severa de la mujer del Capitolio examinándolo y Viktor le dedicó una de sus sonrisas más encantadoras. Ella ni se inmutó.
Ahora que tenía la oportunidad de verla con más calma, ahí en el tren, caía en cuenta de lo diferente que era de los otros enviados del Capitolio. Hasta donde sabía, se distinguían por ser extravagantes y exagerados en su forma de vestir y en casi todo lo relacionado a su apariencia, como si estuvieran desesperados por hacerse notar. La mujer, Lilia, parecía todo lo contrario. Usaba un sobrio vestido negro y una chaqueta dorada que a pesar del color, no resultaba demasiado llamativa. Viktor no sabía la causa, pero ella lo ponía nervioso.
-Por qué.
Viktor se sobresaltó, tan perdido había estado en sus pensamientos que no se dio cuenta le estaba hablando hasta unos minutos después.
-¿Disculpe?
-Simplemente me estaba preguntando por qué alguien sería tan tonto e imprudente como para ofrecerse luego de haberse salvado el año anterior.
Cada una de sus palabras se sintió como una pedrada, incluso le dolió como tal. Aún así, mantuvo su expresión afable.
-Era lo justo-comenzó a explicarse-¿O hubiera preferido ver a un niño peleando en la arena por su vida?
-No sería la primera vez-sentenció no indiferente, sino estableciendo un hecho. De cualquier manera, Viktor experimentó una punzada de ira-A mi no me interesan tus razones, pero te aseguro que cuando lleguemos, vas a ser la novedad y todos querrán saber todo de ti, así que más vale que te prepares.
El joven arqueó una ceja, no seguro de cómo interpretar aquello. ¿Era una amenaza o un consejo? Tampoco había decido si Lilia le agradaba o no, todavía.
-Aunque juzgando por tu apariencia, dudo que tengas problemas con ser el centro de atención.
Viktor abrió la boca con intención de protestar, pero al final la cerró sin decir nada. Hasta el momento, la mujer demostraba ser una persona directa, sincera (quizás demasiado) y que juzgaba bien a los otros. Admitió que estaba en lo correcto, pero no era culpa suya si la gente se sentía atraída hacia su persona (claro que siempre, siempre esperando algo de él), y no iba a ser tan estúpido como para alejarlos. Al menos así podía experimentar un cierto sentido de pertenencia, hasta que se marchaban y volvía a quedarse solo.
-Y le debes una explicación a él-continuó impasible-Katsuki no estará precisamente feliz de verte.
-¿Yuuri está aquí?-preguntó alzando la voz y levantándose de su lugar, repentinamente consciente de su realidad.
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Everything remains as it never was
Fiksi PenggemarHace un año, Viktor Nikiforov fue seleccionado para participar en los Juegos del Hambre. Sin motivo aparente, Yuuri Katsuki se ofreció por él. Los dos no eran más que simples conocidos sin ninguna relación en especial. No se han visto ni hablado des...