CAPÍTULO I

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ANHELOS

"Hoy es el día; al fin me he decidido. A dos horas de verlo estoy convencida de que tendré el valor..."

"Debo admitir que mis sensaciones no se acreditan solo a la ansiedad, sino al temor también. Llevo exactamente tres meses frecuentando el lugar, observándolo en esmerado silencio y escondiendo mis sentimientos solo para mí ¿Sabrá quién soy?... En todo este tiempo no he podido dirigirle la palabra; debe de pensar que soy muy maleducada, pero la realidad es diferente. La timidez es mi gran enemiga; ésta, tonta y mojigata, me impide desamarrar el nudo de mi garganta y confesarle la infinita admiración que siento por él... Aunque no es solo gratitud lo que me impulsa a tratarle, es algo más, probablemente atracción o... ¿amor?"

"Aún recuerdo la primera vez que lo vi; hace tres o cuatro años de eso, creo. Las circunstancias fueron muy diferentes a las de ahora... Él yacía tirado a un lado de la acera, rodeado por un tumulto de gente que jamás había visto en mi vida. Ellos gritaban fuertemente, se podía ver en sus rostros el pánico por la escena. Yo no entendía lo que estaba pasando, en mi estado solo podía pasar mi desvariada mirada de ese joven a mi ropa embebida de sangre. Remembro, haber alzado mis manos y llevarlas directamente a mi rostro, luego a mi pecho y estómago, palpando, buscando la herida proveedora de aquel charco rojo; no obstante, solo me encontré con un cuerpo convulsionante por el miedo, el mío... El color del horror pronto se hizo presente, y no pasó mucho para que comprendiera la alarma de los demás o descifrara la quimera de mis ideas. Con el dolor de un tobillo doblado, me arrastré por el suelo y casi me eché sobre él, inundando sus ojos dormidos con mi llanto. Me preguntaba, estremecida, por qué él había actuado tan imprudentemente, arriesgando su vida por mí. ¡No le conocía! ¡Quizás, jamás le volvería a ver!... Vi el puñal enterrado en su pecho y casi desfallecí. Ese cuchillo debió haberme lacerado a mí, yo debí haber sido la víctima de aquel acto de violencia, no él".

"De lo sucedido después no recuerdo mucho, casi nada. Me desmayé y al despertar yacía en la fría habitación de un hospital, sola, como usualmente me solía encontrar. Pasé dos días internada a causa de mis ataques de nervios y una súbita gripa que me atacó. Al salir, lo primero que hice fue buscar información sobre mi salvador, pero no tuve ningún éxito. Realmente, ni yo misma sabía con exactitud a quién estaba buscando, y creo que, a quienes les pregunté no entendieron la descripción de un ángel de cabellos rubios y ojos azules que les facilité... Los años fueron pasando y esa deuda de gratitud pendiente, porque no podía ni pensar que los daños hubieran sido mortales, me mantuvieron en caprichoso insomnio, hasta hace poco".

"Ahora que lo he encontrado, podré hacer las cosas bien. No me importa que él no sepa quién soy, pues sus ojos claramente me ven como verían a cualquier otra mujer; solo quiero decirle gracias... y con respecto a mi cándido enamoramiento, no lo sé... estos meses he sobrevivido solo con la esperanza de una sonrisa, creo que podría continuar así..."

Falsas Impresiones- NaruhinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora